¿Por qué una historia puede generar tanto interés entre los aficionados al cine? Esta interrogante tiene sin duda varias respuestas. Hay un grupo de lectores de Tolkien que conocen su obra a fondo (me incluyo en lo que cabe) y queremos ver la película y quizás compararla con el libro. Existe un segundo grupo al que le gustan las películas, pero no han leído los libros. También hay un tercer grupo que las ve porque son las películas de moda. Y otro que ve cualquier filme que salga al mercado y prometa ser medianamente aceptable, según la publicidad.
Reconozco que me gusta esta historia. Cuando algunas personas me preguntan el por qué la obra tolkiana me mueve tanto, suelo responder con la verdad: la historia de la Tierra Media es tan envolvente (me refiero sobre todo a “El señor de los anillos”) que me pierdo en ella, y por dos o tres días que me dura la lectura, me sumerjo en un mundo que no es el mío, sino en uno lleno de fantasía en el que cada vez que lo leo, encuentro nuevas interpretaciones según el estado anímico en que yo misma esté.
En el caso particular de El Hobbit, la cuestión es distinta. Desde el punto de vista propiamente literario, siento que es un libro cuya trama está dedicada, más que todo, para ser leída por y para niños. Los personajes que luego se desarrollan en los libros posteriores, aquí se muestran poco elaborados y son menos complejos que en la trilogía posterior.
Bilbo Bolsón, el protagonista, es un señor que recibe una visita inesperada y a quien le proponen participar en “una aventura”. Como su vida es rutinaria en exceso, acepta y emprende, junto a un grupo de enanos y el mago Gandalf, un viaje que implicará, entre otras cosas, que conozca seres cuya existencia nunca hubiera imaginado, que se involucre en situaciones riesgosas y salga triunfante, que gracias a su astucia y cierta ingenuidad gane un anillo, que en esta ocasión aún no adquiere la importancia posterior. Finalmente, Bilbo contribuirá de manera eficaz para vencer a los oponentes de los enanos y los ayudará a obtener su victoria. Por estas acciones será recompensado y luego retornará a su casa lleno de experiencias y con un tesoro que esconde para no causar la envidia de sus vecinos.
¿Cómo de esta simple historia pueden obtenerse tres películas? Esta es la mayor de las incógnitas para mí. Entran en juego, me temo, factores externos al cine, como arte; y ya el director y todos los involucrados en esta industria han encontrado en la obra de Tolkien y en la trilogía fílmica de “El señor de los anillos”, otra manera de hacer de nuevo un gran negocio al que todos los fanáticos de las historias de la Tierra Media, sin duda, contribuiremos a acrecentar con nuestra presencia en los cines.
Mientras tanto, la maquinaria publicitaria que ya empezó hace más de un año, principia a generar sus primeros frutos, pues las entradas para el pre-estreno, para el estreno y los primeros días es probable que ya estén vendidas, y que se hagan largas filas para entrar en los cines, y que se comente en periódicos y revistas sobre este nuevo fenómeno cinematográfico. Todo un negocio que no deja resquicio alguno para la imaginación, y que apropiadamente sale unos días antes de la Navidad para aprovechar la coyuntura.
La mayoría de fans, sin embargo, no suele hacerse estas disquisiciones, sino simplemente se apresura a comprar con antelación su entrada, hacer las filas correspondientes, adquirir los productos del mercado propios del evento, comentar con amigos sobre el filme y esperar ansiosamente para ver la siguiente película. Sucede lo mismo con casi cualquier historia planificada como trilogía, pues de eso vive la industria cinematográfica.
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