Hoy ese futuro se nos presenta en la forma de niños y jóvenes que caminan por las montañas de Huehuetenango, las colonias de la ciudad de Guatemala o las riberas del lago de Izabal. Las probabilidades de que nos beneficiemos de sus habilidades están supeditadas a las condiciones que les generemos, especialmente en educación.
Lamentablemente, las comunidades rurales suelen tener muy malas condiciones educativas. Muchas de ellas todavía carecen de escuelas de párvulos o de centros educativos de nivel medio. Otras reciben educación de cuestionada calidad, lo cual representa una dolorosa oportunidad perdida. El talento está repartido igualmente. Las oportunidades no.
Punta Brava, una comunidad de Los Amates situada en la ribera este del lago de Izabal, tampoco contaba con acceso a educación secundaria. Para continuar más allá de primaria, se tenía que abandonar la comunidad a los 12 o 13 años. Algunos lo logramos por medio de becas o con el esfuerzo de padres que podían costear el traslado a un centro urbano. La mayoría no lo pudo conseguir.

En 2014, un grupo de docentes, padres de familia y líderes comunitarios iniciamos esfuerzos para crear un nuevo centro educativo. Así nació el Instituto Nacional de Educación Básica Puente, en un rehabilitado salón comunal, con divisiones de papel periódico entretejido y mobiliario fabricado por los mismos estudiantes. En 2016, el reconocido neurólogo Henry Stokes donó un amplio terreno para fines educativos, y la escuela secundaria Ewald Mataré, de la ciudad de Meerbusch, Alemania, realizó un aporte para construir un primer salón de clases, diseñado de acuerdo a las características climáticas locales.
La visión del instituto Puente es proveer educación de excelencia a comunidades rurales. Se llama Puente porque la educación, cuando es de excelencia, puede ayudar a los jóvenes a transitar hacia un futuro con mejores oportunidades de empleo, de ingreso y de calidad de vida. La educación de excelencia constituye también una herramienta para superar las brechas que existen entre las áreas urbanas y las rurales.

Anualmente, el instituto atiende a un promedio de 30 estudiantes del ciclo básico, provenientes de cinco pequeños poblados: Pueblo Nuevo, Finca Tecomates, Boca Ancha, caserío Puntas Hondas y Punta Brava. Los esfuerzos iniciados en 2014 están dando sus primeros frutos. Este año, 10 jóvenes egresarán de tercero básico, entre ellos siete mujeres. Se unirán a los 16 que concluyeron el ciclo básico en 2015 y 2016. De éstos, 10 continuaron una carrera de diversificado.
En Punta Brava soñamos en grande. Aspiramos a construir un modelo de excelencia basado en los siguientes elementos:
- Integración entre niveles educativos y entre comunidades para incrementar conjuntamente los resultados de aprendizaje, compartir recursos o personal docente y lograr que los estudiantes transiten desde la preprimaria hasta el diversificado.
- Infraestructura sostenible adecuada a las condiciones climáticas del área y construida con materiales locales.
- Servicio de transporte gratuito, que reduce barreras de acceso.
- Docentes comprometidos con la mejora continua.
- Enseñanza de tres idiomas (español, q’eqchi’ e inglés).
- Programas de arte y de deporte.
- Cursos complementarios de capacitación técnica.
- Calendario escolar ajustado a la realidad local, respetado por docentes y estudiantes.
- Participación activa de las familias y de las comunidades.
- Alianzas con instituciones y programas de excelencia en Guatemala y en el extranjero.
El financiamiento del proyecto se basa actualmente en un programa de apadrinamiento docente, a través del cual una persona, familia u organización patrocina el sueldo total o parcial de un docente por al menos un año. También proviene de pequeñas donaciones de amigos en Guatemala y en el mundo. De hecho, en este momento está en marcha una campaña de crowdfunding para contratar a un maestro de inglés que pueda enseñar en párvulos, primaria y básicos. Se puede colaborar a la campaña aquí, donde se reciben donaciones de un dólar en adelante.
El futuro de Guatemala depende de niños y jóvenes que están en nuestras aulas o que pronto ingresarán a ellas, en Punta Brava o en otras comunidades. Si logramos que, independientemente de su origen, accedan a las mejores oportunidades educativas, estaremos propiciando innumerables posibilidades de bienestar para todos.

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