Gobernanza indígena Tz’utujil en Santiago Atitlán: defensa del lago y lucha contra la corrupción
Gobernanza indígena Tz’utujil en Santiago Atitlán: defensa del lago y lucha contra la corrupción
«Y celebraron consejo en medio de la obscuridad, en el amanecer. Cuando buscaron y discutieron, reflexionaron, y meditaron, aquí. De esa manera surgió la idea clara, diáfana; encontraron y decidieron qué se necesitaba para el cuerpo humano» Popol Wuj.
¿Quién protege el lago de Atitlán cuando el Estado mira hacia otro lado? En Santiago Atitlán, las autoridades ancestrales Tz’utujiles toman decisiones que afectan la vida y el futuro de toda la comunidad. Este ensayo forma parte de una investigación en curso sobre los orígenes, la evolución y las características sociales, políticas y jurídicas de los gobiernos y autoridades indígenas en Guatemala[1], así como sobre sus aportes y desafíos frente a la crisis democrática y la regresión autoritaria que atraviesa el país, un problema no solo regional, sino también mundial.
Contexto cultural, histórico y social
Al momento de la conquista, el pueblo Tz’utujil de Tz’ikin Jaay, la casa de los pájaros[2], estaba asentado en el cerro sagrado de Chiutinamit, pero fue trasladado y concentrado en Santiago Atitlán, en honor al apóstol pescador impuesto por la colonia.
Como en la mayoría de los territorios indígenas, se instauraron dos estructuras de control: las cofradías y los cabildos indígenas. En Santiago Atitlán, ambas se interrelacionaron y se transformaron con la apropiación del pueblo Tz’utujil. Su complejidad aumentó con la incorporación del personaje ancestral del Rilaj mam (gran abuelo), conocido como Maximón, cuya imagen es custodiada por la cofradía de Santa Cruz.
Un elemento distintivo de Maximón son sus telas y tejidos, entre los que destaca el xq’ajco’j (pañuelo), que simboliza la autoridad —en otros pueblos, representada por una vara—. Según el escribano de la Cabecera, este objeto representa una resignificación del poder ancestral.
Este ejemplo evidencia que los gobiernos y autoridades indígenas no se pueden generalizar. Aunque comparten elementos comunes, también presentan diferencias culturales, sociales, territoriales, idiomáticas, migratorias, políticas e históricas.
Principios de la gobernanza indígena
La gobernanza indígena comprende el ejercicio del poder y la gestión de los asuntos del pueblo o la comunidad, incluyendo estructuras y autoridades, prácticas, normas, participación directa y asignación de responsabilidades en la toma de decisiones.
Dado que emana del servicio comunitario, esta gobernanza comparte características comunes entre diversos pueblos indígenas:
-
Relaciones territoriales concretas: El territorio es un sustrato de vida comunitaria, conformado por conocimientos ancestrales sobre plantas y animales, respeto a guardianes de ríos y lagos, protectores de montañas y espíritus de semillas sagradas, proveyendo sustento material y espiritual.
-
Alcance regional y global: La gobernanza indígena no se limita al plano local; sus territorios abarcan regiones del país y se relacionan con fenómenos departamentales, nacionales e internacionales, como el cambio climático y la crisis democrática.
-
Valores comunitarios: Paz, respeto, reciprocidad, cumplimiento de acuerdos y confidencialidad.
-
Capacidad de análisis y resolución pacífica de conflictos.
-
Servicio y liderazgo comunitario con carisma: Anteponer los intereses comunales sobre los personales.
Para entender cómo se concretan estos principios, es necesario analizar la conformación de la Cabecera del Pueblo Tz’utujil y su ejercicio de gobernanza.
La Cabecera del pueblo y su conformación
Para la comprensión de la constitución de los gobiernos y autoridades ancestrales tz’utujiles, es fundamental reconocer el papel central de la Cabecera en la organización política y espiritual del pueblo. En Santiago Atitlán, esta figura representa la máxima autoridad ancestral, reconocida por la comunidad como guía y representante legítimo. El líder que ejerce esta función se conoce precisamente como el cabecera.
Actualmente, la Cabecera del pueblo se encuentra en un proceso de rearticulación. Está integrada por un cabecera, un escribano, un fiscal I y un fiscal II. Además de contar con el apoyo de sus redes familiares y de parentesco están articuladas con autoridades propias como comadronas, guías espirituales, pescadores y cuidadores de playas y caminos comunales. También participan representantes de migrantes y de comerciantes locales, regionales y nacionales, principalmente de mariscos, aguacate, cebolla y naranja, provenientes de la terminal de la zona 4 de la Ciudad de Guatemala, Quetzaltenango, Mazatenango y Chimaltenango.
[frasepzp1]
Tradicionalmente, el nombramiento de los integrantes se hacía en el seno del sistema de cofradías. Con el tiempo, este cargo se limitó a los asuntos religiosos y culturales, dejando de lado los problemas sociales, ambientales, económicos y políticos. Incluso, la figura de la Cabecera anterior era más simbólica que real[3]. La situación se agravó cuando falleció el anterior líder y no se nombraron nuevos integrantes. Para solventar esta problemática, las cofradías designaron a los sucesores junto con el alcalde municipal, lo que quebrantó la autonomía y libre autodeterminación del pueblo tz’utujil, dado que las municipalidades forman parte del Estado y no de las autoridades ancestrales.
Ante esta situación, el 1 de noviembre de 2024 se convocó a una asamblea general en el parque central del municipio. Una de las resoluciones fue realizar una elección abierta, mediante la cual la población eligió a la actual Cabecera del pueblo. Este proceso permitió retomar la función original de la autoridad ancestral: defensa del territorio, gobernanza y resolución de conflictos ambientales, sociales, políticos y económicos, distanciándose del sistema de cofradías en los asuntos comunales.
Ahora bien, la Cabecera actual representa una convergencia de jóvenes, adultos y ancianos. Por ejemplo, la diferencia de edad entre el cabecera y el escribano es de aproximadamente 25 años; el cabecera es ajq’ij (guía espiritual maya) de carácter fuerte, mientras que el escribano fue catequista conservador. La rearticulación requirió un proceso de sanación y defensa del territorio. «La búsqueda del bien común se ha convertido en una escuela de aprendizaje» [4]: escucha de las demandas de la población, aprendizaje del habla pública, conciliación de distintos puntos de vista y resolución pacífica de problemas locales, regionales y nacionales, principalmente en idioma tz’utujil.
Como autoridad ancestral vigente en Santiago Atitlán, la Cabecera tiene como funciones principales gobernar y proteger el territorio, incluyendo la tierra comunal y el lago de Atitlán, y resguardar la Caja Real, documento que certifica la propiedad colectiva del pueblo. Los cargos en ella se obtienen tras al menos ocho años de servicio comunitario gratuito, se eligen en asamblea abierta y pueden ser reelegidos.
Desafíos de la Cabecera
En el caso de Santiago Atitlán, las autoridades indígenas —en especial la Cabecera — han enfrentado conflictos políticos con autoridades eclesiales y estatales, una constante a lo largo de su historia. A pesar de las décadas transcurridas desde los estudios de Mendelson[5], esos conflictos siguen vigentes. Algunos catequistas consideran a Maximón una representación de Judas Iscariote; las cofradías mantienen vínculos con el alcalde municipal —expulsado por la población por actos de corrupción—; mientras que la Cabecera del pueblo se mantiene cercana a la espiritualidad maya o la costumbre. Por su parte, los grupos evangélicos continúan afianzando su presencia e intereses, y acusan al cabecera de practicar brujería debido a su rol como ajq’ij (guía espiritual).
Sin embargo, frente a problemáticas comunes como la contaminación del lago de Atitlán y la corrupción del gobierno municipal, muchas de estas diferencias religiosas se disuelven, dando paso a la unidad y solidaridad del pueblo tz’utujil frente a la relativa indiferencia tanto de la Iglesia católica como de la evangélica.
La contaminación del lago por tilapias
Ante las demandas de la población y el trabajo iniciado por otras organizaciones sociales del municipio en la preservación y protección del lago[6], las autoridades ancestrales convocaron y organizaron una asamblea general para discutir la contaminación provocada por las jaulas de tilapia (pez invasivo introducido ilegalmente). Este presentaba manchas negras, el agua potable tenía residuos y mal olor, los pescadores constataban la muerte de peces y flora nativa debido a las toneladas de alimentos y químicos vertidos al lago. Era imperativo tomar acciones ante la inactividad del Estado y la iniciativa privada.
Tras la convocatoria de la Cabecera del pueblo, el 14 de julio de 2025, miles de personas se dieron cita en el parque central: pescadores, vendedores, artesanos, jóvenes, lancheros, jornaleros, comerciantes, estudiantes, profesionales, guías de turismo, hombres y mujeres, católicos, evangélicos y costumbristas tomaron la palabra y propusieron soluciones. Todas y todos coincidieron en que era urgente sacar las jaulas de tilapia, se recabaron cerca de 20 mil firmas.
«El pueblo ya decidió, en dos días se van a sacar las jaulas de tilapia pues el lago está muy enfermo»[7]. La voluntad del pueblo debía ser ejecutada por las autoridades ancestrales, una tarea nada fácil: detrás de las jaulas había denuncias en el Ministerio Público —la principal institución criminalizadora del país— y el Estado brillaba por su ausencia. Aun así, la presión y el apoyo social eran enormes. A partir de las deliberaciones durante la asamblea, las autoridades ancestrales entraron en consejo, juntaron su pensamiento y decidieron cumplir la demanda del pueblo.
La mañana del 23 de julio, las autoridades ancestrales junto con centenares de personas se reunieron en la plaza pública de Chinim Ya’, realizaron una oración y después comenzaron a sacar las jaulas, durante dos días extrajeron 235 jaulas y cerca de 700 quintales de peces[8].
Una vez más, se evidenció la unidad y solidaridad del pueblo tz’utujil. Cientos de vecinos prestaron servicio comunitario a través de sus conocimientos y habilidades para desmantelar las jaulas. Identificaron peces envenenados, los separaron y los enterraron en el predio municipal.
Estratégicamente, la acción se realizó durante la feria titular del municipio. Esta vez, en lugar de ventas, fuegos artificiales, juegos mecánicos y grupos de baile, la población decidió limpiar su amado lago. La comunidad se alternó y distribuyó miles de peces en canastos, costales, cubetas y toneles, «hubo muchos peces, pero no son sabrosos como los peces nativos del lago»[9].
Los días de trabajo se viralizaron, el país observó la acción contundente del pueblo tz’utujil liderado por sus autoridades ancestrales. Esta acción ha tenido eco en otros municipios del lago de Atitlán, principalmente en San Lucas Tolimán y San Pedro la laguna (donde siguen luchando contra la producción de peces invasivos). Además, se unió Panajachel y otros municipios donde se siguen tirando aguas negras al lago, principalmente hoteles y restaurantes.
El pueblo tomó esa decisión pues la institucionalidad del Estado no daba ninguna respuesta, no hubo voluntad ni capacidad del sistema para resolver el problema. El alcalde decía que era un problema del gobernador, el gobernador decía que la responsabilidad recaía en instituciones como CONAP, DIPRONA, AMSCLAE y el MAGA[10], entidades que a su vez se tiraban la responsabilidad y aducían que era un problema municipal, cuando, en realidad, «se trata de un problema nacional, pues el lago de Atitlán es un patrimonio cultural»[11]. Por tal razón y en el marco de la libre autodeterminación de los pueblos indígenas, las autoridades ancestrales se organizaron. De lo contrario, según la misma población tz’utujil, seguirían esperando a que el gobierno asuma una posición.
Exigencia de la renuncia del alcalde municipal
El tercer acontecimiento histórico, es la actual solicitud de renuncia del actual alcalde municipal, Francisco Coché del partido Cabal, acusado de autorizar más de 200 tuc tuc a cambio de pagos ilegales (de Q80 mil cada una), así como impulsar obras millonarias sobrevaluadas[12].
[frasepzp2]
Para atender las denuncias de corrupción, las autoridades ancestrales convocaron nuevamente a una asamblea general en la plaza de la iglesia. Una vez más, la fecha fue emblemática: el 15 de septiembre de 2025. Miles de personas dieron a conocer su descontento contra el alcalde municipal, solicitaron su renuncia y la necesidad de recuperar la municipalidad. Los festejos de la supuesta independencia (la misma acta de 1821 lo reconoce) adquirieron un nuevo rostro. Las antorchas hacían alusión al fuego sagrado y, las banderas blancas a la paz del pueblo y sus autoridades ancestrales, no a la invención de la tradición del nacionalismo criollo, domesticado por medio del sistema educativo.
Esa vez, se recopilaron cerca de 10 mil firmas, que fueron entregadas al Concejo Municipal. Ante la ausencia del alcalde municipal, la población decidió tomar la municipalidad. Varios miembros del Consejo respaldaron las demandas de la población y dejaron pacíficamente las instalaciones, las cuales fueron cerradas simbólicamente con cadenas y candados.
El mismo día, las autoridades ancestrales presentaron una denuncia contra el alcalde ante el Ministerio Público, pero esta no fue aceptada para su trámite. Por esta razón, la población exigió la expulsión de dicho organismo, en consonancia con la expulsión del ejército en 1990, tras haber cometido una masacre y atentado contra la paz y el orden público.
Desde entonces, el alcalde no ha dado la cara, y la población continúa resguardando la sede de la municipalidad. Para ello, los cantones y comunidades del territorio Tz’utujil, Tz’ikin Jaay (municipio de Santiago Atitlán), se han turnado día y noche frente al edificio municipal.
Una vez más, se constata la unidad y la solidaridad del pueblo Tz’utujil, pues, como afirman pobladores consultados, «hay un hartazgo contra la corrupción» compartido en todo el territorio.
Desde entonces, cada día truene, llueva o relampaguee, las autoridades ancestrales hacen un recuento de la situación política del municipio. La población contribuye llevando comida y bebidas: pan, patin (plato tradicional tz’utujil), pasteles, tamales, café, té y atol. Así como diversos utensilios para cocinar, proteger y adornar el lugar: equipo de sonido, pancartas, sombrillas, nylon, utensilios, etc. Así como el aporte de dinero de vecinos dentro y fuera del municipio, con montos que van de Q50 hasta Q500, pues la lucha es larga y compartida.
Las autoridades ancestrales han comunicado sus acciones a la Gobernación Departamental y a la Policía Nacional Civil, no con el fin de pedir permiso, sino para informar y solicitar el resguardo de la población. Las fuerzas de seguridad han acompañado cada actividad, y la comunidad les ha brindado apoyo con alimentos y bebidas.
Recientemente, una delegación de Santiago Atitlán tuvo una reunión en la Secretaría privada de la presidencia, había pedido audiencia desde enero, pero no recibieron respuesta. Se trataron tres temas estrechamente relacionados: 1) la lucha por el rescate y protección del lago de Atitlán; 2) la participación de la Cabecera del pueblo en los diálogos con la presidencia —participan actores no representativos—; 3) la solicitud de la renuncia del alcalde municipal.
Se vislumbraron varias alternativas, las cuales se consultarán con la población, pues se trata de una lucha por la dignidad, la paz y la seguridad de todo el territorio, por lo tanto, debe ser discutida conjuntamente en el territorio.
Criminalización
En Atitlán, la criminalización inició con discursos de odio que acusaban al Cabecera del pueblo de brujo e incluían incitaciones a la violencia contra los líderes de las asambleas generales. Posteriormente, a raíz de la solicitud de renuncia del alcalde y de la ocupación pacífica de la municipalidad, aparecieron amenazas de muerte en mantas anónimas colocadas en el cementerio y en el cantón de Panabaj, con mensajes como: «…toda esa gente que firmaron uno por uno los vamos a matar».
El Ministerio Público, según la misma población tz’utujil, en lugar de investigar la contaminación del lago, el cultivo ilegal de tilapias, el otorgamiento anómalo de las líneas de tuc tuc, la solicitud de renuncia del alcalde y las amenazas de muerte, ha tramitado un amparo que solicita la intervención de la policía y antimotines para desalojar a la población este miércoles 8 de octubre. Ha trascendido que buscan congregar a más de mil fuerzas policiales en San Lucas Tolimán. De acuerdo con líderes comunitarios, el fiscal del distrito de Sololá, Cornelio Sansón Sicay Ramírez, es un cercano colaborador de Rafael Curruchiche y de Consuelo Porras; varios pobladores lo identifican sentado detrás de la fiscal general en la foto que publicó el MP. Por estas razones, la población de Atitlán exige la expulsión del Ministerio Público, como en 1990, tras haber cometido una masacre y atentado contra la paz y el orden público.
Santiago Atitlán y sus autoridades ancestrales son un ejemplo de la vitalidad y vanguardia de los pueblos indígenas ante la crisis democrática y la regresión autoritaria que vive Centroamérica y el mundo. Los intentos de golpe de Estado en 2023 fueron contenidos principalmente por los pueblos indígenas; por ello, el sistema se ensaña contra sus líderes y lideresas, pero paradójicamente los fortalece y unifica. La toma de posesión de Arévalo fue posible gracias a la lucha de los pueblos indígenas y de los movimientos sociales que se articularon, junto con el hartazgo social de la población, principalmente joven, contra la clase política tradicional del #PactoDeCorruptos.
Al inicio del actual gobierno, compuesto por 14 ministerios, 17 secretarías, 22 gobernadores y cerca de 40 embajadas de la presidencia, la ausencia de los pueblos, las clases más empobrecidas y los movimientos sociales que impidieron el golpe de Estado fue notoria. La situación comenzó a cambiar lentamente, a pesar de episodios como la designación de Anayté Guardado como ministra de Energía y Minas —vinculada con empresas extractivas—, así como la criminalización y encarcelamiento de líderes indígenas.
Resistencia
A pesar de estas dificultades, los pueblos indígenas se han consolidado como un actor de primer orden, lo que incomoda al establishment, acostumbrado a dictar la orientación del gobierno, del sistema de justicia y del legislativo. Por ello, al CACIF le molestó profundamente que durante la crisis de 2023 en la mesa nacional de diálogo estuvieran presentes autoridades indígenas, acostumbrado tradicionalmente a negociar solo con la clase política servil y la comunidad internacional.
Los gobiernos y autoridades indígenas impulsan la resistencia y transformación social, fortalecida por la participación asamblearia del pueblo Tz’utujil. Esta se nutre del servicio a la comunidad, la espiritualidad maya, la honorabilidad y la meritocracia comunitaria en el desempeño de los cargos, así como del respeto a las decisiones de las asambleas o plebiscitos: el «mandar obedeciendo» de las comunidades zapatistas.
Finalmente, como lo demuestra el pueblo Tz’utujil, los procesos de transformación social se fortalecen con la participación asamblearia, la implicación directa de la población en la toma de decisiones, la transparencia en las negociaciones y la implementación de acciones contundentes. Ante problemas que amenazan la vida misma, es necesario tomar partido; intentar quedar bien con todos suele significar, en muchos casos, ponerse del lado de los opresores.
___________________________________________________________________________
[1] Con el apoyo del Fondo de Investigación Landivariana (FIL).
[2] Un rasgo distintivo de la indumentaria de hombres y mujeres son las aves bordadas en los güipiles y los pantalones cortos de Santiago Atitlán.
[3] Entrevista colectiva con la cabecera del pueblo, Santiago Atitlán, agosto de 2025.
[4] Entrevista con Diego Petzey, escribano de la cabecera del pueblo. Santiago Atitlán, septiembre de
2025.
[5] Por ejemplo, en 1914 un obispo intentó quemar a Maximón, por lo cual fue expulsado del municipio. En 1952, otro obispo trató de destruir la cabeza Maximón, pidió que fuera removido de la Cofradía de la Santa Cruz y de la iglesia. Durante el conflicto fueron saqueadas dos máscaras antiguas, E. Michael Mendelson encontró una de ellas y la entregó al Museo del hombre en París, Francia. E. Michael Mendelson, Los escándalos de Maximón: un estudio sobre la religión y la visión del mundo en Santiago Atitlán (Guatemala, Tipografía Nacional, 1965).
[6] La iglesia católica no quiso prestar la plaza pues se sentía amenazada por las nuevas autoridades ancestrales.
[7] Entrevista con vendedora de comida en Santiago Atitlán, 20 julio de 2025.
[8] Entrevista colectiva con la cabecera del pueblo, Santiago Atitlán, agosto de 2025.
[9] Entrevista informal con antiguo cofrade y actual vendedor de abarrotes. Santiago Atitlán, 17 de septiembre, 2025.
[10] Consejo Nacional de Áreas Protegidas; Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca del Lago de Atitlán y su Entorno; Ministerio de Agricultura, División de la Protección de la Naturaleza, respectivamente.
[11] intervención de la Cabecera del pueblo en la reunión con la Secretaría Privada de la Presidencia, 22 de septiembre de 2025.
[12] Asamblea general en Santiago Atitlán, 15 de septiembre de 2025.




Más de este autor