Y debiera ser la luz que ilumine y concientice a todos los habitantes de Quetzaltenango, urbanos y rurales, primero para comprender el grave peligro material que corre el municipio y, segundo, ante la pérdida de uno de los valores locales que tanto ha presumido la población: ser una población amante de la cultura, la ciencia, la ciudadanía y orgullosa de su paisaje natural bordeado de verdes cerros, montañas, volcanes y agua suficiente.
La foto, que encabeza el artículo, documenta parte de la tragedia ambiental que está avanzando, primero en el valle de Palajunoj y que, pronto, afectará al casco urbano. Se habla de la existencia de más de 16 licencias de exploración y explotación que el Ministerio de Energía y Minas ha autorizado en dicho valle, que sufre de nuevo otra invasión a su territorio al igual que en 1524, cuando el pueblo kiche´ enfrentó al invasor.
La larga fila de camiones de gran tonelaje cargados con minerales extraídos de la madre naturaleza, que salen continuamente de dicho valle, pasando por las principales arterias de la ciudad, va aumentando de manera alarmante ante la indiferencia de los vecinos que no han comprendido que la vida del municipio se va en esos vehículos. Y, sobre todo, con la complicidad de las autoridades municipales y las instancias sectoriales de los ministerios relacionados al problema asentadas en el municipio.
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Veremos en el próximo artículo, que la lucha de Xepache fue contra todas las entidades locales y gubernamentales que no apoyaron las gestiones de inconstitucionalidad, aunque fueron escuchadas en el proceso y no se pronunciaron a favor de la comunidad. Afortunadamente, la carrera de Derecho del CUNOC, a través de profesionales y la asociación NIM AJPÚ, auxiliaron a la comunidad logrando el amparo definitivo que prohíbe el funcionamiento de la empresa minera por no haber consultado.
El valle de Palajunoj ocupa una gran parte del municipio y es geográficamente el más grande espacio de infiltración de agua que alimenta los mantos freáticos que proporcionan agua a la ciudad a través del sistema de pozos ubicados en colonias, barrios y comunidades. El agua nace de las montañas que rodean parcialmente al valle: cerro Candelaria, Ixcanul, Siete Orejas y otras montañas más pequeñas. Todas serán afectadas por la minería y con ello se agotarán los frondosos bosques, afectando a la agricultura que provee al municipio de los principales productos vegetales.
Se agrega la existencia ilegal del botadero de desechos que la municipalidad utiliza a pesar de haber sobrepasado su vida legal según las leyes. Este botadero está infiltrando los líquidos que segregan los desechos, contaminando fuentes y reservorios de agua para todo el municipio.
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No hemos sido capaces como habitantes del casco urbano, de tener una visión prospectiva que alerte sobre el riesgo que corren nuestros descendientes que vivirán en una ciudad contaminada, sin bosques, sin agua y sin ningún beneficio tangible producto de la extracción minera. Cuando las montañas se agoten, las mineras se irán sin haber aportado nada para resarcir el daño causado y los habitantes quedarán sumidos en las consecuencias de la tragedia ambiental que hoy estamos a tiempo de evitar.
Kulajá, Xelajuj Noj, Quetzaltenango, son la continuidad histórica de esta región, expresión de la diversidad de la cual somos orgullosos. Los que hemos nacido acá, los que han venido a hacer vida y los que visitan ocasionalmente el municipio, admiramos la Luna, la gastronomía, las expresiones culturales, la vida «sana», el emporio educativo y productivo y, sobre todo, ser una población culta. Sueño y orgullo que se va desvaneciendo ante nuestra indiferencia, ante la omisión de las autoridades locales y ante los embates de la ambición minera. ¿Qué municipio tendremos ante esta realidad?
En un arrebato de dignidad, debemos luchar porque Quetzaltenango ¡sea un territorio libre de minería! como lo han hecho otras sociedad y países de verdad cultos.
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