A medida que las ciencias sociales han surgido durante los dos siglos de la dominación norteamericano-europea[fn]En mis artículos no utilizo los términos Europa, Europa Occidental, América del Norte, Oeste y Norte global con un significado preciso o con una distinción. Más bien los utilizo para generalizar la referencia a la región del globo que ha dominado el mundo durante los últimos dos siglos. Cuando me refiero al Sur global, implicaré el intento de contrastarlo como el opuesto a los términos Norte global u Occidente, y en ocasiones el de contrastarlo con los de Europa y América del Norte. Esta confusión de terminología refleja perfectamente lo que ocurre en mi explicación sobre la importancia de llevar las ciencias sociales a niveles más profundos de entendimiento en los artículos que buscan profundizar en los estudios globales.[/fn], y debido a que nuestra memoria colectiva apenas es capaz de reconocer la idea de un orden mundial diferente, nuestra visión del mundo social —en las ciencias sociales, así como en la vida diaria— se basa en una visión anormal del estado actual del sistema global de naciones. El ascenso de los países del Sur que vio la luz durante los años 1980 y se concretó después de 1989 es una invitación a revisar los conceptos básicos de las ciencias sociales, que ya no son aptos para explicar el presente y que tampoco son útiles para explicar el pasado preindustrial o el mundo poscolonial en que vivimos. El surgimiento de términos como Sur global es, por lo tanto, necesario para comprender el actual sistema multicéntrico y contextualizar las acciones colectivas que tienen impactos a nivel micro y macro en nuestras relaciones ético-sociales.
Es un hecho que la experiencia euroamericana y eurocéntrica no encaja del todo ni es funcional para explicar la experiencia de todas las otras regiones del mundo a lo largo de la historia. Así, la base empírica de las ciencias sociales ha de ser ampliada y contenida en términos que expliquen con mayor detalle la experiencia social en que nos relacionamos. Los estudios de área (area studies, por su nombre en inglés), sociología y cultura indígenas y el área de los estudios globales, en la que me especializo, son los primeros estudios dentro de las ciencias sociales que han ampliado su acervo lexicográfico con la intención de ser más asertivos en la observación de la acción humana en sociedad. Sobre esta base, el resto de las ramas del conocimiento que componen las ciencias sociales también habrán de revisar sus teorías, en especial aquellas que se basan exclusivamente en la experiencia euroamericana. Esta ha sido, por los últimos dos siglos, la realidad dominante y el modelo bajo el cual el resto de las sociedades fue estigmatizado, catalogado, medido y deconstruido en las ciencias sociales.
Para entender qué y cómo funciona el actual mundo multicéntrico, es necesario que primero esbocemos algunas de las bases eurocéntricas de la teoría crítica y luego las confrontemos con el ascenso de los países del Sur y sus consecuencias. La más importante de las consecuencias es el surgimiento de un relativismo interpretativo, contextual y cultural que todo lo abarca. Es necesario comprender que los absolutos eurocéntricos y euroamericanos no son válidos ya para explicar las ciencias sociales. Por el contrario, deben ser superados, interpretados y contrastados con las múltiples realidades culturales que conforman el Sur global y sus múltiples variantes interpretativas de las ciencias sociales puestas en acción. Cuatro puntos para empezar a conocer los fundamentos del Sur global son necesarios:
En primer lugar, la modernidad americano-europea no puede ser considerada como el objetivo de un desarrollo más en la historia, ya que Europa y Estados Unidos han cedido su liderazgo en el desarrollo solamente en algunas categorías de las ciencias sociales y nunca lo tuvieron en muchas otras. En segundo lugar, la evolución unilineal es un marco referencial engañoso para la comprensión de la historia porque la mayoría de los fenómenos históricos no responden a una evolución teleológica. En tercer lugar, todavía no hemos encontrado las leyes universales de la historia y quizá nunca lo logremos. En cuarto lugar, no hay ningún objeto de las ciencias sociales que sea una totalidad, ni siquiera el mundo globalizado, ya que cualquier objeto se relaciona con los demás y su conceptualización responde a un sesgo cultural y social que nos impide formularlo como absolutos filosóficos o axiomáticos.
Entender los cuatro puntos anteriores y sus implicaciones nos permitirán comprender cómo, desde el colapso de la Unión Soviética en 1989, la relación entre el Primer Mundo y el Tercer Mundo ha cambiado fundamentalmente. Ciudades, subregiones y países enteros del Tercer Mundo han entrado en el Primer Mundo. Actualmente, aquel se está transformando en un complejo mosaico de Estados-naciones emergentes, nodos globales y subregiones empobrecidas. Ya no se pueden hacer separaciones claras entre el Primer Mundo y el Tercer Mundo. Un claro ejemplo se evidencia cuando actores como los hombres y las mujeres más ricos del mundo viven y se enriquecen de y en todas las categorías de mundos que existen. Sería ridículo clasificar a Corea del Sur o a Singapur, a Irán o a Venezuela, como países del Tercer Mundo en este momento. A pesar de la pobreza generalizada, incluso los grandes Estados nacionales de la República Popular China, Brasil e India ya no cumplen los criterios de los países del Tercer Mundo. Todos ellos son lugares donde actualmente conviven los individuos más ricos, los principales centros de alta tecnología y las más amplias clases medias del mundo.
En la segunda parte de esta discusión buscaré aplicar y contrastar las actuales categorías convencionales que utilizan los académicos sociales, los académicos políticos y los economistas, entre otros, en sus análisis fundamentados de los sistemas eurocéntricos que busco cuestionar y problematizar. Espero que este análisis nos permita concebir un mundo más crítico de oyentes que problematicen los actuales discursos y los pilares eurocéntricos bajo los cuales nuestra economía, nuestra política y nuestra vida en sociedad son dictadas por las élites académicas actuales. ¿Qué opinan?
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