País vecino de Guatemala y México, Belice es habitado por mayas yucatecos, jipis británicos y gringos, afrodescendientes, personas q’eqchi’ de origen guatemalteco, menonitas y más de un mexicano. Como el resto de la costa atlántica centroamericana, permaneció al margen del proyecto modernizador. Las capitales del Istmo, volcadas hacia la costa del océano Pacífico, explican en parte la indiferencia hacia aquellas tierras.
¿Por qué entonces los arrebatos guatemaltecos frente al actual ...
País vecino de Guatemala y México, Belice es habitado por mayas yucatecos, jipis británicos y gringos, afrodescendientes, personas q’eqchi’ de origen guatemalteco, menonitas y más de un mexicano. Como el resto de la costa atlántica centroamericana, permaneció al margen del proyecto modernizador. Las capitales del Istmo, volcadas hacia la costa del océano Pacífico, explican en parte la indiferencia hacia aquellas tierras.
¿Por qué entonces los arrebatos guatemaltecos frente al actual affaire Belice? Las cifras, comentadas por simpáticos y patriotas vecinos, anuncian que son diez los guatemaltecos asesinados por las ¿negras? balas del Ejército beliceño desde 1999. El último: Juan y/o Julio Alvarado, según diversas fuentes, en un incidente confuso en la frontera, en el cual resultaron heridos el padre y un hermano del finado.
El Ejército de Guatemala, «exportador de la paz», como lo definió el ministro de la Defensa, Williams Mansilla, desplegó tropas en la frontera. Belice hizo lo mismo. Las voces patrioteras no se hicieron esperar y surgieron de arriba (es decir, de funcionarios gubernamentales) y de abajo (es decir, de vecinos que emiten opiniones ya en comentarios, ya en columnas de prensa). Sin embargo, unos y otros refuerzan lo que ya sabemos: Belice es un oscuro objeto del deseo entre los guatemaltecos. Y no exclusivamente por los 12 272 kilómetros que Guatemala reclama como propios. Los medios y los analistas políticos omiten las opiniones de los beliceños frente a la destrucción de Chiquibul, reserva ecológica colonizada por guatemaltecos: un hecho que la prensa beliceña reseña con preocupación. En Guatemala, silencio. Es un asunto que expresa el extraño nacionalismo de los guatemaltecos. Lo cual no es ninguna novedad.
Las manifestaciones callejeras de estudiantes sucedidas durante los meses de marzo y abril de 1962 tuvieron como leitmotiv reivindicar la soberanía sobre Belice, sin importar de nuevo el rechazo de los beliceños frente a los afanes anexionistas de Guatemala. Los guatemaltecos, asiduos asistentes a las marchas callejeras, nacionalistas de pura cepa, les apuestan otra vez a las prolongadas caminatas, a las concentraciones en la plaza central, unidos, como Dios manda, para hacer ahora sí la revolución —¿elecciones no entonces?— y de paso recuperar Belice.
En este numerito no hay mucho lugar adónde hacerse. No, el affaire Belice no es un distractor. No hay que ver conspiración donde no existe. Un nuevo incidente que agita las llamas de un viejo tema que, a su vez, mueve los apetitos del ¿imperialismo guatemalteco? Otra vez los sencillos comentarios ciudadanos en las notas de prensa nos recuerdan que ¿Belice es nuestro? Pobre Guatemala: tan cerca de Belice, tan lejos de la playa caribeña.
José Domingo Carrillo Padilla, de nacionalidad guatemalteca, es doctor en Historia por la Universidad Autónoma Metropolitana (Iztapalapa, México) y profesor investigador de tiempo completo en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (México).
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