El aeropuerto como espejo del país

Lo refleja en la parte de corrupción estatal y cooptación por parte de empresas. Corrupción generalizada, porque tres gobiernos distintos, de distintos partidos políticos y dos ideologías son los responsables. Tres presidentes, Óscar Berger, Álvaro Colom y Otto Pérez Molina; durante al menos tres distintos ministros de Comunicaciones desde su planificación hasta su ejecución y revisión, con Eduardo Castillo, Luis Alejos y Alejandro Sinibaldi.

Hemos desembolsado miles de millones de quetzales y todavía no podemos tener un aeropuerto nacional decente. Lo refleja por un trabajo mediocre hecho por empresas privadas para el gobierno y un sector público que no tiene mecanismos para reclamar productos de calidad. Ni siquiera tiene aire acondicionado y a los visitantes lo reciben goteras en camino a las aduanas.

Un pésimo estado de la infraestructura, por cierto, que contrasta con el muy buen servicio de los trabajadores del aeropuerto para con los usuarios. Alguien tiene que ser responsable y todavía no lo hemos encontrado. Las diputadas Delia Back y Miriam Pineda, de Lider, lo constataron, pero desapareció del debate nacional. Que sigan fiscalizándolo hasta poder nombrar a las empresas y los funcionarios responsables –aunque no necesitamos una interpelación que detenga todo el Congreso para esta fiscalización–.

Lo refleja también por la oscura forma de otorgar todas las ventas sin pago de impuestos a una empresa panameña y sacar prácticamente a la Sociedad Guatemalteca del Niño, que vivía de lo que obtenía de esas ventas en el Aeropuerto.

Lo refleja, además, por el clasismo. Es el único aeropuerto del mundo en el que los familiares, amigos y socios tenemos que esperar a la intemperie, en la calle, a nuestros visitantes, en vez de hacerlo bajo techo, dentro, como en todos los aeropuertos. Y no es excusa cultural. Países más pobres que Guatemala no echan a la calle a sus ciudadanos. Tampoco ningún país, por cierto, les coloca en los pasaportes a sus ciudadanos que tienen un “pasaporte ordinario” en vez de únicamente un “pasaporte”.

En fin, es una pena que hayamos pagado por este aeropuerto y que frente a todos nosotros, tres administraciones distintas nos hayan visto la cara y esperan que no reclamemos por un producto malo, corrupto, clasista y que refleja lo peor de nuestro país.

* Publicado en elPeriódico, 9 de julio.