Desde esta columna he criticado las negativas de los motoristas a usar un chaleco y de la PMT a cumplir una ley. Pero no tenía a la vista nuevas evidencias y clasismos para mis argumentos. En realidad no hay evidencias que demuestren esto ha servido en algún país para reducir la inseguridad. Así como tampoco hay evidencias sobre la disminución de robo de celulares por obligar al 95 por ciento que está en prepago a registrarlo, dentro de tres años por cierto. Los chalecos, de noche, servirán en todo caso para prevenir accidentes. Y el registro, para controlarnos más.
Lo que sí sería efectivo contra los robos de celulares sería que se coordinaran y trabajaran la PMT, la PNC y el MP para desarticular las bandas de roba-celulares. Filmar a los ladrones (todos sabemos dónde roban), seguirlos en motos particulares, llegar hasta los lugares de venta, capturar, enjuiciar y encarcelar a las redes. Es como con las bandas de secuestradores; cualquier Estado funcional prefiere optar por desarticular redes y que no queden en la impunidad en vez de ponerles chalecos a todos los que tengan cara de secuestradores.
El 99 por ciento de motoristas –la moto es más barata y ágil– son tan trabajadores como los que se mueven en bus o carro, y con un chaleco es decirles: sos un potencial ladrón. Y asesino. Pero sobre todo porque no vas en carro. Y ahí es donde entra el clasismo.
A mí me parece tan sospechoso un motorista en un semáforo, como una camioneta agrícola polarizada que puede estar llena de gente armada que se siente impune, o un picop armadísimo. ¿Podría el gobierno del presidente Pérez Molina y el ministro López Bonilla obligar a todas las personas armadas o con guardaespaldas a que en la parte de atrás de sus carros pinten sus placas en grande, como las patrullas de la PNC, para asegurarnos que si disparan a alguien todos y las cámaras puedan ver las placas? Ah, no, porque ahí sí es meterse con alguien más poderoso y sabemos que la mano dura no está para tafetanes.
O pongámosle una franja naranja a los carros que han tenido conductores ebrios o en exceso de velocidad, para que todos tengamos cuidado cuando vamos cerca de ellos. O pongamos a soldados en las calles para hacer como si capturamos a los malos. Ajá. Pidámosle al Gobierno y al Congreso políticas públicas serias.
Más de este autor