Todos en el mundo político sabemos que la batalla política de 2014, cuando las comisiones de postulación, el Congreso y el Presidente elijan a los magistrados de las principales cortes y al jefe del Ministerio Público, será incluso más intensa que la de 2015 con las elecciones ediles, parlamentarias y presidenciales. Y que en esta ocasión el pulso, como hace cuatro años, será básicamente entre los sectores tradicionales y emergentes, los partidos y la sociedad civil.
Hace cuatro años, con la llegada de buenos magistrados y de Claudia Paz a la Fiscalía General se evidenció que liderazgos personales y equipos comprometidos sí pueden hacer la diferencia para derrotar a la impunidad. Y aunque del diente al labio todos decimos que la queremos derrotar, para muchos es blablá.
Tres aliados de la lucha contra la impunidad –la oficina de OACNUDH, la Embajada estadounidense y el International Crisis Group– organizaron un foro que hizo las veces de banderazo de salida para discutir sobre las comisiones de postulación. Arnold Chacón, el embajador gringo, dijo que a su país le interesa mucho el tema. Louise Arbour, jefa del Crisis Group, mostró estar un tanto lejana del conocimiento de la realidad nacional al tener como punto fuerte de su discurso que “está en contra de las reeleciones”.
Pero luego vino lo lindo. Habló Julio Ligorría, el experimentado consultor privado; socio del ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla; lobista para el Canal Interoceánico; columnista de Prensa Libre; y flamante embajador del presidente Pérez Molina en Washington. Hago una simplificación de lo que dijo: exguerrilleros, les vamos a quitar la Fiscalía y los espacios en el Organismo Judicial, por medio de los cuales han intentado alcanzar los objetivos que no pudieron durante la guerra. Y países amigos, gracias, pero no se metan. Repitió tres veces la palabra “exguerrilleros” y tres veces se refirió a la comunidad internacional para pedirle que no opinara.
Es preocupante. Primero, que tenga tan poca capacidad de abstracción como para reducir una década de lucha contra la impunidad a un asunto de exguerrilleros y extranjeros. Segundo, que muchos sectores de poder suscriben lo que dijo Ligorría, quien aclaró que hablaba a título personal. Tercero, que el presidente Otto Pérez Molina haya nombrado a una persona tan recalcitrante como embajador ante Estados Unidos. Y cuarto, que si Ligorría tuvo el descaro de ir a decir eso ante un auditorio de organizaciones civiles y diplomáticos, en público, qué no irán a hacer quienes lo suscriben, o sus amigos, o sus socios, o sectores tan obstinados, para asegurarse que puedan recuperar la jefatura del Ministerio Público, para que todo regrese a la “normalidad” de impunidad para los poderosos.
Si hay algo rescatable durante los últimos cuatro años en el país es la lucha contra la impunidad y unas cortes y fiscalías más saludables. Las universidades, los partidos políticos, la sociedad civil, la comunidad internacional, la CICIG, los medios de comunicación y la opinión pública deberíamos asegurar que tendremos jueces y fiscales más independientes. Sin árbitros limpios, es imposible aspirar a una democracia o a un Estado de Derecho.
(Aquí el link al discurso de Ligorría)
* Publicado en elPeriódico, 10 de septiembre.
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