Llegó el día

No hacen más que hacer predicciones. Que si habrá segunda vuelta, que si crecerá más la intención a favor de Baldizón, si aún es posible que Suger levante vuelo, si Sinibaldi le arrebatará la alcaldía a Arzú. Para otros, hastiados de tanta propaganda y financiamiento sin límites, la llegada del domingo es un alivio. No importa quién gane, lo importante es que esta burundanga se acabe pronto. Al final de cuenta, las elecciones no podrán cambiar las condiciones de fondo de nuestras distintas Guatemalas.

Entonces, a qué viene tanto barullo si las elecciones no son más que un formalismo que se repite cada cuatro años, que solo sirve para desplazar, reagrupar o ver surgir nuevos grupos de poder. En realidad, quienes más interés tienen en este tipo de eventos son aquellos a quienes las elecciones les representan el inicio de nuevas etapas, generalmente para cambio de estatus, nuevo empleo, ascenso profesional y, especialmente, para hacer chances con fondos del Estado.

Las elecciones han perdido buena parte de su sentido. Sirven para garantizar el principio de alternancia en el poder, aunque los partidos que sirven de puentes ahora estén revestidos de contenido poco democrático. Las elecciones son más que un formalismo. Está claro que los cambios de gobierno sí afectan nuestras vidas. Para bien o para mal, esos cambios generan impactos fuertes en la administración pública, espacio con el que interactuamos en lo cotidiano desde los trámites que hacemos hasta las modificaciones que implementan en muchos de los actos públicos que determinan nuestras vidas. Negamos a los políticos, pero terminamos jugando su juego e interactuando en su campo y con sus códigos. Manejamos un doble discurso, donde lo político es similar a lo obscuro, pero nos sentimos atraídos por sus prácticas y buscamos. Por todos los medios posibles queremos acceder a ese mundo.

En medio de este festín, donde solo unos se entretienen y otros presenciamos la tragicomedia, es momento para no perder de vista los importantes insumos que el proceso ha dejado durante su desarrollo. No importa tanto el evento, como lo vivido antes y después del domingo 11. Ordenar esas lecturas y analizar los elementos de fondo, nos permitirán constatar si estamos ante la repetición de un proceso superficial, o si está ocurriendo un profundo cambio político que parece imperceptible para la mayoría, cuyas repercusiones serán evidentes en el mediano plazo.

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