Efecto placebo

Eso es lo que sucede en la actualidad bajo las falsas premisas de que a los gobernantes hay que darles tiempo para que se pongan al hilo, tiempo de espera, compás de espera. Una minoría cuestiona, carece de paciencia, denuncia, se muestra intranquila por la falta de visión, de decisiones y de aciertos de quienes recién asumieron algunas porciones del poder. Los otros, mayorías, están complacidos. Salir de Baldizón era suficiente. Después de tal susto, lo que sea.

Lo que aún no asoma a ellos es esa dosis de realismo. Quien hubiese ganado las elecciones enfrentaría el escenario de un reducido margen de maniobra. Es la aplicación del efecto corsé. Sufrimos las consecuencias de amplios espacios de acción: impunidad, corrupción, incremento de estructuras criminales que han sido posibles gracias a las grandes avenidas donde los controles fueron limitados y deficientes. Ahora nos vamos al otro extremo: limitar al máximo, que los gobernantes estén condicionados por todos lados, que la discrecionalidad suene a mala palabra. Las estructuras del poder no se distorsionan. Por el contrario, las porciones del poder son mayores. Los detentadores del poder formal son accionistas temporales de pequeñas partes. Se amplían las listas de los poseedores de los pedazos grandes. Ese juego debe permitir márgenes de gobernabilidad para superar los estragos dejados por quienes han maniobrado con plenas confianzas, recuperar los terrenos minados, garantizar que las operaciones del mercado sean menos riesgosas.

Por la culpa de unos seguiremos sufriendo los más. A postergar las posibilidades de decisiones amplias y reformistas, profundas y ambiciosas. De momento y por un largo período, a reducir los fuegos, a contener los incendios, a normalizar las instituciones, a sacar de la jugada los rasgos disfuncionales, lo que no sume. Pero hasta allí.

Suficiente motivación para activar los músculos de la acción colectiva. Como en todo proceso social que persiga salir de la anomia, es una minoría la que apuesta por remover, provocar, encender y cuestionar, al tiempo que motivar a la impaciencia.