Este sentimiento de inquietud ante la lluvia solo se ve agravado por un estómago vacío. En Guatemala, donde más de la mitad de la población vive en pobreza o en pobreza extrema, la llegada de las lluvias inicia una lucha en la cual la ayuda de un gobierno activo es necesaria para apoyar a millones de ciudadanos.
Mientras la pobreza ha disminuido en el sudeste asiático en las últimas décadas, en Centroamérica y en África subsahariana ha aumentado al punto de que se ha hecho más aguda en las zonas agrícolas, según el más reciente informe del Banco Mundial. La baja productividad agrícola y la propiedad en manos de pocos terratenientes son factores clave en la alta tasa de pobreza de estas regiones, donde hay ricas tierras para el cultivo. Durante el período 1965-2000, África subsahariana y Centroamérica fueron las regiones del mundo en las que el número de empleados de la industria agrícola aumentó en una tasa inferior al crecimiento demográfico, y ahora estamos viviendo las consecuencias del encarecimiento de los productos alimenticios.
La disminución del consumo de cereales per cápita fue particularmente importante durante las sequías graves observadas en estas décadas a causa de la extensión de la época seca causada por el cambio climático global. Además del déficit de alimentos básicos y cereales, la región se enfrenta a la escasez crónica de agua en algunos países, mientras que en otros, como Guatemala, aún es abundante, pero de difícil acceso.
Ejemplos clave con amplias tierras cultivables y acceso a fuentes de agua son Guatemala, Honduras, Senegal y Burkina Faso, que tienen extensiones significativas de tierras potencialmente cultivables, pero que dependen de la época de lluvias para sobrevivir. Al igual que con el cultivo de alimentos de pequeña escala, en Guatemala la llegada de la lluvia a tiempo y en las cantidades necesarias es fundamental para proveer de alimentos a los más pobres y también al grueso de la población de las clases media baja y media de las áreas rurales. Todos estos países están ubicados entre el ecuador y el paralelo 17 norte del planeta y tienen condiciones idóneas para el desarrollo agrícola.
En esta región del planeta, la agricultura es increíblemente productiva, pero también es altamente vulnerable a los embates de la lluvia excesiva, que tiene una presión importantísima en la disponibilidad de muchos otros recursos naturales escasos. Curiosamente, es en esta misma región del planeta donde, después de décadas de gobiernos independientes y democráticos, seguimos sin tener una legislación ambiental específica que atienda la necesaria conservación y el uso adecuado de las fuentes hídricas y naturales. En países como el nuestro, la época de lluvias debería servir para recordarles a nuestros legisladores que los casos exitosos de desarrollo sostenible de la sociedad han requerido una activa participación del Gobierno estableciendo los temas ambientales como ejes centrales del desarrollo económico y social.
En Guatemala requerimos urgentemente una discusión profunda respecto al futuro del desarrollo de la industria agrícola y ganadera que atienda las necesidades del productor y del consumidor. Requerimos leyes que promuevan las inversiones y los mayores rendimientos agrícolas, la gestión sostenible y racional de los recursos naturales y la igualdad del acceso a la tierra. Requerimos la construcción de presas para apoyar el riego de forma ordenada, y no el desvío de ríos para atender necesidades particulares. Requerimos el fomento de la producción de variedades mejoradas de granos e incentivos económicos para competir en igualdad de condiciones. En lo anterior, los países africanos, para el asombro del lector, van mucho más adelantados que nosotros.
Guatemala tendrá un aumento de población que en los próximos años llegará a tasas de fertilidad superiores al 3 % anual. Con lo anterior estaremos superando el crecimiento poblacional del resto de los países latinoamericanos y nos ubicaremos a los niveles de crecimiento poblacional y de presión socioeconómica que solo ocurrirán en África. Esta presión poblacional se verá afectada por la escasez de alimentos que actualmente dependen en su totalidad de los períodos de lluvia. Si no actuamos desde ahora ante una necesidad para la que ya vamos tarde, en los próximos años nos veremos viviendo mayores protestas sociales por agua y alimentos.
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