El acceso exclusivo a más de 1.7 millones de comunicaciones agrupadas bajo el título de Los archivos de Kissinger fue dado con anticipación a 17 medios en todo el mundo, entre los que destacan A Publica (Brasil), La Jornada (México), The Nation (EEUU), AP (GB), The Hindu (India), Página 12 (Argentina), La Repubblica (Italia) y Público (España). La base de datos completa de la biblioteca PlusD está en esta página de WikiLeaks.
Para nuestros nuevos lectores, hace dos años Plaza Pública fue el medio más pequeño y más joven en América Latina que tuvo acceso exclusivo a los cables estounidenses entre 2003 y 2010 filtrados por WikiLeaks. Ahí descubrimos las relaciones entre el entonces candidato Otto Pérez Molina y narcotraficantes, o las acusaciones de corrupción contra Manuel Baldizón, el problema del narco en el aeropuerto La Aurora o la explotación laboral en el azúcar en el país. Todos están disponibles en nuestra sección de cables de WikiLeaks.
Dentro del bloque, más de 15 mil comunicaciones se refieren a Guatemala y muestran algunas relaciones detrás de telones de la antesala de la parte más oscura de nuestra historia moderna, el quinquenio negro de 1978 a 1983.
Esta vez no se trata de una filtración de documentos todavía no desclasificados por el Departamento de Estado, sino que muchos de estos cables estaban ya en la Universidad George Washington, pues han sido desclasificados por los National Security Archives desde que se cumplieron los veinticinco años que quedan bajo reserva. Ya quisiéramos que en Guatemala pudiéramos tener acceso irrestricto los ciudadanos, o al menos los tribunales, a los documentos militares de hace tres décadas, justo ahora que se están juzgando los crímenes de ese entonces.
El Gobierno de Estados Unidos revisa los documentos clasificados cada 25 años para que estén alcance del público, pero hay algunos que se empeñan en demostrar que siguen siendo sensibles y vuelve a clasificarlos y ocultados de la vista pública. Y, además, cuando los publica, lo hace a la manera ortodoxa: copias de los documentos originales, en PDF individuales, que sólo se pueden buscar con una única palabra clave, lo cual dificulta muchísimo en la práctica las consultas sobre la historia de Estados Unidos y de nuestros países. ¿Quién va a leerse 1.7 millones de PDF para encontrar islas de historia que nos ayudarán a comprender mejor por qué estamos como estamos?
Wikileaks –esa organización de periodistas, activistas y hackers perseguida por Estados Unidos, por hacer públicos documentos públicos para que los ciudadanos contemos con más información para ser más soberanos– ha pegado otra vez en el blanco, poniendo a disposición de todo el mundo comunicaciones entre el gobierno más poderoso del planeta y sus embajadas. Para países como los latinoamericanos, muy dependientes de Washington en el siglo XX, esta información es indispensable, aunque naturalmente es eso: una enriquecedora fuente de información.
Por eso es un honor que entre todo el mundo sean países latinoamericanos, y en especial un país pequeño como Ecuador, quien esté dando asilo político al director de WikiLeaks, Julian Assange, en su embajada en Londres, ante lo que apunta a ser un caso de persecución política del gobierno de Barack Obama.
La exclusiva de los 17 medios es que tuvimos acceso a estos documentos durante varias semanas y los publicaremos en los siguientes días. Además, invitamos a nuestra comunidad de lectores de Plaza Pública a apropiarse de esta biblioteca virtual y ayudarnos a encontrar capítulos fascinantes de esta historia nacional que estamos completando, o más bien reescribiendo.
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