Ser diferente

La evasión ayuda a controlar los miedos, curar los nervios, reducir el dolor y la frustración. Es tan voluntaria como reprochable.  Ojalá y ese estado no me alcance.  Prefiero preocuparme porque la preocupación precederá mis actos.

Debo preocuparme si algún día dejo de tomarme las cosas en serio, si el desgano o el egoísmo me visitan con maletas. Debo inquietarme si la compasión se ausenta,  se hace selectiva o excluyente. Debo reprocharme si callo sabiendo que debo hablar, si hablo sin pensar o si por incauta no cedo espacio al silencio.

El día que deje de escuchar, que mi desafinada opereta de protestas o lamentos fragmente el espacio y sume sordos,  tendré que sentirme avergonzada.

Tendré que detenerme si mi sentido de caridad se convierte en mero sentimentalismo y emotividad, se reduce a opiniones contingentes y se despoja de verdad.  Debo evitar que mis letras y palabras sean envoltorios vacíos.

Tengo el deber de ser auténtica, humilde y responsable.  Debo esforzarme por ser luz al igual que la esperanza, por ser instrumento de paz y no de discordia o de derrota.

Debo dominar mis miedos, ser valiente y consecuente. Tengo el deber de alimentar el intelecto  y amurallarlo de moral. Debo huir de la pasión desenfrenada, de la audacia irracional y del odio que marchita.

Debo espantar la soberbia y las sospechas, y cruzar los brazos solo en señal de comunión. 

Tengo que ayudar a hacer de este palenque una morada digna y fraterna para vivir y convivir.

Debo recordar cuantas veces pueda que la única arma en la lucha por la libertad es la verdad y que mi cabeza solo se inclina por respeto, pero jamás por sumisión. Saber que las ideologías no nacieron para dividir sino para redimir, para buscar la paz y no la guerra, para servir y no obstruir.

Tengo que afinar mis sentidos para reconocer a los arribistas, farsantes y embusteros, ellos me enseñarán lo que no debo ser ni hacer.

Debo pensar cotidianamente en los niños que elevan risueños sus barriletes entre los maizales y en aquellos que no tienen aliento para hacerlo. En los que juegan y en los que nacieron para ser siempre adultos. Debo renovar la alianza con mis semejantes y con la naturaleza que me acoge. Ser simplemente, diferente. Centrar mi afán en heredar bienes y no perjuicios o prejuicios.