En el caso concreto de Guatemala, el 16 de marzo de 2020 el presi de la república comunica las Disposiciones presidenciales en caso de calamidad pública y órdenes para el estricto cumplimiento y le da lectura a un documento que, tanto verbalmente como por escrito, es tan confuso que ni siquiera el mismo Gobierno, creo, entendió muy bien qué fue lo que redactó.
El presi dice que toda la nación lo malinterpretó, que todo era claro y que, en otras palabras, somos una bandada de atarantados que no entiende comunicados. Por un momento pensé narrar la cronología de las idas y venidas de esa interpretación, pero a estas alturas es irrelevante.
¿Quiénes deben trabajar en este momento de coronavirus? Según la publicación de las medidas impuestas por la Presidencia, se suspenden las actividades de los sectores público y privado (al no establecer que es parcial, se subsume que es suspensión generalizada), con excepciones en lo público, para todas las instituciones que colaboren para abordar la crisis de salud púbica, y en lo privado, con las excepciones que aparecen en este tuit del Ministerio de Economía (si no tiene Twitter, busque alguna fuente oficial del Gobierno). Y acá podría terminar este escrito sabiendo perfectamente quiénes trabajan y quiénes no. Pero no. El presidente tenía que volver a salir al aire el 17 de marzo de 2020 por la noche para dar uno de esos sus discursos campechanos, ridículos y confusos, en el cual da el ejemplo de que «doña Chonita», si tiene una tienda en la zona 1, sí podría abrir porque no hay aglomeraciones, pese a que el mismo presidente declaró una suspensión generalizada de las actividades. Esto es un mar de contradicciones.
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Alejandro Giammattei es comunicacionalmente su enemigo más grande. Él mismo se encarga de contradecir lo que dice y escribe. Y en esta ocasión está contradiciendo la publicación de las mismas medidas que él dictó y los comunicados del Ministerio de Economía. Lea usted los documentos publicados y vea que son contradictorios con lo que afirmó en la última conferencia de prensa. En ninguno de los documentos oficiales se establece que pueden seguir operando todos las empresas que no representen aglomeraciones (?).
¿Quiénes deben trabajar? Depende de aquello en lo que el presidente se vaya a contradecir en la siguiente conferencia de prensa. En un mundo lógico y de la lectura de lo que el mismo Gobierno ha publicado, la suspensión de labores es general y únicamente deberían trabajar las empresas calificadas como excepciones y con la autorización del Ministerio de Economía, en congruencia con las publicaciones de comunicados y la misma publicación de las disposiciones presidenciales. Pero ¿para qué la lógica si tenemos un presidente?
Para cerrar, hablemos del gran ausente: el Ministerio de Trabajo y Previsión Social. Porque obviamente se le tenía que dar más protagonismo al Ministerio de Economía bajo la lógica de que primero el dinero (y quienes lo controlan) y por último la gente que trabaja para vivir cada día. A la fecha no se han dignado a emitir las disposiciones oficiales sobre la suspensión de labores: ¿es con o sin goce de salario? De ser sin goce de salario, empeoraría la crisis del coronavirus, ya que la gente saldría a la calle porque no tendría dinero para comer. O detalles como si pueden darse vacaciones durante este período, si no sería eso un menoscabo al derecho de vacaciones. Preguntas sin respuesta ante el silencio institucional. Claro que surge la pregunta: ¿por qué la clase política, especialmente los diputados, que deberían representar a la gente, no les dan prioridad a las personas trabajadoras? Sencillo: el trabajo no tiene representación en este país. No se tienen la capacidad técnica, la legitimidad ni la voluntad política para representarlo. Como no es mediático —aunque de hecho sería muy democrático—, y porque a la cooperación internacional tampoco le interesa, queda rezagado.
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