La canasta básica, por si usted también se lo perdió, superó en junio los Q5,058 mensuales. El reporte del precario Instituto Nacional de Estadística (INE) muestra que todo está subiendo: los huevos, la carne de pollo, la carne de res, los güisquiles, los tomates, el servicio de electricidad en algunas regiones, el frijol y la gasolina. Ah, por cierto, según el conservador Banco de Guatemala, también sube el porcentaje de ganancias de las empresas y baja el de los salarios de los trabajadores...
La canasta básica, por si usted también se lo perdió, superó en junio los Q5,058 mensuales. El reporte del precario Instituto Nacional de Estadística (INE) muestra que todo está subiendo: los huevos, la carne de pollo, la carne de res, los güisquiles, los tomates, el servicio de electricidad en algunas regiones, el frijol y la gasolina. Ah, por cierto, según el conservador Banco de Guatemala, también sube el porcentaje de ganancias de las empresas y baja el de los salarios de los trabajadores. Ruta al desarrollo, dirían los conservadores y los libertarios. Por eso, y no por otra cosa, es que crecemos a un magro 3 por ciento con 55 por ciento de pobres.
El gobierno espera que rogando a los empresarios, bajarán los precios. Tendrían más chances rezándole a San Judas. Esto porque parte del alza se debe a especulación. Un ejemplo es la gasolina, que llegó a Q36 de nuevo, a pesar de que el precio internacional del barril está en US$94. Este precio récord, de Q36 durante 2008, se había alcanzado cuando el barril llegó a US$145. Y si el gobierno no cambia la ley de Hidrocarburos, los monitoreos del Ministerio de Energía y Minas sólo sirven para lamentarnos y ver cómo los importadores de petróleo nos ven la cara.
Como también nos la ve el productor de petróleo guatemalteco, Perenco, que quizás, sólo quizás, regaló algo a los diputados, ministros y presidentes de los últimos tres períodos para que le renovaran el contrato sin obligarlos a pagar impuestos o sin nacionalizar sus instalaciones, como estipulaba la primera concesión. Quizás con las ganancias del petróleo nacional podríamos invertir en un transporte público estatal, un reordenamiento territorial e inversión en energías alternativas para combatir esta inflación. O la adhesión a Petrocaribe podría ser con medidas que garanticen la transparencia para poder vender gasolina barata a los consumidores y así podamos trasladar esa gran porción de presupuesto que usamos para la gasolina para invertir en mejor educación o salud para nuestros hijos.
Quizás es que el gobierno ya tiró la toalla a la hora de imponer medidas a los poderosos para el bien común. No logró una reforma fiscal profunda; tampoco una ley de desarrollo rural. No logrará una moratoria minera y ahora no le queda más que pedir clemencia a los empresarios para que bajen los precios.
Ningún actor político, ningún ciudadano, camina sólo con base en zanahorias. Todos necesitamos zanahorias y palos. Si no, que lo diga el sistema financiero mundial que quebró cuando se le dio libertad total a los especuladores globales de Wall Street.
Yo recuerdo que había una vez un candidato presidencial que se llamaba Otto Pérez Molina y que prometía fortalecer la institucionalidad estatal. Prometía regresar el poder político al Estado. Prometía ser el gobierno de derecha más independiente de la élite. Prometía.
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