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Elon Musk, el superhéroe de la derecha latinoamericana

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Elon Musk, el superhéroe de la derecha latinoamericana

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El segundo hombre más rico del mundo elogia a Milei, Bukele y Bolsonaro, mientras se pelea con el chavismo y con Lula. A la par de sus negocios, es cada vez más activo políticamente. ¿Por qué el magnate sudafricano se volvió una suerte de líder espiritual de los ultraconservadores?

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«Venezuela tiene una gran riqueza en recursos naturales. Si Chávez no hubiera destruido su economía aumentando el papel del gobierno hasta el socialismo extremo, el país sería muy próspero». El tuit es del 4 de abril y lo firma Elon Musk, el multimillonario dueño de Tesla y Space X. Pero no ha sido su única opinión sobre un país latinoamericano: «La prosperidad está a punto de llegar a Argentina», escribió en X cuando Javier Milei ganó las elecciones, en noviembre. «Tiene razón», elogió al salvadoreño Nayib Bukele en la misma red social en febrero pasado.  

Musk usa esa plataforma —también de su propiedad— para plantar bandera con sus opiniones respecto a todo tipo de asuntos, siempre con polémica. Desde la pandemia de covid hasta la guerra en Ucrania, pasando por el Mundial de Futbol de Qatar y hasta el consumo de drogas, cualquier tema ha sido objetivo de la filosa lengua del segundo hombre más rico del mundo —tiene una fortuna de 195,000 millones de dólares, según Forbes—.

Lo curioso es que últimamente, muchos de los mensajes que publica en X se refieren a América Latina, mostrando afinidad con líderes políticos de derecha como Milei, Bukele o el brasileño Jair Bolsonaro. Y en contraste, las víctimas de sus mensajes son siempre de izquierda, como el chavismo o Lula Da Silva.

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Musk, según los perfiles periodísticos que lo han retratado, es un hombre pragmático, un emprendedor con gran olfato para los negocios, más allá de sus convicciones ideológicas. Incluso no dudó en viajar el último fin de semana a China para hacer negocios con el gobierno comunista.  

Sin embargo, se ha transformado en un activo vocero de los discursos más reaccionarios. «A lo largo de 2022, pasó de los benignos elogios a la moderación, a las furiosas cavilaciones acerca de cómo los wokes y la censura impuesta por las élites mediáticas eran una amenaza existencial para la humanidad», señala la celebrada biografía publicada en septiembre de 2023 por Walter Isaacson.

En este viraje hacia posiciones extremas, Musk ha encontrado en América Latina un buen eco no solo para sus negocios, sino también para sus diatribas. Sus elogios al libertario Milei no se quedaron en puros tuits: el 12 de abril se dio tiempo para recibir al presidente argentino en las oficinas de Tesla en Texas. Allí hablaron, se fotografiaron y se declararon mutuo «amor», en momentos en que Milei aplica un ajuste drástico de la economía argentina que —según la oposición— está dejando un tendal de damnificados.

Al mismo tiempo, el fundador de empresas como Neuralink (chips cerebrales) y Starlink (internet satelital) ha emprendido una batalla con un juez brasileño que le ordenó bloquear una serie de cuentas en X porque supuestamente desinforman sobre el gobierno de Lula. Sus acusaciones contra el magistrado Alexandre de Moraes (dijo que hay «censura») recibieron el aplauso de Bolsonaro, quien afirmó que el objetivo de Musk «es hacer libre al mundo entero».

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Para el analista político brasileño Marco Bastos, el bolsonarismo apoya al multiempresario en su demanda solo por «conveniencia». Y la defensa de la libertad de expresión es «una inconsistencia» porque Bolsonaro es un firme defensor de la dictadura militar, no precisamente un ejemplo de respeto a ese derecho en Brasil.  

Brasil y Argentina son dos de las naciones donde se libra la creciente polarización entre extremos en Latinoamérica. Y en esa pelea Musk no ha dudado en elegir un lado, lo más a la derecha posible. Lo curioso es que aún no lo ha hecho en Estados Unidos, su país adoptivo —nació en Sudáfrica—. Allí, los extremos están representados en los candidatos presidenciales Joe Biden y Donald Trump. Si bien al primero ya lo ha cuestionado abiertamente, no se ha pronunciado explícitamente a favor del republicano, aunque sí lo hizo con otro ultra y anti cultura woke (progresista): el gobernador de Florida, Ron De Santis.

Cada vez más activo políticamente —algunos dicen que busca una carrera en ese campo—, Musk no dudó tampoco en posicionarse frente a la política europea. En diciembre participó en Italia en una convención donde compartió escenario con la primera ministra Giorgia Meloni, exponente de la derecha europea, y con el titular del partido ultraconservador español Vox, Santiago Abascal. A ambos les recomendó: «No importen desde Estados Unidos el virus mental woke».

En tiempos en que «la extrema derecha está —otra vez— de moda», como dice el politólogo e historiador Steven Forti, el dueño de Tesla se ha subido a esta tendencia casi como un converso, teniendo en cuenta que hace una década apoyaba al demócrata Barack Obama.

El recorrido de Musk hacia la derecha «desconcertó a sus amigos progresistas, incluidas su primera esposa, Justine, y su novia de entonces, Grimes», dice Isaacson en su biografía. Pero lejos de aislarlo, le dio nuevos amigos. Varios de ellos en la derecha latinoamericana, donde hoy lo idolatran como a un mesías pese a que se trata de un empresario. Muy exitoso, es verdad, pero un hombre de negocios al fin.

En México, por cierto, su más fiel admirador es el derechista gobernador de Nuevo León, Samuel García. Este personaje, que comparte rasgos excéntricos con Milei, Bukele y Trump, se jacta de haberlo seducido para instalar una fábrica de Tesla en Monterrey, un anuncio que aún no se ha concretado. García también hace campaña subido a un Cybertruck, el lujoso vehículo de Tesla que cuesta unos 100,000 dólares.  

«El año pasado, Elon Musk anunció que iba a invertir en una giga planta en Monterrey, que es al norte del país, cerca de la frontera con Texas», explica el economista Ernesto del Castillo: «Esta cercanía con Texas no es casualidad, dado que Musk tiene múltiples intereses allí, en particular la sede corporativa de Tesla en Austin, y también tiene operaciones muy cerca de la frontera con México de su compañía SpaceX», dijo a CONNECTAS el académico del Tecnológico de Monterrey.

Pese a haber puesto los ojos en el estado de Nuevo León, por ahora Musk solo ha invertido en México con Starlink, la empresa que brinda internet de alta velocidad en todo el país a través de los satélites aeroespaciales de otra firma de su propiedad, Space X. Es el mismo servicio que Milei anunció hace poco en Argentina como resultado de su nueva amistad con el sudafricano. Y ya hay un municipio en la provincia de Córdoba que usa Starlink como proveedor de internet.

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¿Pero bastan estos negocios para que Elon Musk dedique parte de su tiempo a la política interna en América Latina? Para Mark P. Jones, politólogo de la Universidad de Rice, Texas, el empresario ha tejido un vínculo más ideológico que económico con nuestra región. Dice que por el mismo motivo compró Twitter, donde no ha ganado dinero pero sí influencia política. «La razón para los vínculos con Milei, Bolsonaro y Bukele es porque son gente que están en sintonía y, claramente, porque son criticados duramente desde la izquierda. Pero al final también le conviene a Musk tener amigos en América Latina porque eso lo ayuda en cualquier conflicto, por ejemplo con Lula en Brasil. Así, puede mostrar que él no está en conflicto con la región, sino solo con la izquierda de América Latina», agrega Jones.

Con inversiones en sectores estratégicos como los vehículos eléctricos, las telecomunicaciones y la inteligencia artificial, Musk se ha convertido en uno de los hombres más poderosos e influyentes del mundo. Por encima, incluso, de gobernantes como Milei que, antes que buscar una reunión bilateral con el presidente de Estados Unidos en la Casa Blanca, prefirió tenerla con este multimillonario en la sede de Tesla en Austin. Y comunicarla oficialmente en su cuenta de X.

«Wow», le devolvió Musk los elogios cuando el argentino anunció el 23 de abril el superávit fiscal de su programa económico, en un país que es el cuarto productor mundial de litio. El mineral clave para las baterías de los coches eléctricos que fabrica, justamente, Tesla.

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Escrito por Por Leonardo Oliva, miembro de la Mesa Editorial de CONNECTAS

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