Hay muchos jóvenes que se dieron cuenta que más allá de los salones de clase está la cara del desempleo. Consiguieron terminar una carrera en diversificado pero varias empresas no los contratan por falta de experiencia. ¿Cómo adquirirla si no pueden acumularla?
Durante el primer día de la reciente feria del empleo organizada por Clasificados de Prensa Libre, llegaron 6,220 personas. En los dos días que duró el evento esperaban 11 mil. La media de edad es de 26 años (54% entre 21 y 30, el resto, mayores de 30).
Llegaron más hombres que mujeres, (52 y 42%, respectivamente). El nivel de educación de la mayoría, 62 por ciento, era diversificado. Solo el 7 por ciento tenía una carrera universitaria. El 89 por ciento estaba desempleada.
Fredy Sactic tiene 22 años. Hace casi dos años ha buscado trabajo de perito contador, sin éxito. Así las cosas, ayuda a su padre en la agricultura. “Al menos la tierra no defrauda”, dice.
Don Víctor Manuel Ruíz sí tiene experiencia. Ha trabajado de mecánico industrial desde hace 25 años. Pero no lo contratan porque tiene 60 años. “Estuve suspendido a causa de un accidente, y cuando volví me despidieron”, cuenta. “Me sentí descompuesto, como una máquina. Si no funcionan y están viejas las tiran”, compara. Las empresas no suelen contratan personas mayores, temen que enfermen o se accidenten. "Solo quieren que uno produzca", señala Don Víctor.
Heidy tiene 26 años. Es maestra en educación primaria pero nunca ha dado clases. Durante los últimos dos años ha trabajado de “lo que sea”: oficios domésticos, cuidar niños y ayudante en una fotocopiadora, entre otras cosas. Y cuando se le pregunta qué puesto busca en la feria del empleo organizada por AMCHAM, dice: “cualquier cosa”.
Alejandra Montúfar, jefe de mercadeo de clasificados, cuenta que al preguntarles a los asistentes en qué área se visualiza, ellos dicen: en lo que sea. “Su necesidad es tan grande que las personas no aspiran a decir lo que desean”, señala.
Además de afrontar el problema del desempleo, los guatemaltecos se enfrontan al subempleo, cada día en aumento. De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos del 2012, el 74.5 por ciento laboran en la economía informal. De 6.2 millones de Población Económicamente Activa, PEA, 4.7 millones son trabajadores informales.
Las personas en este país ganan menos de lo que deberían por el esfuerzo que realizan, no tienen prestaciones laborales y viven en una inestabilidad económica y laboral permanente por las formas de contratación.
Por otro lado, están aquellas personas que trabajan y están sobrecalificadas para las labores que realizan. Además de las subempleadas. Como el caso de Eduardo Rodríguez, que ostenta una carrera universitaria. Sin embargo, eso no le ha garantizado un empleo permanente. “Me siento casi desempleado”, comenta. Es consultor y busca un trabajo estable.
Las consultorías son un modelo de contratación que no dan la idea de institucionalidad permanente. Los contratos interinos requieren horarios flexibles y sin seguridad laboral. El empleado permanece en un estado de vulnerabilidad.
Tal parece que mayor especialización no garantiza mayor remuneración y estabilidad.
Pero para don Fabián Gómez, de 61 años, quien espera en el Parque La Parroquia a que alguien llegue a contratarlo, “la gente que estudia tiene trabajos bonitos". Don Fabián no estudió pero en la calle aprendió a contar y sumar. La educación superior en Guatemala no está en agenda. Miles de guatemaltecos apenas concluyen la primaria, y quedan sin oportunidades laborales.
Decenas de hombres llegan de madrugada y se apostan en ese Parque a la espera de que alguien llegue y les contrate por jornada. Don Fabián tiene 20 años de vivir esa dinámica. Casi nadie sabe con exactitud desde cuándo los obreros llegan a esperar a ese lugar. "Desde siempre", se atreve a decir Don Felipe Monroy. El ha llegado durante 22 años. Don Felipe suele llegar a las 4:00 de la mañana desde San Pedro Ayampuc. Cuenta que al menos lo contratan un par de veces a la semana. Le pagan de 35 a 100 quetzales por tarea.
Don Felipe tiene 45 años. Es albañil, pintor, funde lozas, descarga camiones y hace guardia, entre otras cosas. Hacer un poco de todo le ha permitido sobrevivir. “He aprendido que no hay oportunidades para el que menos tiene”, reflexiona.
La mayoría que espera en ese sitio es mayor. Don Héctor Jaimes tiene 72 años. “Mi mente no envejece, todavía puedo trabajar”.
El físico de varios de los hombres que llegaron por primera vez al Parque La Parroquia ha cambiado. Han pasado los años y su situación sigue siendo la misma: están desempleados.
Para que exista desempleo la persona desempleada tiene que desear trabajar. Acá algunas imágenes de algunos, de los miles, que buscan un empleo. Se dice que lo único más doloroso que salir a buscar trabajo es volver a casa sin él.