Dos testimonios: Benedicto Lucas García y Emma Theissen cuentan su verdad
Dos testimonios: Benedicto Lucas García y Emma Theissen cuentan su verdad
El lunes 5 de marzo, en el segundo día del juicio por la desaparición de Marco Antonio Molina Theissen y los abusos en contra de su hermana, Emma, dos personajes clave del proceso rindieron declaración. Benedicto Lucas, el militar retirado, demostró que su memoria está intacta. Relató escenas, nombres y hechos del pasado para presentar su defensa. Emma Theissen Álvarez de Molina, recapituló el 6 de octubre de 1981, el día que perdió a su hijo.
“Que me perdone mi abogado, pero voy a responder”. Manuel Benedicto Lucas García prefirió pedirle disculpas a su hijo y defensor Jorge Lucas Cerna, que quedarse callado. Mientras el abogado objetaba los cuestionamientos que le hacían a su padre, para evitar que diera respuestas, el exjefe del Estado Mayor del Ejército se mostró dispuesto a responder todo el interrogatorio de la fiscalía, los querellantes y los abogados de sus colegas procesados. No hubo una sola duda que quedara sin respuesta. En todas las preguntas que le hicieron, encontró la oportunidad para contar sus logros y explicar su verdad.
En las casi cuatro horas de intervención, resonaron dos afirmaciones con tono fuerte. “Soy inocente de esta patraña y la otra, de Creompaz”, y “ustedes me halaron a esta porquería que no acepto”. Por la segunda, el presidente del Tribunal C de Mayor Riesgo, Pablo Xitumul, lo llamó al orden.
Lucas García, jefe del Estado Mayor del Ejército entre agosto de 1981 y marzo de 1982, enfrenta dos procesos penales. El de Creompaz (Comando Regional de Entrenamiento de Operaciones de Mantenimiento de Paz), en esa sede fueron encontradas 565 osamentas de personas que habrían muerto violentamente durante el conflicto armado interno. Ese caso, por desapariciones forzadas y delitos contra los deberes de humanidad, no ha llegado a juicio. El otro, en el que se juzga junto a otros cuatro exjefes militares, es por la desaparición del niño Marco Antonio Molina Theissen, y los abusos cometidos en contra de su hermana, Emma Guadalupe, en octubre de 1981.
El monólogo de Lucas García demostró su capacidad de memoria. A sus 85 años todavía recuerda hechos que ocurrieron en su juventud, como cuando se acuarteló el 2 de agosto de 1954, junto a otros jóvenes cadetes de la Escuela Politécnica, para evitar el derrocamiento del presidente Jacobo Árbenz, un hecho que el anciano general presenta como “heroico” y que lo llevó a prisión.
A pesar de que reconoció haber asumido como Jefe del Estado Mayor de la Defensa, y que este puesto lo colocó como tercero al mando de las fuerzas militares, insistía en que solo era un asesor del Ministro de la Defensa.
“Yo manejaba cuatro secciones, la G1 de personal; la G2, inteligencia y contrainteligencia, que la han dimensionado. Ahí me enseñaron a respetar los derechos humanos y no a vulnerarlos. La G3, del Estado Mayor, y la G4, abastecimiento, transporte y alimentación”, argumentó.
“Señor juez, presidente de la sala, señores jueces, yo soy inocente de todas esas cosas. Yo hice de Poptún la mejor ciudad de Petén”, resaltaba. Su defensa seguía una estructura: explicación de por qué no correspondía la acusación, mezclada con una anécdota de sus hazañas personales, como haber sido alcalde adhonorem de Poptún; cofrade en su comunidad en Alta Verapaz; el hombre que combatió “de frente” y en la montaña a la guerrilla, y el anciano que todavía tiene el respeto de sus camaradas porque, según dijo, fue un caudillo que nunca dirigió desde una oficina.
“Jorge Ismael Soto García (alias Pablo Monsanto, líder de las Fuerzas Armadas Rebeldes), en un combate salió huyendo y le confisqué sus cosas. Yo le descifré todos sus contactos y no lastimé a ninguno. Porque yo sabía que todos los contactos que tenían eran forzados. Yo no actué contra ellos, otras personas los hubieran capturado, yo no, al contrario llegué y platiqué con ellos. Así actué yo. Fui un líder en el Ejército y me respetan”, aseveró ante los jueces.
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Muchos de los argumentos que planteó ante el tribunal, quedaron registrados en una entrevista que concedió a Plaza Pública en 2015 y que se publicó en el especial Río Negro. Para Lucas García, antes y ahora, la verdad es solo una. Esa es la que cuenta de memoria.
Benedicto Lucas reconoció, muy a su pesar, que la edad hace mella en su estado físico. Aunque siempre fue atlético, considera que no le quedan más de dos o tres años de vida. Si la juventud se mide por cómo se sienta en su interior, él se considera un muchacho de 15 años. Pero su organismo no le responde como su mente desea. “Me siento rebajado de mis facultades” explicó. El sábado 10 de marzo será operado por cuarta ocasión del colon. Para permitir su preparación preoperatoria, el juez Xitumul suspendió las audiencias del juicio hasta el martes 13 de marzo. No obstante esa intervención quirúrgica, el examen que un médico del Instituto Nacional de Ciencias Forenses rindió al Tribunal, indica que, a pesar de sus enfermedades, no hay impedimento para que participe de las audiencias diarias. Las primeras tres sesiones han durado ocho horas, cada una.
“Yo no tengo enemigos, solo el Ministerio Público es mi enemigo”. “El objetivo político soy yo; como no está mi hermano (el fallecido expresidente Fernando Romeo Lucas García)”, se le escuchó decir.
En el interrogatorio de los querellantes, Benedicto Lucas explicó cómo funcionaba la inteligencia y la contrainteligencia militar. Los abogados buscaban que el general confirmara que los integrantes de los grupos guerrilleros habían sido etiquetados como “enemigos”, y que al tomarlos como rehenes, se les obligaba a colaborar para delatar a sus organizaciones. Pero Benedicto Lucas aseguró que en los siete meses en que fungió como Jefe del Estado Mayor del Ejército, ninguno de sus subalternos le informó de la detención de Emma Guadalupe Molina Theissen, o de Margarita Chapetón, nombre que ella usaba para ocultar su identidad. También negó, ante la consulta de su defensor, que hubiera sabido de la desaparición de Marco Antonio. “Si yo hubiera sabido le hubiera informado al Ministro de la Defensa”, señaló.
Interrogatorio
Preguntas del fiscal Erick de León a Benedicto Lucas (BL).
Fiscal: ¿Usted giró alguna instrucción a la policía para realizar patrullajes en 1981?
BL: Es apócrifa la información que tienen ahí. Yo era enemigo del general (German) Chupina, (director de la Policía Nacional en aquellos años).
Fiscal: ¿Cuáles son los métodos para que los oficiales adquieran información?
BL: Ya dije que la información viene de las tropas en contacto con la guerrilla, en este caso con los terroristas, y la mayor parte era de los ayudantes y comisionados militares.
Fiscal: ¿Cuál era el método para obtener información de esas personas?
BL: El método era infiltrarse en las aldeas y caseríos. Así ellos obtenían información. (Ahí la gente) temblaba cuando llegaba la guerrilla. El Ejército no cometió todos los crímenes que dice en el Remhi (Informe de la Recuperación de la Memoria Histórica del Arzobispado de Guatemala). Los jesuitas son los principales responsables de haber involucrado a los sacerdotes, catequistas y sacristanes en la guerra subversiva. Y por eso se fueron, cuando yo llegue a Chajul ya no había ningún sacerdote y la guerrilla disparaba desde los campanarios.
Fiscal: ¿Tuvo conocimiento de que el Ejército hubiera capturado a personas?
BL: No, definitivamente los capturados se pasaban a la Policía Nacional. Yo hice respetar esa orden.
El abogado Alejandro Rodríguez (AR), en representación de Emma Molina Theissen, dirigió estas preguntas a Benedicto Lucas (BL).
AR: ¿Señor acusado, usted tuvo preparación y entrenamiento en guerra contra guerrillas?
BL: Cuando llegamos (a Francia) ya la guerra regular había terminado. No había objetivos fijos, Francia tenía problemas con Vietnam porque era colonia francesa y tenía problemas con Argelia. Lógicamente el entrenamiento que se recibía era de guerrilla y contraguerrilla. Yo creo que algunos de ustedes fueron a España a sacar la maestría y ese conocimiento lo vinieron a aplicar aquí.
AR: ¿Implementó usted ese entrenamiento de guerra contra guerrillas en Guatemala?
BL: No, eso ya estaba aquí, ya se estaba realizando ese entrenamiento en Guatemala.
AR: ¿Emma Guadalupe Molina Theissen fue una persona capturada por el Ejército?
BL: Usted dice pero ya se demostró que no fue capturada. Ustedes están errados, porque dicen que la captura fue en Sololá y si hubiera sido ahí se la hubieran llevado a Quiché y no a Quetzaltenango. ¿Como le consta a usted que el Ejército fue el que la capturó, donde están las pruebas?
AR: ¿Qué funciones tenía el S2 (oficial de inteligencia) en los manuales?
BL: No me hable más de esto, porque yo le dije al principio que nunca estuve de acuerdo con los manuales militares. Las (funciones) del S2 (personal de inteligencia) conforme esos manuales no sé, se lo podrían preguntar al general Callejas –Manuel Callejas y Callejas, exdirector de Inteligencia Militar (G2) se abstuvo de declarar en la audiencia–.
AR: ¿Pero por su función, sí sabía las funciones del S2?
BL: Yo sí sabía, pero no tenía contacto con ellos, no me preocupaba más que por los informes que pasaban. Usted tiene que confiar en ellos y si fallan, pide su sustitución.
AR: ¿Usted ha leído el manual de guerra contrasubversiva?
BL: No, porque no estoy de acuerdo con esos manuales. Son redactados por el Centro de Estudios Militares, que en ese entonces venían de los rangers de Estados Unidos y a mí nunca me convencieron.
AR: ¿Cuál era la visión/misión del Ejército en 1981?
BL: Eliminar el terrorismo porque ya era demasiado, destruyeron puentes y torres del sistema eléctrico. La mayoría de extranjeros y curas jesuitas fueron los que comprometieron a sacerdotes y catequistas para integrar las filas de la guerrilla.
AR: ¿Qué hacían para identificar a las personas que estaban en la guerrilla?
BL: Lo siento no le puedo decir, porque combatimos a la guerrilla en la montaña, no en áreas urbanas. Ahí era la famosa judicial, la mano blanca del MLN (Movimiento de Liberación Nacional) la no sé qué justiciero. Esas cosas ya no. Pero dominaban, como predominan ahora los mareros.
AR: ¿Conoce los convenios de Ginebra?
BL: No, más de lo que he visto ahí, pero quienes están vulnerando según tengo entendido y leído en los periódicos, son los mismos políticos que están alborotando el cotarro.
AR: ¿No era obligación suya que se respetaran lo convenios de Ginebra?
BL: Nosotros no estábamos teniendo prisioneros, no teníamos prisioneros. Sí, yo sé que se respeta el convenio de Ginebra, todos esos de derechos humanos. Yo, por ejemplo, respeté a cabalidad e hice respetar los derechos humanos. Les llamaba la atención en la montaña (a los soldados) para que se comportaran como gentes. Yo fui campesino…me identifico como quekchí. He hecho maravillas no cositas así simples. Por eso no tengo nada, solo mi panteón en el cementerio municipal.
AR: ¿Estaba Guatemala, en 1981 y el 27 septiembre de 1981, en una situación de combate?
BL: No, usted está tocando grandes unidades. Es lo mismo que le estoy diciendo, guerra regular no hubo. El Ejército estaba distribuido con destacamentos, pero los fijos eran inservibles, porque (los guerrilleros) hasta llegaban de noche y se burlaban de ellos porque no se movían. Se decidió que se mantuvieran en constante movimiento en la montaña sin objetivos definidos, ahí no se veía nada ni había informes de 24 horas. Aquí no había divisiones, apenas se podían formar grupos de 12 hombres para que patrullaran en la montaña, esa era la táctica que estaban empleando. Los manuales son obsoletos.
Emma Thiessen Álvarez de Molina
Rostro serio, voz firme aunque estremecida por la edad, 82 años, Emma Thiessen Álvarez de Molina se sentó frente al Tribunal para ampliar su declaración. En 2005 ya había testificado en calidad de anticipo de prueba, para iniciar el proceso penal en contra de los exjefes militares que hoy están procesados.
Once años después, en 2016, los cinco procesados fueron capturados. Dos años después de esas detenciones, el juicio está en desarrollo. Llegar a esta fase, después de tanto tiempo, es para ella una señal de “esperanza”. En realidad ha pasado más tiempo.
El menor de sus cuatro hijos, Marco Antonio Molina Thiessen, fue secuestrado el 6 de octubre de 1981. Ella fue testigo presencial del hecho y aunque trató de buscar justicia, hasta ahora ve de frente a los que cree culpables de los daños a su familia.
Emma Theissen Álvarez se paró para acercarse a la carceleta de la sala, con el dedo índice señaló a Hugo Zaldaña Rojas, como el responsable directo del allanamiento ilegal a su casa y por llevarse a su hijo hace 36 años.
“Antes tenía más cabello”, dijo del exmilitar. Zaldaña fue oficial de inteligencia en 1981 y se abstuvo de declarar ante el Tribunal.
Emma Theissen Álvarez hizo un repaso de cómo se llevaron a su hijo. Dijo que el 5 de octubre, un domingo, la familia no durmió en su casa de la colonia La Florida, en la zona 19 capitalina. Ese día se había enterado de que su hija Emma Guadalupe, que entonces tenía 21 años, había sido capturada por el Ejército.
La hija vivía en Quetzaltenango y su madre sabía de su participación activa en la Juventud Patriótica del Trabajo, un grupo del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT). La madre se llenó de miedo y decidieron dormir en la casa de su cuñado, Ramiro Molina Palma. Un familiar con el que su esposo tenía enemistad, pero al que habían recurrido “por pura necesidad”.
El lunes 6 de octubre de 1981, ella y su hijo de 14 años decidieron volver a su casa para prepararse para ir a trabajar y estudiar. Emma Theissen Álvarez era maestra en la escuela German Alcántara y su hijo estudiaba en el colegio Instituto Guatemalteco Israelí.
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Acababan de recibir la visita de María Eugenia Molina Theissen, quien llevó la noticia de que su hermana Emma Guadalupe se había liberado de sus captores.
A los minutos de despedirse, alguien tocó a la puerta. En la casa solo estaban Marco Antonio, su madre y una empleada. Pero fue Marco Antonio quien abrió la puerta. Vestía pantaloneta, camiseta y “chancletas” porque se iba a bañar.
Emma Theissen Álvarez relató al tribunal que a su hijo le colocaron grilletes y lo sentaron en la sala. A ella la tomaron por el brazo para hacer un recorrido por las habitaciones de la casa. Se llevaron una cámara de fotos y fotografías de la familia. A la empleada doméstica la mantuvieron en un patio.
Al niño lo cubrieron con un costal, lo subieron a la palangana de un picop y uno de los hombres se colocó sobre él. Emma Theissen Álvarez declaró que salió al encuentro del vehículo, que describió como gris claro o blanco. Intentó asirse a él pero ya no lo logró.
Los vecinos le contaron que un hombre estuvo parado en la cornisa de la casa. Ella hizo una descripción de los hombres ante la fiscalía hace varios años. En esta ocasión describió que vestían ropa civil, lentes de la marca Ray-Ban.
Recordó que en aquellos años en su casa no tenía teléfono. Corrió a llamar a la oficina a su esposo, que se dedicaba a asuntos contables, y que él interpuso recursos de exhibición personal. Denunciaron a la Policía Nacional y reportaron que el vehículo en el que se habían llevado a su hijo tenía placas oficiales O-17675. Sin embargo, el registro policial colocó que se trataba de una placa particular.
Lo buscaron en la sede militar de Quetzaltenango, intentaron reuniones con altos mandos militares, como Efraín Ríos Montt, pero nadie atendió su búsqueda.
Emma Theissen Álvarez ha vivido exiliada en Costa Rica, desde poco tiempo después del secuestro de su hijo. Sintieron acoso y su familia sufrió amenazas que los obligaron a salir del país. Cuando le preguntaron si volvería, aseguró que solo lo haría para seguir con la búsqueda de los restos de su hijo.
Emma Theissen Álvarez asegura que los daños causados a su familia son irreparables. La desaparición del hijo provocó que su hija Emma Guadalupe rozara la “locura”. Ella estuvo en tratamiento psicológico por 12 años y todavía hoy, asegura su madre, “se echa a llorar intempestivamente. Ella sufre, pero estamos unidas y sabemos que la culpa no es de ella, y sabemos que es culpa del Ejército de Guatemala”.
En el interrogatorio que realizó el abogado de Zaldaña, hubo un intento por demostrar que su deficiencia visual podía ser un impedimento para ver bien. Pero Emma Theissen Álvarez dijo que llevaba poco más de una década de utilizar anteojos.
El abogado de la Procuraduría General de la Nacional (PGN) insistió en diferentes momentos de su intervención en que el Estado ya había cumplido con las medidas reparadoras ordenadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 2004. La corte condenó al Estado de Guatemala por la desaparición de Marco Antonio y el Estado pagó una idemnización y las costas procesales a la famila. La testigo no recordaba el monto exacto, pero confirmó que habían recibido dinero.
Los abogados de los otros detenidos también la interrogaron.
El abogado de Callejas indicó: ¿Me podría decir por qué frente al Tribunal asevera que las tres personas que se llevaron a su hijo fueron del Ejército? Ella respondió: Porque es el único organismo que tiene el poder para hacer lo que hicieron con mi hijo. La placa del carro era del Ejército.
El abogado del general Edilberto Letona Linares, le preguntó si como parte de la justicia que pedía por su hijo, se incluía beneficio económico. Entonces iniciaron las respuestas con monosílabos. “No”. El abogado de Luis Francisco Gordillo, en tono de disculpa, trató de suavizar el momento al indicar que como defensa le tocaba hacer “preguntas incómodas con la intención de buscar la verdad”.
¿Sabía que su hija pertenecía al PGT o a la Juventud Patriótica del Trabajo? Respondió que sí. ¿Sabía que participaba en acciones militares de la Juventud Patriótica del Trabajo?, dijo que no.
El abogado de Benedicto Lucas, trató de interrogarla sobre su abogado en 2005, el exfiscal Leopoldo Zeissig, pero el juez avaló las objeciones para que no respondiera. El abogado dijo que en el transcurso del juicio iban a demostrar algunos “detalles interesantes” sobre esa defensa.
La audiencia cerró con la lectura del informe de 12 casos que elaboró la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en donde se estableció que el Estado de Guatemala no había dado completo cumplimiento a las sentencias condenatorias de esa corte. Más que dar los aportes económicos, el Estado está obligado a facilitar justicia a las víctimas. Facilitar la averiguación de los hechos, encontrar los restos de los desaparecidos, entre otras cosas. La familia asegura que el Estado no ha hecho nada para buscar los restos de Marco Antonio Molina Theissen, desaparecido a los 14 años y que ahora debería tener 50 años.
Día 3 del juicio: Las hermanas Molina ante el Tribunal
En la tercera jornada del juicio, el martes 6 de marzo, las hermanas María Eugenia y Lucrecia Molina Theissen se presentaron a declarar. Ambas ratificaron y ampliaron la declaración que dio su madre un día antes.
Se confirmó que la participación de Emma Guadalupe en la Juventud Patriótica del Trabajo del PGT, no era casual. En su adolescencia integró el liderazgo estudiantil del instituto Belén. Su padre ya había sido capturado en 1956 y un tío materno a finales de los 70. Su hermana María Eugenia y el esposo de ella, Héctor Alvarado, militaron en el PGT. Él fue quien se enteró que Emma Guadalupe estaba en la sede militar de Quetzaltenango. Años después Alvarado fue ejecutado extrajudicialmente. El novio de Emma Guadalupe, también fue líder estudiantil y fue asesinado en 1981.
Las hermanas Molina Theissen refirieron que Emma Guadalupe logró escapar porque en 9 días bajó 20 libras de peso. Se zafó los grilletes, saltó por una ventana, salió a pie por la garita de salida de la base militar y tomó un taxi. Buscó a su grupo y la sacaron a México. No supo, sino hasta mucho después, que su hermano fue secuestrado. La familia asegura que el secuestro, el 6 de octubre de 1981, fue una represalia a la fuga de Emma Guadalupe un día antes. La familia también señala que el Estado de Guatemala, aunque ha cumplido con la reparación económica porque “es fácil dar dinero”, no ha buscado los restos de Marco Antonio ni ha establecido la base de datos genéticos que puede ayudar a los desaparecidos a ser identificados.
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