Llegó a la terraza del palacio, se apoyó sobre la baranda, apuntó hacia los manifestantes y disparó con su cámara fotográfica. Ese día del trabajo no le fue tan mal como esperaba. Las personas que lo insultaron con gestos fueron sólo tres, a diferencia de las decenas que les hicieron saber su enojo a quienes, cómo él, fotografiaron a los manifestantes del sábado 25 de abril en la Plaza de la Constitución.
Al fotógrafo le fue mejor porque al Presidente Otto Pérez Molina y a la Vicepresidenta Roxana Baldetti también les fue mejor. La cantidad de personas concentradas en el parque central para exigir la renuncia del binomio presidencial concentró de forma notable a muchas menos personas que en la protesta anterior.
La convocatoria era para que el 1, el 2 y el 16 de mayo la población se concentrara en la Plaza de la Constitución a manifestarse contra las autoridades luego de que se hiciera pública la existencia de una red delictiva incrustada en las aduanas del país.
En las redes sociales se promovía a las personas interesadas en participar que asistieran a todas, aunque se esperaba una mayor afluencia para el 1 de mayo debido a la presencia de los sindicatos del país, que cada año marchan por el centro histórico para defender sus derechos laborales.
Los sindicatos salieron de la zona 5 hacia el parque central, donde ya se encontraban algunos de los indignados que pedían la renuncia de los altos cargos del Ejecutivo. ¿Se unirían a ellos?
Algunos sindicatos lo hicieron. Trabajadores reunidos por la Confederación Central General de Trabajadores de Guatemala (CGTG), así como integrantes del Comité de Unidad Campesina (CUC) y estudiantes universitarios permanecieron en el centro de la Plaza de la Constitución. Sus dirigentes hablaban desde una tarima con las demandas habituales de mejores condiciones de trabajo, el respeto a sus derechos y condiciones de mayor justicia social, pero esta vez acompañaron sus peticiones con protestas contra el Gobierno.
Miembros de la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos enfocaron sus esfuerzos en conseguir firmas para una petición concreta de la renuncia del presidente y la vicepresidenta, el nombramiento de un gobernante interino, la suspensión de las elecciones y la refundación del Estado por medio de reformas a la Constitución Política.
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Mientras algunos de los dirigentes sindicales que hacían uso del micrófono pedían apoyo para los universitarios, la manifestación al frente del palacio permanecía desapercibida para el resto de grupos sindicales.
La mayoría de éstos desfilaba hacia un costado del Palacio Nacional de la Cultura. Allí tenía lugar una concentración final del grupo, con gritos de consignas o fotos a los carteles de protesta para luego disolverse y dar lugar a un nuevo grupo de los que se encontraban esperando en fila en la 6 avenida.
“Nosotros venimos a protestar porque se respeten nuestros derechos laborales. Tanto ellos como nosotros tenemos el mismo derecho a manifestarnos”, expresó Bonifacio Velásquez, dirigente del Sindicato de Trabajadores de Fritolay. Según explicó ese era el motivo de su marcha, pero si alguno de los integrantes tenía la intención de sumarse a la protesta contra el Gobierno, podía hacerlo también.
Fueron muy pocos los miembros de los distintos sindicatos que se interesaron en unirse a la otra manifestación, o al menos no se percibieron mayores diferencias en la cantidad de personas en la Plaza.
Sin sorpresas
Que la marcha del 1 de mayo mantuviera su distancia con los reclamos contra el Gobierno era previsible para muchos. Cantón Lee, docente de la facultad de Ciencias Económicas de la Usac, desde antes de llegar al parque central lamentó que a pesar del apoyo de algunos sindicatos, otros más numerosos como los del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) o el Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala (Steg) no estuvieran dispuestos a apoyar la causa.
La intención de los sindicatos de Salud de no mezclar su mensaje con el de las protestas que se han organizado contra la administración del Partido Patriota (PP) se notó desde el trayecto entre la zona 5 y el Palacio.
Si bien las consignas y carteles de la organización que los aglutina, el Frente Nacional de Lucha (FNL), mostraban inconformidad contra un presidente, no era contra el guatemalteco. Entre sus pancartas no había una que se relacionara con el famoso hasthag #RenunciaYa, pero sí había una con #ObamaDerogaElDecretoYa.
Según Daniel Pascual, dirigente del Comité de Unidad Campesina (CUC), ya son tres gobiernos seguidos en los que el FNL y el Steg, entre otros grupos sindicales se han desentendido de las necesidades del país tras haber pactado por intereses sectoriales con las autoridades.
Para los salubristas, uno de los principales logros llegó el pasado 30 de abril, cuando el Gobierno autorizó que más de 3,500 trabajadores fueran contratados en planilla bajo el renglón 011, aun cuando el mandatario había advertido que no se aceptarían más pactos colectivos dentro de las instituciones del Estado como parte de una política de austeridad y pese a que el Ministerio de Salud ya había explicado que no había recursos suficientes para contratar personal.
Plaza Pública intentó contactar a Luis Lara, dirigente del FNL, pero no respondió a las llamadas.
En el caso del Steg, la intención de no sumarse a la protesta contra el Gobierno había quedado clara incluso desde un día antes de la manifestación del 25 de abril. En esa ocasión, Acevedo también calificó de irresponsables a quienes organizaban la protesta.
Este grupo sindical consiguió un pacto colectivo en febrero de 2013 que incluyó un incremento salarial promedio de Q200 para cada maestro.
“El Joviel que conocieron no es el de ahora. Ha madurado y ha entendido que ser dirigente de uno de los más grandes sindicatos le obliga a sentarse en una mesa y buscar acuerdos”, expresó en esa ocasión la vicepresidenta Roxana Baldetti.
Acevedo explica que la intención de no participar en estas protestas no tiene relación con pactos que se hayan alcanzado con el Gobierno. “En primer lugar no sabemos quién está organizando estas marchas y no podemos arriesgar a nuestros trabajadores”, dice el líder sindical, quien agrega que ni el Steg, ni la Asamblea Nacional del Magisterio (ANM) participan en las marchas del 1 de mayo ni 20 de octubre para evitar que se politice la imagen de su movimiento.
La otra razón manifestada por Acevedo es que tanto Otto Pérez Molina como Roxana Baldetti perderán su inmunidad al entregar el mandato y si deben responder a la justicia lo podrán hacer en ese momento sin que se tenga que romper el orden constitucional con obligarlos a renunciar.
Campesinos a favor y en contra
Por parte de los campesinos, las posturas están tan divididas como las de los sindicalistas. Si bien el CUC se encontraba el 1 de mayo entre quienes pedían la renuncia de los altos funcionarios, el Conic prefirió permanecer al margen esta ocasión.
Sin embargo, antes del 25 de abril, ante la amenaza de protestas violentas identificadas en las redes sociales como #revolución y #planB, circuló un comunicado firmado por la Coordinadora en la que se afirmaba que campesinos viajarían a la capital a defender el orden constitucional “con el machete bien afilado y con el machete en la mano”.
Juan Tiney, dirigente de Conic, indica que su organización no ha renunciado a la lucha por los derechos de las personas y que no se puede asegurar que apoyar o no una protesta pueda definir a una organización campesina, sino su trabajo.
Tiney se manifiesta a favor de que los ciudadanos se expresen por medio de las protestas. “Los pueblos indígenas hemos cubierto tanto y por tanto tiempo que ya es tiempo que otros sectores se empiecen a manifestar”, expresa.
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Aunque acepta que pudieron darse opiniones dentro de la entidad que amenazaran con formas de violencia, asegura que no se trata de una postura de la Conic. Aparte de que considera que es difícil que el orden constitucional se rompa en este momento, también opina que no es a un grupo de campesinos con machetes a quienes les corresponde restituirlo.
De haber estado, la presencia de Conic tampoco habría hecho mucha diferencia.
Aunque para Victoriano Zacarías, de la CGTG, había pasado el momento de la manifestación individual para dar paso a la colectiva, la unión de la marcha sindical con la protesta contra los gobernantes resultó tener menos capacidad para convocar ciudadanos que el 25 de abril o el 2 de mayo, cuando los fotógrafos que se suben a la baranda más alta del palacio les llevaron a sus jefes imágenes de multitudes mucho más nutridas y amenazantes.