Alejandra amamantaba a su hijo menor cuando recibió la noticia de que tenía cáncer de mama y le pronosticaron tres meses de vida. Desde entonces han transcurrido dos años.
Los médicos le aseguraron que las quimioterapias a las que sería sometida no le devolverían la salud, pero sí le ayudarían a tener mejor calidad de vida. ¿Qué significa eso? “Vivir sin dolor”, responde Alejandra.
El cáncer para Alejandra es un proceso que le ha permitido tomar consciencia de que la vida es corta y que hay que vivirla con intensidad.
La enfermedad le cambió la vida. Y aunque el dolor sigue a pesar de las quimioterapias, Alejandra vive por segunda vez.
La ausencia de cabello muestra la severidad de los tratamientos que ha recibido. Pero Alejandra es más fuerte que eso, asegura. Decidió dejar la cama y ocuparse en varias cosas para sentir la vida. Ama a su esposo y sus hijos, ayuda a mantener un negocio familiar, visita a sus amigos y familiares, va al salón de belleza, y dedica tiempo a una fundación que ella misma creó.
Hace tres meses inició, junto a Luis Arturo, su esposo, “Pañuelos de Esperanza”. Una iniciativa que busca crear autoestima en las mujeres que padecen cáncer. La quimioterapia y los demás tratamientos cambian su estado de ánimo y el tono de su piel, destruyen su cabello, cejas y pestañas. Muchas mujeres suelen quedarse en casa. Se sienten diferentes y optan por no exponerse a las miradas de asombro. Alejandra quiere sacar a las mujeres del abandono. Para ella la autoestima es la mejor actitud para sobrellevar ese proceso. Ella quiere que las mujeres se sientan hermosas, "porque lo son". Hermosas por dentro, gracias a actitudes positivas, y por fuera, con pañuelos y maquillaje.
Ella se siente hermosa. Eso se puede ver.
Inventó cinco formas diferentes de ponerse el pañuelo (ella misma les puso nombre): el tradicional, el nudo, el turbante, la flor y la moña. También da consejos de cómo maquillarse para resaltar las cejas y los ojos. El objetivo no es disimular el cáncer, sino lograr que las mujeres se sientan mejor.
Alejandra llegó al último grado de cáncer que existe. La enfermedad se extendió a otras partes de su cuerpo. Pero ella sigue los tratamientos. Este año fue declarada Sobreviviente Avon. Los médicos le han dicho que ha mejorado. Ella asegura que está muy bien. Es creyente y confía en que Dios es quien le da la seguridad en ese lento proceso.
Para Alejandra, de 32 años de edad, esposa y madre de dos niños, todo tiene un propósito. "Llevar esperanza a quienes viven con esta enfermedad”. El cáncer es un símbolo de esperanza y no de muerte, asegura.
Puede visitar su sitio en: https://www.facebook.com/panuelosdeesperanza?fref=ts)