Parte de su currículum también indica que fue ligado a proceso y enviado a prisión preventiva por los delitos de ejecución extrajudicial y asociación ilícita, y, aunque quedó fuera del proceso penal por el asesinato de siete reos, acusó al Ministerio Público y a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) de obviar documentación y acusarlo falsamente, tal y como lo ha venido haciendo todo el pacto de corruptos. Actualmente, es acusado de financiamiento ilícito a través de sobornos a constructoras[1] y tal y como lo señala Jacobo García en «Así se compra un Estado. Cómo una minera Rusa corrompió todos los poderes en Guatemala», también ha perseguido a jueces y fiscales que han tratado de investigar sus vínculos con las mineras rusas[2], compañías transnacionales que han acabado con la vida de defensoras y defensores de la tierra y el territorio, los medios de vida de pescadores y agricultores, así como con diversas plantas y animales que conforman esos ecosistemas en el país.
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Giammattei, el médico y presidente, mantiene el desabastecimiento de los hospitales y varios lotes de vacunas contra la COVID-19 han tenido que ser desestimados, lo que constantemente amenaza la vida de cualquier persona que requiera de servicios de salud o que se exponga al virus. A pesar que a este historial podríamos sumarle los casos de desnutrición, el debilitamiento del IGSS y muchas otras muestras de su incapacidad e ineptitud, llama la atención cómo, el médico que atenta contra la vida, se aferra fervientemente a un discurso anti-derechos y autodenominado pro-vida. Tanto grita y vocifera que él está promoviendo lo correcto que, más bien, pareciera que intenta convencerse de que eso es cierto.
El pasado 9 de marzo, durante la declaración de Guatemala como capital pro-vida, acompañado por la organización evangélica del Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia, así como de algunos convocados y acarreados a la Plaza de las Niñas, Giammattei utilizó las técnicas de tirano y los ademanes de pastor para hacer absurdas comparaciones entre la más reciente guerra rusa-ucraniana y el derecho a decidir. Además, aseguró que Guatemala tenía mucho que celebrar porque era un país que «aprende, enseña y hace todo lo posible por respetar la vida desde su concepción hasta la muerte natural», sin embargo, no mencionó que lo hacían a través de negar la existencia de personas diversas, atentar contra las mujeres y personas gestantes que se ven en la necesidad de recurrir a un aborto, así como prohibir en ámbitos educativos, la educación sexual integral y científica a la niñez y adolescencia guatemaltecas.
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No debemos perder de vista que, a pesar de que Giammattei se vio obligado a solicitar que el decreto 18-2022 se archive, los intereses y los compadrazgos detrás de dicha aberración legislativa hayan cesado, pues hay una alianza conservadora que atraviesa los tres poderes estatales y que sirve para congraciarse con aquellos que le podrían ser útiles en sus actos de corrupción. Alejandro Giammattei es un médico que, en su forma más perversa, atenta contra la vida de las y los guatemaltecos, pues lo hace desde una posición donde podría mejorar las condiciones de vida de la población, sin embargo, lo único que su gobierno encabeza es la destrucción de lo poco que aún nos queda para vivir dignamente.
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