Femicidio de Luz María: la mentira de Jorge Zea para ocultar el crimen
Femicidio de Luz María: la mentira de Jorge Zea para ocultar el crimen
El femicidio de una joven madre e investigadora del Ministerio Público tuvo una condena. El agresor fue sentenciado a pasar medio siglo en prisión.
«Juró amarla, respetarla y quererla; y lo que hizo fue quitarle la vida y delante de una menor de edad», dijo Byron López, padre de Luz María del Rocío López Morales, frente al Tribunal que juzgó a Jorge Rafael Zea Mejía, esposo de la víctima.
Este martes 11 de octubre, el Tribunal Segundo de Femicidio hizo justicia para Luz María, una joven de 25 años, madre de una niña de 1 año y 9 meses, e investigadora criminalística del Ministerio Público (MP), que fue asesinada por Zea Mejía en enero de 2021.
El Tribunal condenó a Zea a pasar 50 años en la cárcel por haber cometido el femicidio. Durante el juicio salieron a la luz detalles de la violencia que la mujer vivió dentro de su matrimonio, las constantes amenazas de muerte que recibía cuando intentaba dejarlo, su intento fallido por denunciar en el MP, y cómo su hija presenció el crímen.
En un fallo unánime, los tres jueces Carlos Humberto Pacay, Ana Margarita Leonardo y Héctor José Rosales, dijeron que las pruebas demostraron que Zea Mejía estranguló a la joven en su residencia y que cuando todavía agonizaba le roció gasolina para quemarla y desaparecer evidencias. Según la investigación, Luz María murió asfixiada por estrangulamiento. Al momento de su muerte su cuerpo se encontraba quemado en un 80%.
El caso estuvo a cargo de la Fiscalía de Femicidio y como querellantes actuaron el Instituto de la Víctima y la Procuraduría General de la Nación (PGN). Para armar esta investigación el MP presentó 264 documentos, incluidos peritajes forenses, y contó con la declaración de 17 testigos y 27 peritos.
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¿Cómo pasó?
«Yo lucharía por sacarte de aquí por tu hija, solo que las pruebas te acusan», le dijo entre llantos Ada Morales, madre de Luz María, a Zea Mejía, momentos antes de escuchar la sentencia. Durante el tiempo que duró el juicio, Morales dijo que quería creer que su yerno no era el culpable de matar a su hija, pero que en el transcurso de la investigación todo apuntaba a él. Las pruebas contra Zea Mejía fueron abundantes, agregó el Tribunal.
Según la reconstrucción de los hechos, el 19 de enero de 2021 Luz María fue vista con vida por última vez. Esto quedó registrado en los vídeos de la sede del MP, donde laboraba; en las cámaras del edificio a donde acudió a dejar la evidencia de un caso que investigaba y de la garita de la colonia donde la joven vivía junto a Zea y su hija de casi dos años.
Ese 19 de enero, Luz María ingresó a su residencia y no salió con vida. La Fiscalía armó un rompecabezas con las evidencias encontradas en la casa de la joven y en el vehículo que conducía su esposo.
En esa línea de tiempo, con declaraciones de familiares, amigas y colegas de Luz María, se determinó que Zea Mejía la violentó desde su casamiento, que la celaba, la perseguía, revisaba su celular, le prohibía hablar con hombres y almorzar con sus compañeros de trabajo, y que incluso llamaba a trabajadores del MP y los acorralaba para amenazarlos por acercarse a la joven. La aisló, la golpeó y controlaba todo lo que ella hacía.
El Tribunal resaltó que la casa donde ambos vivían era descrita como «tenebrosa», como salida de una película de terror, que quedaba al final de su colonia, alejada de su familia, sus amigos y vecinos. «Era el contexto perfecto para que la víctima sufriera violencia», dijo el juez.
Pese a que estaba aislada, Luz María trató de denunciar. Con ayuda de familiares redactó un relato de lo que vivía junto a su esposo, pero al tratar de denunciar, los encargados de la sede central del MP no recibieron su caso porque era de la jurisdicción de Mixco, no de la ciudad de Guatemala.
Su femicidio fue la culminación de una vida de violencia y una formalidad la desmotivó de denunciar a su agresor.
«Colocó usted las manos alrededor del cuello de su esposa y la estranguló hasta asfixiarla y provocarle la muerte», sentenció el Tribunal al leer su fallo contra Zea Mejía, quién según la investigación no trabajaba sino que se dedicaba a perseguir a Luz María y a vigilarla afuera de su lugar de trabajo.
Entre las pruebas para llegar a esa conclusión destacó que el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) detectó lesiones recientes en el cuello, torso y brazos del acusado, y que dentro de la vivienda se encontró parte del lazo y del nylon con el que el cuerpo Luz María fue amarrado para luego ser introducido en un tragante de la zona 2 de la Ciudad de Guatemala.
En el patio frontal de la casa también se encontró un área con signos de combustión, donde según la fiscalía y los jueces, Zea Mejía le roció gasolina al cuerpo de su esposa. El Inacif encontró signos de humo en los pulmones de la joven, lo que reforzó la tesis de que estaba agonizante cuando su esposo le prendió fuego.
Zea Mejía trató de ocultar el crimen con la coartada de que la mañana del 20 de enero salió, como todos los días, a dejar a su esposa a su lugar de trabajo, la sede del Modelo de Atención Integral de la Niñez y Adolescencia (Maina), ubicado en la Avenida Simeón Cañas. Sin embargo, las cámaras de seguridad probaron que el hombre se estacionó frente al edificio, pero Luz María nunca bajó del vehículo. En el juicio se probó que el acusado llevaba el cadáver de su esposa en el baúl, mientras manejaba con la bebé adentro.
A partir de ese momento hay dos movimientos clave para entender el caso: primero, según la Fiscalía, para encubrir el crimen Zea trató de montar un escenario donde él era quien estaba buscando a su esposa. Para eso se estaciona frente al Maina y baja a preguntar por ella. El interrogatorio para saber el paradero de su pareja dura 22 segundos, dijo el Tribunal al leer la sentencia. Esto contrasta con los siete minutos que pasó en el callejón donde un día después fue localizado el cuerpo de la mujer, en un lugar silencioso, alejado, «adecuado para esconder un cadáver», según los jueces.
Luego, al hacer la inspección del vehículo, la Fiscalía encontró en el mismo baúl una mascarilla, un folder y distintos papeles manchados con sangre que, según el análisis hecho por el Inacif, era de Luz María. Allí también fueron localizados los lentes de la joven.
El acusado se abstuvo de declarar en el juicio, y su defensa nunca presentó una antítesis que respondiera qué hacía en el lugar donde fue encontrado el cuerpo de su esposa.
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Una investigadora muere y su hija sobrevive
En sus últimos días de vida, Luz María del Rocío López trabajó buscando resolver crímenes contra niñas y niños. Esa fue su última actividad, incluso horas antes de que fuera asesinada llegó a una sede del MP a entregar evidencias de un caso que tenía asignado.
«Esa misma actividad que ella realizó fue la que sirvió en esta investigación para determinar qué pasó», dijo el juez Héctor Rosales Marroquín, quien tuvo a su cargo la lectura de la sentencia.
Los jueces resaltaron un hecho macabro en este crimen. Todas las pruebas apuntan a que la hija de la pareja, una bebé de casi dos años, presenció el crimen. Ada de Morales, madre de Luz María, presentó ante los medios y ante el Tribunal un audio donde la niña dice, entre llantos, «la fuegó», lo que da a entender que presenció cuando la joven fue incendiada.
La familia de Luz María pidió al Tribunal que ordenara al MP investigar si la niña fue víctima de violencia contra personas menores de edad, pero los jueces, aunque reconocieron que la bebé presenció el femicidio, no se pronunciaron por ese aspecto.
«Hoy cerré un ciclo. Luché hasta el final para conseguir justicia para mi hija», dijo entre llantos Ada de Morales al escuchar la sentencia. Su búsqueda duró 1 año y 9 meses, tiempo en el cuál, según estadísticas, otras 934 mujeres fueron víctimas de femicidio.
«Esto cada día se hace más fuerte. Soy la primera madre que encuentra justicia tan rápido», cerró Ada de Morales al salir del Tribunal. Como un acto simbólico, la familia de Luz María se dirigió al tragante donde su cuerpo fue localizado para colocar flores en su nombre.
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