Tal y como explicó Annan en el año 2003 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, la corrupción transnacional es una de las formas más complejas, graves e intrigantes de la actividad delictiva que afecta al mundo en desarrollo. La corrupción y los corruptos no son endémicos de un país o una región. Todos tienen una anatomía común e independiente de su cultura, religión u origen étnico. Los agentes corruptos en el mundo se caracterizan por las siguientes prácticas: el soborno, empresas ...
Tal y como explicó Annan en el año 2003 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, la corrupción transnacional es una de las formas más complejas, graves e intrigantes de la actividad delictiva que afecta al mundo en desarrollo. La corrupción y los corruptos no son endémicos de un país o una región. Todos tienen una anatomía común e independiente de su cultura, religión u origen étnico. Los agentes corruptos en el mundo se caracterizan por las siguientes prácticas: el soborno, empresas de fachada, manipulación de licitaciones, empresas de propiedad oficiales, robo de cuentas del Gobierno, asociación con las familias más afluentes del establishment, negocios con la oligarquía y el abuso de los bienes públicos para intereses de sus socios buscadores de rentas.
La corrupción no conoce fronteras, y la creciente globalización de la delincuencia que estamos presenciando en la actualidad se caracteriza por la facilidad de los viajes internacionales, los avances en la tecnología de la información y la disponibilidad de opciones múltiples para la reubicación en secreto de la riqueza adquirida deshonestamente. En este siglo, como no habíamos visto antes en la historia de la humanidad, se pone de relieve la importancia de la cooperación entre las fuerzas del orden en los distintos países como única solución para detener la fuga de capitales de los países del Sur global, particularmente hacia los paraísos fiscales del mundo. Es necesario y fundamental que el Gobierno de Guatemala no solo realice reformas internas dentro de las instituciones que permiten la apropiación ilícita del erario público y la captura del poder, sino que también extirpe los mecanismos existentes mediante los cuales actualmente millones de quetzales se han fugado del país a través de las instituciones bancarias locales. Es imperdonable que el sistema bancario existente permita el lavado de dinero y que lo proteja con la compra de favores en los bancos tanto del sistema local como del internacional con oficinas en el país.
Guatemala debe y necesita apoyarse y aprender de los esfuerzos coordinados que las instituciones financieras internacionales han implementado en otros países para erradicar la corrupción. No podemos seguir esperando a que nuestras instituciones cambien por sí solas. Necesitamos aprender de las lecciones de otros países que han sobrevivido al posconflicto de la Guerra Fría. El fortalecimiento de las sanciones es solo el inicio de lo que en realidad deberá ser un ataque multidimensional a la corrupción. Nuestro apoyo hoy como guatemaltecos debe dirigirse hacia las ONG locales e internacionales que se dedican a la lucha contra la corrupción. Junto con ellos, los medios de comunicación libres y responsables (si es que aún existen en este país) deben ser protegidos y respetados como socios del pueblo en la batalla. Quizá así el Gobierno tomará acciones proactivas contra la corrupción mediante el establecimiento de salarios competitivos para los funcionarios con base en el mérito, libertad y protección para las denuncias contra los actos de corrupción y fortalecimiento de los sistemas bancarios que facilitan el lavado de dinero y el robo del erario público.
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