Y me cuestiono las condiciones a las que ha quedado relegada nuestra práctica política, si como sociedad nos hemos convencido de que es una actividad privada de las y los políticos y no debatimos, no cuestionamos, no les refutamos las ideas estériles con las cuales nos bombardean a diario. De hecho, ni siquiera hay claridad de las vías de acceso para hacer las preguntas que quisiéramos que nos respondan. Yo tengo ganas de preguntarles: ¿qué tipo de propuestas tienen para garantizar los derechos de las mujeres?, ¿cómo harán para conocer las necesidades específicas de las mujeres si no las han incorporado a sus partidos en condiciones de igualdad?, ¿cuáles son sus candidatas y en qué lugar de los listados las han colocado?
Las cifras son contundentes en lo que se refiere a la participación. En el caso de los binomios presidenciales para las elecciones de 1985, hubo únicamente hombres como candidatos a presidentes y vicepresidentes. En 1990 solo una mujer fue candidata a vicepresidenta de 12 candidatos; en 1995, una mujer fue candidata a la presidencia de 19 opciones; en 1999 hubo dos candidatas a la presidencia que compitieron junto a 20 candidatos hombres, en las elecciones de 2007 hubo dos mujeres candidatas a presidenta y vicepresidenta entre 26 candidaturas a los mismos puestos. Lo que conocemos de estas elecciones es que existen 27 partidos inscritos para participar en el proceso electoral y de ellos sólo tres han designado mujeres en sus binomios.
De esto podemos concluir que el hecho de que en esta campaña electoral se haya asumido hacer visibles las candidaturas de mujeres es una estrategia comunicacional, pero no significa que haya aumentado su porcentaje de participación en las postulaciones de los partidos. Para citar otro ejemplo: en las elecciones pasadas el porcentaje de candidatas a cargos de elección popular no superó el 20%. El más alto lo registraron Encuentro por Guatemala y URNG, con casi 19%, y el más bajo la Gran Alianza Nacional y el Partido Patriota, que no llegaron al 10% de sus postulaciones. Pero, además, para ir aprendiendo lecciones del pasado, es importante reclamarles a los partidos que las mujeres sean colocadas en lugares de los listados donde tengan alguna posibilidad de ser electas, porque lo que ha sucedido previamente es que las ubican en los lugares más bajos de las listas.
Otra cuestión importante es que no se percibe una modificación de los patrones hegemónicos arraigados en el imaginario, las campañas de comunicación de sus candidaturas se están haciendo a partir de reforzar la idea de mujeres cuyo rol fundamental es “servir” a otras personas y no como actoras políticas. Se las muestra como personas sumisas y obedientes, acompañando al hombre que es el que toma las decisiones, tiene autoridad y sabe guiar a un país.
Entonces, en el marco de nuestra práctica política, sería bueno comenzar a exigirles a los partidos que nos aporten información útil para debatir ideas y propuestas. Además, que incorporen las reivindicaciones históricas de las mujeres en sus plataformas para que no sigan siendo parciales y para avanzar paulatinamente hacia la democracia igualitaria. La propuesta de las mujeres se ha ido diseñando en los últimos años fruto de diversas luchas en numerosos ámbitos y apunta a la política transformadora, supone redefinir la democracia, el Estado, la política, la ciudadanía, sus principios y valores para que propicien el ejercicio pleno de la ciudadanía de hombres y mujeres y de todos los colectivos tradicionalmente excluidos.
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