En cuanto al covid-19 y a la estrategia de control, existen varias similitudes entre Guatemala y Chile. Como indicó el presidente, ambos países tienen una población comparable (17 y 19 millones, respectivamente). Ambos detectaron el primer caso en marzo de 2020 y tomaron acciones de contención tempranamente. Estas restricciones de movimiento y medidas de distanciamiento social han sido inconstantes, principalmente voluntarias y, ante la tardanza de la llegada del apoyo social y económico por parte de los Gobiernos, cada día menos posibles de acatar para guatemaltecos y chilenos. Sobresale también que ambos países enfocaron la respuesta al servicio hospitalario y que en ambos los ministros de Salud fueron destituidos en junio después de tres meses liderando la gestión del control de la epidemia (92 días en Chile y 98 en Guatemala). Los dos ministros dejaron sus carteras también sembrando serias preocupaciones sobre la gestión de los datos.
A pesar de las similitudes, al 29 de junio Chile había confirmado más positivos, reportaba más casos activos y más fallecidos que en Guatemala (en números absolutos). Se podría decir que Chile ha contabilizado los casos de covid-19 y ha estimado la severidad de la epidemia a través de los fallecidos más ampliamente que en Guatemala. He aquí algunas diferencias detrás de estos datos importantes:
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En Chile se utilizó el estado de calamidad para aumentar la capacidad de diagnóstico y las camas para pacientes críticos. Desde marzo se priorizó aumentar esta capacidad: se incrementaron las camas críticas para la pandemia poniendo las del sector privado a disposición de toda la población. En cuanto a la forma de contabilizar los casos, que depende de un diagnóstico, Chile aumentó la capacidad para hacer pruebas PCR (el gold standard para covid-19) en todo el país utilizando laboratorios privados e instituciones académicas y hasta enviando pruebas a domicilio, con todo lo cual alcanzó una tasa de 58,539 pruebas por millón de habitantes al 29 de junio.
En Guatemala, la descentralización de las pruebas empieza más de tres meses después del primer caso confirmado. Coincide con la introducción de otra prueba (antígeno) más rápida, pero de menor confiabilidad, y con escasez de personal, pruebas, reactivos y laboratorios autorizados para diagnosticar a pacientes. La tasa es de 4,940 pruebas por millón de habitantes al 29 de junio (casi 12 veces menos que en Chile). No es solo que la capacidad de diagnóstico en Chile sea mayor que la de Guatemala a la fecha. El proceso para aumentar esa capacidad durante la pandemia le permite seguir la batalla contra el coronavirus e identificar casos de una manera más sólida en todo el país.
Aunque en ambos países las pruebas son gratis en el sector público, Chile ha fijado el precio máximo de las pruebas en laboratorios privados (PCR: 30 dólares), mientras que en Guatemala no se ha regulado un precio máximo y actualmente los de las pruebas PCR oscilan entre 300 y 400 dólares: diez veces más caras en Guatemala (sin valorar comparaciones de poder adquisitivo de chilenos y guatemaltecos). Hay que recordar que un diagnóstico oportuno puede significar la diferencia entre la vida y la muerte y es clave para ayudar a interrumpir cadenas de transmisión.
La destitución de ministros de Salud en ambos países ocurrió junto con una crisis de credibilidad y auditorías sobre los datos oficiales. Como resultado de estas auditorías, en Chile el número de muertes casi se duplicó al empezar a contabilizar fallecidos con síntomas sospechosos de covid-19, y no solo las muertes con un PCR positivo. En Guatemala solo se ha auditado el número de muertes entre casos de covid-19 confirmados y no se conoce el de sospechosos. En definitiva, comparar ambos países simplemente por casos totales, casos activos y decesos no da una imagen fiable ni de la evolución de la pandemia ni de las perspectivas a corto y mediano plazo.
Las comparaciones más necesarias para entender la epidemia de covid-19 en este momento en Guatemala son entre los territorios del país. Guatemala se encuentra en una etapa de transmisión comunitaria y de aceleración de contagios. Hay mucha preocupación entre líderes y la población en general por la incertidumbre sobre qué acciones se deben tomar. Los contagios seguirán en aumento si no disminuye la movilidad de personas para romper cadenas de transmisión.
Las tasas de incidencia por municipio muestran claramente que las acciones intersectoriales contundentes urgen más allá del departamento de Guatemala para disminuir la velocidad a la que aumentan los contagios de covid-19 en el país. Un ejemplo de estas acciones viene de Chile, donde autorizaron el traspaso de recursos a la atención primaria de salud para fortalecer la trazabilidad de contactos, brindar apoyo y aumentar la capacidad de prevención al nivel local para que las comunidades puedan acatar las recomendaciones y prevenir más muertes. Como dijo el doctor Mike Ryan, de la OMS, «en una epidemia nunca es demasiado tarde para recuperar el control; la cuestión no es si la epidemia está dentro o fuera de control, sino si los Gobiernos toman el control de la situación».
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