El anuncio de Giammattei es sorprendente: confirma que el Gobierno ve la proyección de miles de fallecidos como un costo humano asumible para normalizar la economía. No solo eso: está dispuesto a cambiar las condiciones actuales por un sistema que aumente el riesgo de transmisión del virus y potencialmente el costo en vidas. El anuncio confirma un cambio de narrativa en la cual se sacrifica la prioridad de la contención por una mayor apertura a pesar de que la economía ha seguido operando en gran medida, aun con restricciones y un alto riesgo sanitario. ¿Cuál será la proyección del Gobierno para las muertes asociadas por covid-19 bajo los posibles efectos de las aperturas municipales?
Con al menos tres meses de evidencia de transmisión comunitaria de la covid-19 en Guatemala y una curva epidémica en aumento, la cautela (basada en el comportamiento del virus globalmente) exige asumir que el virus circula de manera generalizada.
[relacionadapzp1]
En otros países, cuando la transmisión comunitaria ha sobrepasado la capacidad para detectar el virus, se han implementado cierres totales con apoyo económico para quedarse en casa. Estos cierres son duros para la población y difícilmente sostenibles por más de algunas semanas.
Sin embargo, se han demostrado inevitables ante la altísima transmisibilidad del virus y la necesidad de ganar tiempo para 1) aliviar presiones en el sistema de salud, 2) aumentar la infraestructura nacional para la detección y 3) montar un sistema de rastreo y aislamiento de contactos a nivel local. En Guatemala no se ha logrado ninguna de estas tres acciones.
[frasepzp1]
Es difícil comprender cómo un sistema de semáforo bajo las condiciones actuales permitirá a las autoridades guatemaltecas controlar la epidemia.
La lógica de tal sistema es permitir que se relajen las restricciones supuestamente vigentes cuando se considera que el riesgo es bajo y concentrado en lugares concretos. El semáforo se basa en la idea o premisa de que el riesgo de abrir es asumible. Una estrategia de semáforo enfocada a aliviar o endurecer medidas de distanciamiento físico por municipio exige al menos cuatro aspectos básicos de los que no hay evidencia de que a la fecha se cumpla alguno:
- Que el número de contagios a nivel nacional se esté reduciendo lo suficiente para que los posibles brotes sean localizados y controlables sin confinar a toda la población.
- Que la capacidad hospitalaria departamental y regional sea suficiente para atender los casos severos de covid-19 sin dedicar totalmente los servicios públicos a esa enfermedad.
- Que haya una infraestructura de información epidemiológica sólida y ágil para captar cambios en la transmisión a nivel municipal.
- Que haya la suficiente voluntad política para revertir las medidas y confinar a las poblaciones donde los brotes se descontrolen.
El toque de queda, las restricciones a vehículos y los domingos en casa no han tenido un impacto en la reducción de la curva de crecimiento en el país. A nivel departamental tampoco. Según datos de la Coprecovid al 5 de julio, el departamento de Guatemala y algunas áreas fronterizas (San Marcos) y costeras (Escuintla e Izabal) se encuentran en fase de crecimiento acelerado del contagio pese a que el número de pruebas de diagnóstico no se ha incrementado de forma significativa. Sin saber el número de casos sospechosos en cada área del país, podría haber un subregistro que no es calculable a la fecha. El modelo de la Universidad de Washington indica que, de mantenerse las medidas, el crecimiento continuará al menos durante seis semanas.
[relacionadapzp2]
Algunos sectores del sistema hospitalario público ya están desbordados. No solo los hospitales temporales no se dan abasto para atender el número de hospitalizaciones, sino que otros hospitales públicos se ven obligados a dedicar áreas adicionales a la epidemia y reducen mucho su capacidad para atender otras enfermedades. La red hospitalaria pública, históricamente frágil, ya está cerca del colapso total y no soportará un crecimiento aún más acelerado en el número de casos severos.
Guatemala sigue con un nivel de muestreo insuficiente, sobre todo en áreas no metropolitanas. Ningún departamento alcanza el nivel mínimo recomendado por la Coprecovid (0.4 pruebas por mil habitantes). En cinco de ellos, el nivel actual es 20 veces menos del recomendado.
[relacionadapzp3]
La estimación del riesgo es tan fiable como la información que se tiene. A estas alturas, la escasez de pruebas da una falsa impresión de seguridad y de bajo contagio que podría llevar a aperturas de decenas de municipios virtualmente a ciegas.
El sistema de datos es el aspecto más deficiente.
Las diferentes auditorías han mostrado que el ciclo de los datos tiene varias deficiencias: falla la captación de reportes de hospitales o laboratorios y faltan medios para procesar fichas epidemiológicas. La Coprecovid informó al Congreso que la capacidad de reportar incidencia por municipio ya ha sido instalada, pero está pendiente que se divulgue públicamente esta información mediante un tablero automatizado. La publicación de datos a este nivel ha sido mínima. La estrategia de semáforo depende de que esto suceda.
[frasepzp2]
La capacidad de rastreo es extremadamente limitada y desconocemos la posibilidad de registrar casos durante un seguimiento de contactos. El informe del Ministerio de Salud a la Coprecovid solo presenta el plan para un programa piloto en el departamento de Guatemala y advierte que faltan recursos o un sistema estandarizado para el seguimiento de casos y contactos.
Por último, el Gobierno ha perdido mucha credibilidad y ha demostrado no tener el capital político necesario para los cierres.
Las áreas con más casos se encuentran en la capital y sus alrededores. En estas áreas, el Gobierno ha desistido de estrategias decididas de mitigación o supresión del virus que reviertan la dinámica. Además, se ha mostrado incapaz, una y otra vez, de seguir los umbrales y parámetros epidemiológicos que se ha impuesto. Hemos oído a Giammattei mencionar un umbral de 20 casos diarios como detonante de medidas extremas (8 de abril) y presentar un plan de reapertura en mayo que hablaba de mantener la incidencia por debajo de 125 casos por millón (3 de mayo). ¿Incluirá el semáforo los indicadores del vigente acuerdo ministerial 146-2020?
Este basaba la reapertura en descensos sostenidos de los sospechosos y en la positividad junto a umbrales de capacidad hospitalaria y equipo de protección. Todos estos lineamientos han sido anunciados y obviados como si nunca hubieran existido.
Si el semáforo busca dar más movilidad, ¿qué credibilidad le queda al Gobierno para garantizar que ahora sí podrá guiarse por datos epidemiológicos?
Como ciudadanos, ¿estamos listos para asumir un mayor riesgo de transmisión del virus? Países que han ignorado el imperativo de reducir la transmisión de forma generalizada (Suecia o Brasil) e incluso han utilizado el sistema de semáforo de riesgo (México) se enfrentan a pérdidas humanas irreparables y a economías igualmente destrozadas mientras el virus sigue acelerado. Nos preocupa que introducir precipitadamente el semáforo acerque a Guatemala a este grupo de países y a su cauda de muertes.
Más de este autor