El “autor” salió trasquilado recién estrenada su supuesta criatura que resultó ser, en todo caso, el monstruo de Frankenstein, armado con pedazos ajenos, unidos y animados por algún extraño método. Todavía no había terminado la peladera alrededor del escándalo, cuando salió a la luz que había otro engendro de iguales características, más antiguo y mejor guardado. Nada más y nada menos que una tesis doctoral.
Aquí se alzan las voces de los guatemaltecos: corrupto, descarado, sinvergüenza, charlatán, embaucador, plagiario, embustero, y otros términos más vulgares pero no por eso menos acertados. Documentos escritos y publicados en tinta de mentirosos. Hubo un “autor” y quién sabe cuántos otros ojos lectores antes de la publicación, ¿todos mentirosos?, ¿todos delincuentes violadores de los derechos de autor?, ¿o acaso algunos cómplices del primero y otros no necesariamente? No tengo idea. No falta eso de “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Ah, el copy-paste (o “plagio” en la era pre-internet): uno de tantos males que aquejan a medio mundo en Guatemala. Invade nuestros centros educativos desde el nivel más elemental hasta los que otorgan los más altos grados académicos.
Cierto, no es mal del guatemalteco, esto se padece en todos lados –¡hasta inventaron software para detectarlo!–, pero no es justificación. ¿Acaso usted iría a conseguirse a propósito los bichos que contagian una enfermedad degenerativa? Seguramente no, a menos que sea suicida y masoquista a la vez. Sin embargo, de muy buena gana nos contagiamos de la epidemia del copy-paste, enfermedad degenerativa que destruye el hábito de la lectura, la comparación, el análisis, la síntesis, el pensamiento crítico y la honestidad.
Somos unos mentirosos. Ahora, con la información más al alcance que nunca, es cuando menos se lee. En el mejor de los casos, hacemos una búsqueda y obtenemos 29.600,000 resultados en 0.26 segundos, seleccionamos unos cuantos para leerlos y copiamos lo que mejor nos parece. Luego lo hacemos pasar por nuestro. Pero el mejor de los casos no es el más común. De la búsqueda tomaremos los tres primeros resultados –que no necesariamente son los más confiables-, y haremos copy-paste sin siquiera leer. El peor de los casos es el de aquellos inexpertos que así, a lo bestia, imprimen la primera página que encontraron –o la que les pareció más “bonita”- sin asegurarse de eliminar la dirección de la orilla de la página, son ésos que hacen que los profesores digamos “pobres mis gordos” una fracción de segundo antes de transformarnos en seres iracundos que gritan “¡éste piensa que yo soy imbécil ¿o qué?!”.
Imbéciles nos hemos vuelto todos. Esa información fácil nos da la oportunidad de aprender casi sin límites, pero hay que saber distinguir entre lo que es confiable y lo que no, aprender a desechar la charlatanería, a apartar la basura y quedarse con lo que realmente sirve. Sin embargo, nos encanta lo contrario, nos toman el pelo a diario y esos procesos de decantación para extraer la esencia degeneraron en procesos para recoger cáscaras inservibles, “piezas maravillosas” armadas con pura porquería. Vaya a www.rincondelvago.com o a www.monografias.com y verá cómo han crecido esos sitios a punta de publicar “trabajos” reciclados y vueltos a reciclar, en los cuales uno ya no sabe qué es lo que queda.
Luego de la información fácil, la consecuencia natural era la educación fácil. Ahora puede hacer licenciaturas, maestrías y doctorados de fin de semana, aprendiendo nada y, por lo visto, nadando en el mar del copy-paste, con estudiantes incapaces de producir un documento original luego de la lectura y reflexión de muchos otros. Nos damos atol con el dedo unos a otros. Con tinta de mentirosos ponemos nuestro nombre en documentos que no hemos producido. La misma con la que firmamos diplomas que otorgan grados académicos espurios. De eso está hecho el crayón con el que, cada cuatro años, marcamos en papeletas los rostros de aquellos en quienes, o vemos reflejado lo peor de nosotros mismos, o leemos la mentira que más nos endulza el oído. Y eso me asusta.
*Liar’s Ink, canción de la banda The Black Heart Procession, del album Six (2009).
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