Guatemala lidera dos listas negras en calidad de aire
Guatemala lidera dos listas negras en calidad de aire
En Latinoamérica, encabezamos el listado de países con el aire más tóxico, mientras en el ranking de las capitales ocupamos el segundo puesto. Los reglamentos para mitigar el problema, por ahora, solo existen como promesas.
Jeaneth Ortiz, de 43 años, se desplaza en transporte público todos los días de la zona 6 a la zona 2 de la Ciudad de Guatemala. Sale de su casa a las 5:30 de la mañana y se enfrenta al humo que expelen ruidosos escapes de vehículos a su alrededor.
«De Jocotales para el mercado de la quince, monto un taxi. Luego, abordo un busito que me deja en San Ángel. En el trayecto se siente el aire contaminado por el humo de los carros. Hay buses que pasan y tiran humo negro. Toda esa contaminación es para uno», relata.
La ciudad que recorre Jeaneth es la segunda capital de Latinoamérica con la peor calidad de aire, solo superada por la Ciudad de México, según el Informe Mundial de la Calidad del Aire, de 2024. El dato se agrava al comparar a nivel de países, Guatemala ocupa el primer lugar, arriba de Guyana y México.
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Uno de los problemas principales que identifica el estudio se refiere a las emisiones de gases de los vehículos. Solo la Ciudad de Guatemala concentra 884,178 carros, autobuses, transporte pesado y motocicletas. De estos, ocho de cada diez tienen más de 15 años de antigüedad.
Entre la población más expuesta figuran los peatones quienes, ante la falta de un modelo de transporte propio que los blinde de la contaminación, se desplazan por la ciudad a pie. Esperan en estaciones de transporte público abordar una unidad que los lleve a su destino, mientras los motores a su alrededor regurgitan partículas tóxicas.
El Índice de Calidad del Aire (AQLI, por sus siglas en inglés), elaborado por el Instituto de Política Energética de la Universidad de Chicago, estima que en países como Guatemala, reducir la contaminación atmosférica podría hacer que sus residentes ganaran de 3 a 4.4 años de vida.
«Sesenta de las regiones más contaminadas (en Latinoamérica) están en Guatemala, Bolivia y Perú. En estas regiones, las personas respiran un aire similar al de otros grandes focos de contaminación en el mundo, como Pune, India, y Harbin, China», advierte el índice de AQLI de 2023.
Contaminantes, asesinos diminutos
Edisson Castillo, de 33 años, corre en grupo todos los días alrededor de las 5:30 de la mañana por el carril auxiliar de Carretera a El Salvador, al lado de una multitud de carros y buses que probablemente no reciben mantenimiento periódico.
Su contexto es distinto al de Jeaneth, pero ambos son víctimas de la contaminación atmosférica.
«Hay días en que podés tener ardor de ojos. El aire se siente mucho más pesado de lo normal y esto influye, incluso, en el deporte que practico. Mientras más puro es el oxígeno, mejor es el rendimiento de un atleta. Entonces impacta de forma directa», lamenta.
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En Guatemala, además del tránsito, se suman otros factores contaminantes como los incendios en vertederos, incendios forestales y actividades agroindustriales.
«La OMS estima que la contaminación del aire causa aproximadamente 7 millones de muertes prematuras al año en todo el mundo (…) En Guatemala, la mortalidad atribuible al aire contaminado durante el período 2010-2019 superaba más del doble las muertes ocasionadas por agua insegura», advierte el Instituto de Investigación en Ciencias Naturales y Tecnología de la Universidad Rafael Landívar (IARNA) en su artículo Cuando el humo se disipa, la atención también: Breve historia de una crisis permanente.
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Gustavo Estrada, investigador de dicho centro de estudios y uno de los autores del artículo, subraya que es necesario considerar el problema a profundidad.
«Tenemos que empezar a conversar sobre este tema, no solo cuando se queman los vertederos», exhorta.
Uno de los principales indicadores para medir la calidad del aire son las partículas contaminantes ultra finas de 2.5 micrómetros, hasta 30 veces más delgadas que un cabello.
«Las partículas sólidas, o líquidas menores a 2.5 micrómetros provienen de fuentes de quema de combustibles fósiles como diésel, combustóleo o carbón y de biomasa, además se producen a partir de la condensación de los gases de combustión de los vehículos a gasolina. De manera natural provienen de la erosión, erupciones volcánicas e incendios forestales», explica el Laboratorio del Aire de la Universidad de San Carlos (Usac) en sus informes que elabora anualmente.
Edwin Taracena, director de este laboratorio, es cauto respecto a los informes que advierten que Guatemala es de las regiones más contaminadas de Latinoamérica, ya que para ello se necesitan equipos de medición con fines regulatorios que actualmente son escasos en el país.
No obstante, es indiscutible que la calidad del aire no es la óptima, reconoce.
El laboratorio tiene una red de sensores ubicados en el edificio T10 de la Usac; en el Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá (Incap), zona 11; en el Insivumeh, zona 13; en el Musac, zona 1, y dos en la calzada San Juan.
«En épocas secas se dan los niveles más altos de contaminación. Tenemos una estación en El Trébol, en la calzada San Juan y en la Roosevelt. Estas representan los picos más altos y la conclusión en nuestros informes es que se debe al tráfico vehicular», subraya.
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En estos puntos, además de las partículas ultrafinas, también se eleva la presencia de dióxido de nitrógeno y azufre.
En su último informe de 2018, el Laboratorio del Aire de la Usac recomendó, como medidas de mitigación, «contrarrestar o disminuir los incendios forestales, controlar emisiones provocadas por actividades agrícolas, evitar la quema de basura, asfaltar, pavimentar o adoquinar calles de terracería localizadas en centros urbanos y revisión de vehículos para disminuir al máximo la emisión de contaminantes atmosféricos”.
Sin regulación
Centros de investigación, como el IARNA y el Laboratorio del Aire de la Usac, coinciden en que es urgente que el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (Marn) implemente un reglamento de emisiones contaminantes provenientes de vehículos, y establezca valores límites de contaminación.
Esta es una deuda que los gobiernos de turno arrastran desde 1985, cuando se aprobó la Ley de Protección y Mejoramiento del Medio Ambiente. La norma dice que el gobierno debe «emitir los reglamentos correspondientes para prevenir la contaminación atmosférica y mantener la calidad del aire».
A la fecha, ninguno de estos instrumentos se ha emitido.
«El reglamento debió implementarse anteriormente, pero por alguna razón el tema de calidad del aire fue abandonado en administraciones previas y no se avanzó. Desde el año pasado estamos trabajando en tres reglamentos que tienen que ver con esto», adelantó Edwin Castellanos, viceministro de Cambio Climático.
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El primero definirá los niveles de calidad del aire considerados seguros. Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que es de menos de 10 partículas ultrafinas por metro cúbico, Castellanos dice que hay que tomar en cuenta el contexto local.
«Cada cinco años, la OMS baja ese estándar. Eso sucede porque cada vez más los estudios demuestran que las partículas son dañinas. Lo ideal es no tener partículas, pero eso no es realista. Ahí uno tiene que pensar si pone un estándar que nadie va a cumplir o uno que sí. La OMS sugiere estándares graduales», explica.
Los otros dos reglamentos buscan controlar las emisiones de fuentes móviles, como vehículos y fuentes fijas, como industria, aunque el funcionario no dio una fecha de cuándo podrían entrar en vigor.
Entre intentos fallidos y el etanol
En las últimas dos décadas ha habido intentos fallidos por implementar reglamentos que mejoren la calidad del aire. En 1992, el Congreso aprobó un decreto que establecía que todos los vehículos terrestres automotores comerciales y de pasajeros que se importaran al país debían contar con certificaciones estadounidenses, canadienses, mexicanas o europeas de emisiones de gases. Sin embargo, esta norma fue derogada después.
Actualmente, el Ministerio de Energía y Minas busca implementar, a partir de enero de 2026, el Reglamento General de la Ley de Alcohol Carburante que regula la mezcla de etanol con combustible en un 10 % del volumen.
«La incorporación de este aditivo es necesaria en cumplimiento a la Ley de Alcohol Carburante, aprobada en 1985, y su reglamento, emitido en 2023 (...) En Brasil, las emisiones de efecto invernadero se redujeron entre un 60 % a 90 %, ya que es más eficiente energéticamente con la mezcla de etanol producido de la caña con la gasolina», explicó el titular de la Dirección General de Energía y Minas, Erwin Barrios.
El funcionario explicó que la producción de etanol corresponde a la agroindustria de caña y hay cinco destilerías que generan unos 65 millones de galones anualmente. El 90 % de ese producto se exporta a Europa, Estados Unidos y México, entre otros.
Barrios asegura que hay estudios, a nivel nacional e internacional, que demuestran que el uso de etanol como aditivo en los combustibles no es dañino para los automotores. Sin embargo, este sector de la industria es escéptico.
César Amézquita, gerente de la Asociación de Importadores de Motocicletas (Asim), explica que en Guatemala el 98 % de las motocicletas que circulan son de bajo cilindraje. Por lo tanto, sus componentes podrían averiarse si se les suministra combustible con etanol.
«Ese 98 % sí va a tener problemas porque la mayor deficiencia del etanol es que corroe, porque es un alcohol. Corroerá gomas, agujas y tanques», dijo.
Amézquita apunta que, aunque en Colombia y Brasil existan motocicletas de la misma línea que en Guatemala, las que se importan aquí tienen características diferentes porque los fabricantes envían diseños automotrices de acuerdo al combustible que se consume en cada país.
«Han estado queriendo decir que si en Colombia y Brasil se usa el mismo tipo de motos no hay efectos. Pero aquí se mandan a pedir especificaciones para combustible tipo gasolina (sin etanol)», advierte.
A la fecha, no hay consensos sobre las normativas que buscan reducir las emisiones contaminantes.
Mientras tanto, los costos los asumen quienes viven y se desplazan por la ciudad a diario. Peatones, como Jeaneth, y hasta atletas, como Edisson.
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