Santa Cruz Chinautla: claro ejemplo del fracaso municipal en el manejo de la contaminación y los desechos
Santa Cruz Chinautla: claro ejemplo del fracaso municipal en el manejo de la contaminación y los desechos
En la aldea Santa Cruz Chinautla, mujeres como Ángela Luz López madrugan para acarrear agua desde las pilas públicas, mientras conviven con ríos convertidos en el cauce de desechos provenientes de la capital y de la basura de la comunidad que carece de servicio municipal de recolección. Tras más de tres décadas de denuncias, un juzgado ordenó a la municipalidad frenar la contaminación y restaurar el ecosistema en esa comunidad.
Ángela Luz López despierta todos los días a las cinco de la mañana. Desciende a oscuras por caminos de terracería, casi a ciegas por la falta de sol y alumbrado, hasta llegar a las pilas públicas en el centro de Santa Cruz Chinautla, una comunidad históricamente habitada por población maya poqomam, para llevar agua a su hogar.
Tiene 25 años y estudia un bachillerato por madurez, mientras trabaja haciendo labores de mantenimiento en una asociación. El esfuerzo cotidiano de mujeres como ella para acarrear agua ocurre en un territorio atravesado por los ríos Chinautla, Las Vacas y Tzaljá, convertidos en el cauce de desechos y químicos provenientes del vertedero de la zona 3 de la capital.
Tras más de tres décadas de resistencia comunitaria, un juzgado finalmente otorgó un amparo a esta población, que obliga a la municipalidad de Chinautla y demás instituciones competentes a frenar la contaminación y restaurar el ecosistema.
El fallo judicial representa un respiro en el papel, aunque la vida cotidiana todavía sigue igual.
En la penumbra de cada madrugada, cuando apenas se adivinan las veredas de los cerros, las mujeres de la comunidad descienden a las pilas con cántaros en mano. Vienen de distintos cantones para recoger agua o lavar ropa que cargan en canastos desde sus casas. A esa hora, los únicos sonidos que acompañan sus pasos son el eco insistente de cientos de gallos que anuncian una nueva jornada y el paso esporádico de algún vehículo.
Ángela Luz lleva un tinaco que apenas se acomoda sobre su cabeza, para luego subir de vuelta a su hogar en el cantón Cementerio, situado en la parte alta, a unos 30 minutos a pie. Respira a bocanadas abiertas y camina en zigzag para sortear partes del tramo donde las pendientes son más elevadas.
«Hoy llegó el agua, gracias a Dios», dice. Es sábado y también día atípico. Con suerte, su familia volverá a recibir agua municipal dentro de 15 ó 20 días, por 30 minutos nada más, como ya es costumbre. Cuando abren el grifo y no cae una sola gota, con su madre y hermana hacen hasta cuatro viajes de ida y vuelta, en los que demoran entre tres y cuatro horas a pie, para recoger agua en un ambiente de hedor.
«Si viene poquita agua, nos dura nada más cuatro días… ¡Pero utilizando poco! Afecta nuestras emociones porque vivimos con el estrés y con la angustia (del agua)», cuenta Ángela, mientras sujeta con las manos su rostro fastidiado.
[frasepzp1]
Sed, dolor y enfermedades
«Mi mamá tiene dolores de estómago, por eso no bajó», confía Ángela Luz.
Ese día, el plan era recoger dos tinacos de agua para complementar el suministro municipal, pero Alejandra, su mamá, de 55 años, tiene náusea y se ve obligada a descender de prisa las cuestas enlodadas por la lluvia de la noche anterior. Busca un centro médico en la ciudad, ya que el puesto de salud permanece cerrado los fines de semana.
Baja por el cerro, mareada, sosteniéndose de árboles y de muros que encuentra a su paso, tomada del brazo por Ángela Luz. Hace paradas continuas cuando ya no puede contener las ganas de vomitar.
«Este tanque (de captación de agua de lluvia) lo lavamos hace tres días porque empezó a llover. Le echamos bolsas de cloro para que el agua se ponga un poco blanquita (clara, cristalina), pero a veces ya no nos sirve, nomás para regar las plantas. Se ve como cafecita», asegura Alejandra, momentos antes de que empeoren sus síntomas.
Se dedica a la alfarería, la producción de artesanías de barro que históricamente ha realizado población poqomam y cuyas piezas han sido declaradas Patrimonio Cultural Intangible de la Nación por su relevancia sociocultural.
Actualmente, ante la falta de un servicio municipal de recolección de basura, las personas depositan sus desechos en las orillas del río, en los mismos sitios donde se extrae el barro que luego servirá para crear piezas del imaginario poqomam.
«Todos los días me quejo del dolor de estómago, me molesta el hígado. Tengo sobrinos que tienen lombrices y fiebre», insiste
Asistió de emergencia a la Cruz Roja. El médico sospecha que se trata de una infección de Helicobacter pylori, pero habrá que confirmarlo con estudios. Este es un cuadro común en hogares en condición de pobreza, donde no hay acceso a agua potable y los grados de contaminación ambiental son altos.
La hipótesis médica para el caso de Alejandra es razonable. Ríos como el Villalobos y Las Vacas son los que muestran los peores niveles de calidad de agua a nivel nacional en diversos puntos de monitoreo. Este último presenta valores que van de regular, a mala y a pésima en algunos puntos ubicados en Chinautla, y con niveles de contaminación microbiológica por encima de los valores máximos permitidos para descargas de aguas residuales, según el módulo de agua del Perfil Ambiental 2023 del Instituto de Investigación en Ciencias Naturales y Tecnología (IARNA), de la Universidad Rafael Landívar (URL).
Juan José Narciso, investigador de dicho instituto, explica que mantener los niveles de contaminación actuales, principalmente como los de Santa Cruz Chinautla, implica una “condena de la sociedad a largo plazo».
[relacionadapzp1]
«El Estado debe reconocer que la cuestión ambiental es una prioridad por las implicaciones que tiene en temas de salud y sociales. (La contaminación) afecta no sólo el entorno, sino pone en peligro la vida. Además, el legado de estas familias estará en las mismas condiciones, o peores», advierte.
Piden frenar contaminación
Para llegar a Santa Cruz Chinautla se puede ingresar por San Ángel, un sector de la zona 2 de la Ciudad de Guatemala, con residenciales y edificios de apartamentos donde viven estratos medios y medio altos.
Llegar de noche o madrugada es un desafío lleno de incertidumbre. Se trata de una carretera estrecha, sin iluminación, donde sólo cabe un vehículo de ida y otro de vuelta, con curvas cerradas que casi asfixian. Es temporada lluviosa y la niebla que cubre el camino hace que las luces sean insuficientes. Es casi imposible evadir los baches recurrentes.
Durante décadas, la oscuridad de las horas inhábiles ha sido la mejor aliada de pilotos de camiones que aprovechan a tirar ripio, tierra y materiales de construcción en vertederos ilegales, a orillas del río, sin ser vistos ni sancionados.
La comunidad poqomam ha exigido a la municipalidad que tome medidas ante esta situación. No había obtenido respuesta, hasta que, el pasado 5 de junio, un juzgado otorgó un amparo que obliga a las autoridades a frenar los focos de contaminación.
Brenda del Cid, alcaldesa de Chinautla, comenta que el problema es que los camiones conducen sin ninguna identificación y en horarios donde ya no hay policías municipales de tránsito. Aunado a ello, no tienen la facultad legal para sancionarlos.
«La resolución del amparo fue buena porque, con base en ella, se le ha notificado a todos los (choferes de) camiones que, si llevan ripio, deben tener un permiso (del Ministerio de Ambiente) y se les indica que en Chinautla no hay vertedero autorizado, sólo el de la zona 3 y uno en el Atlántico. Como nos dicen que no podemos multar, les damos una preventiva y llevamos nuestro registro», informa Del Cid.
En cumplimiento al amparo, se han celebrado dos reuniones, el 28 de agosto y 10 de septiembre, donde han participado Ministerio de Ambiente, Procuraduría General de la Nación, Procuraduría de los Derechos Humanos, Policía Nacional Civil, representantes de Alianza por el Motagua y Aida, entre otras entidades. Las reuniones son dirigidas por la alcaldesa y la finalidad es encontrar soluciones conjuntas a un problema que se ha desbordado con los años.
Cuando el río fue un balneario
En Santa Cruz Chinautla es común observar a personas de los cantones de la parte alta bajar con costales, a cuestas, llenos de basura. Ante la inexistencia de un servicio de recolección municipal, algunos optan por dejarla a orillas del río, o bien quemarla.
A esto se suman las correntadas de desechos de cualquier tipo que arrastra el río desde el vertedero de la zona 3 y los vertederos clandestinos que hay en su cauce.
Esto no siempre fue así. Parado desde un puente peatonal, don Efraín Martínez, autoridad ancestral y tío de Ángela Luz, observa la corriente del río y recuerda que en algún momento ahí hubo turismo.
«Este era un río limpio. Cuando crecimos, entre 1975 y 1980, nos bañábamos en este río. Incluso, las escuelas de la Ciudad Capital lo utilizaban como balneario. En los 90, todavía el relleno sanitario (de la zona 3) se trabajaba de mejor manera, pero fue creciendo. Al haber lluvias, se crece y arrastra todo», lamenta.
[relacionadapzp2]
A raíz del fallo judicial, la alcaldesa municipal refiere que analizan con autoridades ancestrales la mejor vía para sanear el entorno.
«Se está mandando el camión de basura, pero mucha gente nos dice que si la tiramos al vertedero de la zona 3 dará lo mismo porque regresará al río. Uno de (las autoridades) ancestrales preguntaba por qué no ponemos un contenedor, pero esto se convierte en un problema porque la gente sólo tira y no tiene control. Entonces se vuelve otro basurero», se excusa.
Pero, para Bryslie Cifuentes, abogada del programa Océano de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (Aida), que acompaña legal y técnicamente a la población poqomam en esta lucha, se requiere de soluciones más profundas.
«La municipalidad debe hacerse responsable de emitir planes por escrito, con una ruta de trabajo. No se puede actuar sólo por actuar. Se debe hacer un Plan de Gestión Integral de Desechos Sólidos del Municipio y la comunidad; un plan para el cierre de vertederos ilegales; un plan de restauración de la comunidad y establecer acuerdos entre las municipalidades de Guatemala, Chinautla y Mixco», explica la abogada.
En tanto esto no ocurra, la imagen de un río limpio solo quedará en recuerdos llenos de nostalgia.
«Aquí venían turistas a ver artesanías. Ahora toda la vida vegetal que había en la cuenca del río desapareció. Había pepinos, lechuga, sandías y apazote. Todo eso fue desapareciendo con el tiempo. Aún las ranas que escuchábamos en las noches cantando desaparecieron por tanto químico y contaminante”, insiste don Efraín.
Un país con ríos enfermos
La degradación casi absoluta de Santa Cruz Chinautla y de los ríos que la atraviesan es parte de un problema nacional que se ha agravado en las últimas dos décadas.
En el citado Perfil Ambiental elaborado por el IARNA, se comparó la calidad del agua de 37 ríos en el país entre el periodo 2002 al 2021 y se evidenció que un 80 por ciento mostraron una peor calidad de agua, mientras que la mitad presentó una calidad “mala”. Esta clasificación implica que no es apta para consumo humano, sólo puede utilizarse para agricultura e industria, previo tratamiento.
[embedpzp1]
En ese escenario, Narciso, del IARNA, considera lamentable la resolución más reciente de la Corte de Constitucionalidad (CC) que declaró inconstitucional el reglamento para la gestión integral de los residuos y desechos sólidos comunes.
«El basurero de la zona 3 es un foco de contaminación de la cuenca del río Las Vacas y, por lo tanto, del río Motagua. Tiene que cambiar el orden de prioridades de cara al futuro de nuestra misma civilización. Se está condenando a una sociedad, a largo plazo, al deterioro y al daño letal», puntualiza.
[frasepzp2]
Daño letal, dice Narciso, como si advirtiera sobre el caso de Alejandra, la mamá de Ángela Luz. Transcurrió ya una semana desde que la mujer, de 55 años, se vio obligada a bajar el cerro con náusea, acompañada de su hija, quien lloraba al no saber la gravedad del padecimiento de su madre.
Más tranquila, Ángela Luz cuenta por teléfono que recién le entregaron los exámenes, pero será el médico quien los interprete.
Su familia no ha asistido a las reuniones con la municipalidad, ya que la representación de la comunidad está delegada en autoridades ancestrales. Sabe que hay un fallo judicial a su favor que ordena frenar la contaminación, pero no tiene idea de cuánto tardará en cumplirse ni si será efectivo.
Mientras tanto, los ríos siguen su cauce, acarrean desechos y expiden olores rancios. La corriente le recuerda a Ángela, a Alejandra y a don Efraín que sus esfuerzos por tener agua limpia y eliminar la basura seguirán cuesta arriba, pero ahora cuentan con un fallo judicial, que los ampara, y con el aliento de su comunidad.


Más de este autor