Al parecer, algo lo había enojado más que la crítica a su manifiesto. Era el hecho de que soy una mujer trans, razón por la cual me atacó e insultó. En su enojo se notaba por partes iguales su pose ideológica conservadora y su ignorancia sobre lo que significa ser trans.
Por lo general, no respondo a estas provocaciones. Estos ataques son como perros falderos que amenazan con morderte los tobillos, inconscientes de la desproporción entre su tamaño y el de su presa, y que no saben qué harían si lograran asestar un ataque.
En la comunidad trans se ha discutido qué tanta responsabilidad tenemos en cuanto a educar sobre nuestra condición. La bibliografía existe para cualquiera que le interese: puntos de vista médicos, psicológicos, fenomenológicos, sociológicos y filosóficos. La realidad es que el autor del manifiesto deriva su conocimiento de las personas trans de talk shows, telenovelas, panfletos religiosos y cualquier medio de comunicación cuya intención sea entretener y adoctrinar.
No voy a plantear una teoría sobre los orígenes de ser trans. Las personas trans existimos, y eso basta para esta columna.
Cuando nacemos, la gente asume que somos una página en blanco, pero nacemos con deseos que nos mueven a interactuar con nuestro ambiente y con las personas que nos rodean. A cambio recibimos información de estos, y esta interacción comienza a definirnos como individuos. La sociedad nos impone roles desde el momento en que nacemos. El ser trans es tener un conflicto entre el rol de género que nos imponen y lo que sentimos que somos. Algunas personas somos conscientes de este conflicto desde nuestros primeros recuerdos, y otras lo conciencian a lo largo de su vida.
Y es que la esencia de ser trans yace en este conflicto. Nuestra percepción interior de quiénes somos no está alineada al rol impuesto por el mundo exterior. Este conflicto, mientras más se prolonga, más dolor y sufrimiento causa, y ello afecta la autoestima y desarrolla ciertas patologías psicológicas. La forma más simple de ser una persona trans feliz y sin patologías psicológicas es transicionar desde que se tiene conocimiento de este conflicto.
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La ciencia moderna occidental comenzó a identificar que las personas transgénero sufrían de enfermedades mentales y, por lo tanto, clasificó el ser trans como una de ellas. Es hasta en el año 2019 cuando la OMS le quita el estigma al ser trans, pues la literatura científica ha demostrado en suficientes ocasiones que las patologías psicológicas son coincidentes cuando no se lleva a cabo o se pospone la transición y que estas no son intrínsecas a la condición de ser trans.
El conflicto se manifiesta como disforia de género. La disforia es lo contrario a la euforia y en las personas trans se manifiesta como una sensación de tristeza, enojo o sufrimiento al sentir que sus características principales y secundarias de género no coinciden con la concepción que tienen de ellas mismas.
Por otro lado, las disforias corporales son parte de la experiencia humana, trans y cis. ¿Cuántas veces muchas de nosotras nos hemos visto al espejo y deseado tener un cuerpo más musculoso, más curvas, un cuerpo más delgado, más (o menos) caderas?
Ser trans es saber que tarde o temprano vas a ser discriminada, que vas a ser vista de menos o subestimada. Ser trans es saber que tu existencia va a enojar a alguien tanto que puedes sufrir de violencia en tu contra: violencia que puede surgir inesperadamente. La violencia viene de las personas que más amas o de totales extraños.
Los índices de violencia contra personas trans son difíciles de estimar y se teoriza que son más altos que los reportados. Los índices de suicidios cuentan la misma historia.
Pero hay esperanza. Estas distorsiones violentas disminuyen y desaparecen cuando las poblaciones y sociedades son más abiertas e igualitarias.
Ser trans es ser humano. Tenemos sueños, deseos y aspiraciones. Ser trans es estar sujeta a los roles y comportamientos impuestos por la sociedad y encontrar la forma de trascender estas imposiciones. Es luchar por ser respetadas y aceptadas. Ser trans es oír los ladridos de perros falderos y reírte de ellos mientras continúas tu camino.
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