Ser madre a los 13 años no es fácil. Muchas niñas lo son por una violación, lo que les corta la posibilidad de vivir una vida emocional y sexual plena. El embarazo que proviene de una violación es vivido de manera radicalmente diferente, pero a eso se suma que no se ha terminado de saber quién se es y que de un manotazo se aplastan los proyectos. Surge una «constante sensación de no futuro», dice el informe. Se impone la carga cultural de ser esposa, que es también el imperativo de ser una buena ama de casa para realizarse como mujer. Todo eso, si ella logra sobreponerse al riesgo de morir, pues son las adolescentes embarazadas quienes cargan mayormente con ese riesgo.
El informe también señala las características propias de contextos urbanos. En las ciudades, los adolescentes comienzan una vida familiar motivados por la idealización del amor y del matrimonio. Somos las mujeres las que seguimos pensando que el hombre nos complementará, que la familia es nuestro espacio de plenitud y trascendencia. Sumemos desinformación y casi nula educación sexual y reproductiva. Muchos jóvenes desean ser padres y madres, y la maternidad adolescente se vuelve voluntaria, sin reconocer las implicaciones que conlleva y sin aceptar la condescendencia de la sociedad frente a esta situación.
El Estado ha permanecido siempre callado, indiferente a los miles de adolescentes que se hallan tempranamente en una realidad difícil. No han propuesto un pénsum coherente de educación sexual y reproductiva integral y crítico. Tampoco han invertido en la atención médica necesaria, con la urgencia que implica tratar embarazos a temprana edad. Por el contrario, han dejado que la discusión la tomen otros sin pretender darle una respuesta a la problemática.
En tiempo electoral es importante hacer notar aquellas vidas obviadas por el sistema. No son políticas fiscales ni vías de desarrollo. Tampoco son bolsas solidarias. Son niñas que viven día a día la realidad de que su cuerpo no les pertenece. Su deseo se les arrebata. Se les encarga la crianza de hijos y el mantenimiento de un hogar. No forman parte de un programa de Gobierno, de una visión de país. De ahí la importancia de hablar de ellas y de nosotras, porque en el presente de este país tenemos más cosas en común de lo que muchas de nosotras podemos pensar. Es otra prueba de un sistema de partidos políticos que está muy lejos de la realidad de los guatemaltecos y las guatemaltecas.
El Grupo Multidisciplinario, un colectivo de organizaciones que han trabajado conjuntamente por el respeto y la defensa de los derechos sexuales y reproductivos, hace eco de investigaciones como estas para dar a conocer la realidad de miles de adolescentes, niñas y mujeres en nuestro país.
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