Una de sus últimas ocurrencias fue aceptar la idea de cambiar lo que el marketing llama «marca de país», que consiste, a grosso modo, en un logotipo y eslogan que representan todo aquello que pueda ser atractivo para invitar a turistas y algunas inversiones al país. Ese nuevo proyecto fue adjudicado a la empresa Regional de Comunicaciones S.A. a nombre de Gerber Nery Castillo y tenía el costo más alto, casi el doble que la segunda empresa más cara concursante. Las marcas de los países en algunas ocasiones han tenido casos exitosos, pues no solo les ha funcionado la invitación a visitar su territorio, sino también las personas fácilmente pueden asociar el logo a los lugares o atractivos que se promocionan, tal y como es el caso de Perú.
Sin embargo, la marca de país que el gobierno de Guatemala presentó hace algunas semanas ha sido motivo de burla y críticas, no solo a nivel nacional, sino también internacional. No es para más, el logotipo, eslogan, así como todo el proceso «creativo» costó casi un millón de dólares y obtuvo un resultado mediocre. Esa marca, no solo es estéticamente de mal gusto, sino también es ofensiva.
En el eslogan, ellos llaman a Guatemala, asombrosa e imparable, pero quienes conocemos el país sabemos que, desde hace mucho tiempo, personas como las actuales autoridades decidieron robarnos el asombro y detenernos en el tiempo. Dejándonos a años luz del desarrollo y acostumbrándonos a la mezquindad e impunidad de sus acciones. La que sí es verdaderamente asombrosa e imparable es la avaricia de estos títeres que juegan a dirigir un país, buscando de cualquier forma asegurarse la tajada más jugosa del pastel y abriéndole el camino a sus seres queridos para que continúen ocupando espacios en el Estado, porque ese es el único camino que, personas sin capacidades ni talento, han encontrado para asegurarse los lujos y servicios que de ninguna otra manera podrían tener. Asombrosa e imparable la eficiencia que han tenido para despojar a comunidades de sus tierras, para acosar y criminalizar a defensoras y defensores y para lanzar, a través de las bancadas oficialistas en el Congreso de la República una serie de iniciativas de ley que benefician a grandes empresarios y transnacionales y condenan a más pobreza y violencia a la mayoría de las y los guatemaltecos.
Esa idea de convertir a un territorio junto a su cultura en una marca solo hace sentido desde el neoliberalismo. En este sistema todo se puede vender y para hacerlo, nada más hay que convertirlo en un producto. Pero si pensamos a Guatemala como producto, ¿qué clase de producto sería? Obviamente, las y los estrategas del marketing y la publicidad piensan en Guatemala como lo hace el INGUAT, como una serie de postales de indumentarias mayas, volcanes y lagos que ocultan el racismo, la desigualdad, los feminicidios y la destrucción de los ecosistemas. Pero en mi caso, yo solo veo a Guatemala como una marca que queda en el cuerpo para siempre, como una cicatriz que te recuerda que la experiencia pudo haber sido linda sino hubiese existido tanta violencia.
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La marca de país es otra forma en que el gobierno ha decidido explotar esta tierra a través de todo lo que en realidad odia. Quiere vender tras una fotografía la visita a la torre del reformador, sin contar que en esa misma calle a cada poco asaltan a transeúntes y usuarios de vehículos, e incluso asesinan. Quiere vender la experiencia de Sololá, sin contar que la contaminación del lago cada vez es más severa. Quiere vender visitas a Antigua Guatemala sin hacer públicas las constantes violaciones y abusos sexuales de mujeres extrajeras y nacionales. Quiere vender a Xela como un destino turístico sin evidenciar que la interamericana es una de las carreteras más peligrosas y abandonadas del país. Quiere mostrar a Alta Verapaz como un destino turístico, pero no dice que han desalojado familias incendiando sus pertenencias. Quiere vender fotos de niñas y niños mayas sin asumir responsabilidad por el racismo estructural que en muchos casos les obliga a trabajar, desnutridos, sin vacunas ni educación. Quiere vender viajes a Tikal pasando desapercibidos los robos y traslados de docenas de piezas mayas, que estaban siendo conservadas por la arqueología. En resumidas cuentas, este gobierno tiene la desfachatez de crear una marca porque este país es el producto que ha decidido vender a las y los empresarios corruptos, al agronegocio, las mineras e hidroeléctricas, a los narcos y sus amigos militares. Claro, aquí nosotros salimos sobrando.
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