En medio de la crisis que estamos viviendo, si lo logran, los corruptos van a robar el dinero con el que debiésemos estar atendiendo la salud de tantos guatemaltecos, las corruptas se van a meter a la bolsa los cheques millonarios que ayudarían, en los meses venideros, a las pequeñas empresas a salir adelante, y nadie va a decir nada porque una buena comisión va a ir a quienes no van a juzgar apegados a derecho y van a velar por su propia cuenta bancaria. Hoy más, más que nunca, cuando vemos ...
En medio de la crisis que estamos viviendo, si lo logran, los corruptos van a robar el dinero con el que debiésemos estar atendiendo la salud de tantos guatemaltecos, las corruptas se van a meter a la bolsa los cheques millonarios que ayudarían, en los meses venideros, a las pequeñas empresas a salir adelante, y nadie va a decir nada porque una buena comisión va a ir a quienes no van a juzgar apegados a derecho y van a velar por su propia cuenta bancaria. Hoy más, más que nunca, cuando vemos el sufrimiento ondeando banderas en cada semáforo, cuando nos llegan videos crueles de personas con fiebre en las banquetas, no podemos dejar que la impunidad les robe la vida.
Las últimas semanas se ha intentado sabotear la elección de magistrados y magistradas a la Corte Suprema de Justicia y a las cortes de apelaciones. El proceso es tan importante como elegir presidente o diputados, si no más, ya que no lo hacemos directamente y la decisión ha sido confiada por nosotras a una mayoría de impresentables en el Congreso. El objetivo es el mismo: mientras sean comprados quienes determinan la justicia, están asegurados el negocio y el robo. En otras palabras, se compra la justicia para mantener la corrupción, y esta es un buen negocio en Guatemala. Definitivamente es el mejor negocio del país.
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Para mantener el changarro, diputadas y diputados en alianza con magistrados de la Corte Suprema de Justicia se han dado a la tarea de usar los mecanismos democráticos para tergiversarlos de tal manera que se pueda elegir a los ya señalados de juntarse con un presidario para pactar la impunidad en un supuesto sanatorio de la zona 2, en el que había poca medicina, porque pocos eran los enfermos, y en su lugar había mucha carne, mucho licor y un sinfín de imanes para la refri con nombres de candidaturas, piezas esperando a ser movidas en el tablero de la estructura criminal. Los descubren, los evidencian públicamente y ellos se rebelan. ¿Los vamos a dejar?
En estos días volví a ver la foto de Gerardo del Valle. Es el retrato de la espalda recta de una niña indígena, con su pelo largo y negro, frente a quienes deben defender nuestros derechos. Me parece la mejor imagen para hablar de justicia en Guatemala. Para mí, esa imagen es Guatemala frente al poder. Y el poder, el que se sienta en la gran mayoría de las curules del Congreso, es el poder de los podridos y las pútridas.
Por nuestro lado, es hora de defender nuestros principios, de apoyar a quienes los defienden, a los pocos diputados, a la jueza Aifán y a los que siguen atacando a los periodistas y a los hombres y a las mujeres que levantarán la voz. Y que los corruptos se sientan como Dennis Herrera ese día en la comisión de postulación: avergonzados, sin poder levantar la mirada, sin que nadie quiera acercarse a él.
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