Dicen los médicos que, cuando nos falta energía, el estómago experimenta una sensación intensa. Los bebés lloran cuando la sienten y lo hacen para que quien esté cerca ayude a calmarla. ¿Cómo duele el hambre? ¿Cómo duele el hambre que nunca se sacia? ¿Cómo duele la impotencia de la madre que no puede darle a su bebé nada de comer?
Casi un millón y medio de niñas de menos de cinco años tienen hambre en este país de indiferencias. Sobrevivirán, pero serán pequeñas de talla y no desarroll...
Dicen los médicos que, cuando nos falta energía, el estómago experimenta una sensación intensa. Los bebés lloran cuando la sienten y lo hacen para que quien esté cerca ayude a calmarla. ¿Cómo duele el hambre? ¿Cómo duele el hambre que nunca se sacia? ¿Cómo duele la impotencia de la madre que no puede darle a su bebé nada de comer?
Casi un millón y medio de niñas de menos de cinco años tienen hambre en este país de indiferencias. Sobrevivirán, pero serán pequeñas de talla y no desarrollarán todas sus capacidades físicas, como tampoco las intelectuales. En otras palabras, en pocas décadas la mitad de las jóvenes de este país se cansarán más rápido, no podrán correr igual que otras y no podrán subir con la misma agilidad un volcán ni nadar ni jugar a la pelota. Reemplazarán sin opción el gozo del aprendizaje y del conocimiento por la deserción escolar y la sensación injusta de fracaso. Es el hambre —producto de la pobreza intencionada por el poder y las élites económicas y políticas de este país— la que atenta contra la libertad de ser, contra la dignidad de la vida misma.
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Alrededor de uno de cada dos niños en Guatemala tienen hambre. Mientras tanto, la propuesta de presupuesto para el siguiente año no busca apuntalar políticas públicas que mitiguen la situación. El Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) señala que se necesitan 1,300 millones de quetzales para atender a más de 300,000 niños y niñas que tienen hambre y combatir así la desnutrición. Sin embargo, el presupuesto se dirige a otras prioridades: van 200 millones más para la protección del espacio aéreo vía el Ministerio de la Defensa (¿aviones ahora sí?), 180 millones para un seguro privado del Ministerio de Educación (una propuesta con muchas falencias) y 500 millones de devolución de crédito fiscal. ¿Todo esto es prioridad frente al hambre de los niños?
¿Hasta ese nivel llega la crueldad de los políticos en Guatemala? Hambre. Niños sufriendo hambre. Si la propuesta de presupuesto es aceptada por ustedes, diputados y diputadas de esta legislatura, serán ustedes los responsables del sufrimiento de cada niño pequeño, de cada niña chiquita que no entienda el dolor en su estómago. Ustedes serán los que deberán responder a cada llanto de desesperación. Ustedes darán razón de sus actos a una generación.
No podemos dejar de levantar nuestra voz ante el Congreso de la República. No podemos dejar de exigir que los niños son primero siempre, que la prioridad es la vida de los que compartimos este país y que no hay nada que pueda ser más importante que salvar el futuro de miles de niños. No podemos optar por el silencio.
Hace unos días escuché a Ester decir que es feliz. Me habló del libro de historia que está leyendo y de lo que quisiera estudiar en la universidad. Me hizo admirar su voz clara y valiente cuando la escuché hablar de su sueño de un mejor país. La alegría de Ester como declaración de amor a la vida me hizo sonreír. Eso se merecen todos los niños y todas las niñas de este país: amar la vida. Nos toca defender eso.
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