La elección de fiscal general y jefe del Ministerio Público es, en palabras cortas, necesaria para mantener la lucha contra la corrupción. Y mantenerla significa avanzar en la posibilidad de romper con las estructuras que mantienen el país como está. Si hay un tiempo en el que debemos volver a manifestarnos, volver a ser esos ciudadanos comprometidos durante 27 sábados, es ahora. En las próximas 15 semanas es necesario jugar el todo por el todo y defender lo que hemos avanzado.
¿Por qué? Porque, si queremos tener cambios más profundos, necesitamos instituciones dirigidas por personas probas, que hayan demostrado su compromiso con el bien común. Porque la lucha contra la corrupción necesita de una justicia independiente, y no cómplice. La buena noticia es lo que presenciamos el viernes. Ver a los candidatos entregar sus expedientes en el Palacio de Justicia me ha emocionado mucho. Presentar su candidatura para cuatro años de cansancio, de desgaste y de posible difamación no es una decisión fácil. Gracias. Ver a Claudia Escobar, a Mynor Melgar o al juez Gálvez, a quienes reconocemos como personas éticas, me ha dado esperanza. Me emocionó saber que fiscales como Jaqueline Azmitia y otros se atrevieron. Esta vez no tenemos nombres para hacer una planilla de seis excelentes abogados. Esta vez hay más.
Es un momento, de nuevo, especialmente de la capital. En el sistema centralizado guatemalteco, en el que mucha de la política se desarrolla en la ciudad de Guatemala, los ciudadanos de la Plaza de la Constitución que una vez salieron a las calles deberán volver a alzar la voz. La Sala de Vistas de la Corte Suprema de Justicia está en esta ciudad y debe ser visitada, debe ser interpelada, debe sentirse como propia. Es nuestro tiempo. Será un desafío acompañar cada etapa de la comisión de postulación, pero deberá hacerse de manera creativa: desde el lugar en el que estemos, con los recursos que tengamos.
Las organizaciones deberán tachar a los abogados que sabemos que no responden a los intereses de todos, a los que hemos visto estar de lado del poder que nos obliga a ser parte de un Estado corrupto. La ciudadanía, por otro lado, deberá decidir no solo fiscalizar el proceso, sino decir también, alto y fuerte, qué nómina de seis abogados quiere. En el momento necesario —en las entrevistas y en la elección de la nómina— deberemos hacer presencia. La Sala de Vistas deberá mostrarse pequeña.
Es una lucha ciudadana. Pero esta vez se necesita que los profesionales más cercanos sean conscientes de su poder. Los abogados están llamados a hacer que se reconozca a los buenos profesionales, a dar a conocer lo que han hecho. Están llamados a presionar a los representantes de su gremio, a hacerle saber al presidente de la junta directiva y al del Tribunal de Honor del Colegio de Abogados que están siendo observados. Que sus votos representan la honorabilidad de un gremio que ha sido fundamental para mantener el statu quo, pero también para hacer temblar al poder. En la Sala de Vistas debe hacerse sentir que el juramento que hicieran en el Palacio de Justicia tiene sentido: que se defiende con la ética de los abogados. Asimismo, es tiempo de los estudiantes de las facultades de Derecho y de Ciencia Política, que tienen profesores abogados, algunos de ellos entre los postulantes. Es tiempo de darles apoyo a ellos y de preguntar a los decanos miembros de postuladoras a quién se deben, de qué lado de la lucha contra la corrupción están.
¡Carajo! ¡Es de darlo todo! ¡Ahora! Es de convertir esta elección en un asunto público y de todos. Es de hacernos sentir. Esta vez la nómina puede ser, en cada uno de sus nombres, la de un #FiscalIntachable.
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