Al igual que la Conferencia en Copenhague en el 2009, Durban lleva todas las de fracasar. Las razones de dicho fracaso serán nuevamente las mismas que han mantenido estancadas las disposiciones del Protocolo de Kyoto de 1997. El mundo fue dividido en dos hace 14 años: los países más industrializados como los principales emisores de GEI conformaron el Anexo A y los países en vías de desarrollo el Anexo B. Sobre los primeros recayó el grueso de la responsabilidad para reducir los GEI. De este grupo el país que se las vio color de hormiga fue Estados Unidos cuya principal queja fue que hayan excluido del Anexo A a países como Brasil, la India y su principal preocupación, la República Popular de China.
Estos países son tres de las principales economías emergentes y los Estados Unidos consideraron que las disposiciones del Protocolo de Kyoto, más que una solución al problema ambiental, consistían un freno al desarrollo económico que los dejaría en una clara desventaja frente a las potencias emergentes. Estas fueron las principales razones que la administración Bush usó para desestimar el Protocolo de Kyoto y las conferencias que le dieron seguimiento. Sin embargo, la opinión pública sigue dividida sobre las causas y los posibles efectos del cambio climático.
El debate gira alrededor de la interrogante sobre si las causas del cambio climático son naturales o si son inducidas por la actividad humana como la deforestación y la quema de combustibles fósiles. Si bien la gran mayoría de la comunidad científica acepta que las actividades humanas son la principal causa, aún no existe un consenso sobre qué tan graves o no pueden ser los efectos del mismo.
Es necesario reconocer que el tema se ha alejado de la ciencia y se ha politizado bastante. Hay científicos que son financiados por grandes empresas como las petroleras, para que publiquen datos que pongan en entredicho los riesgos del cambio climático. Pero también hay científicos que forman parte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) y otras agencias estatales que se encuentran bajo fuertes presiones para adulterar los datos que evidencian el cambio climático y mantener altos los riesgos. Al mejor estilo de Wikileaks, la semana pasada, varios miles de correos electrónicos fueron hechos públicos y los mismos evidenciaban la alteración de datos por parte de muchos científicos ligados directamente al tema.
Este sería el principal impedimento para consensuar una de dos soluciones al problema: Primero, mitigar los efectos del cambio climático a través de una reestructuración de los modelos de industrialización y el uso generalizado de energías renovables que reemplacen la quema de combustibles fósiles. Segundo, adaptarse al cambio, lo que se puede hacer a través de los gobiernos nacionales, los gobiernos locales e individualmente.
En medio de las discusiones sobre el medio ambiente, los países pequeños como Guatemala quedan al margen de lo que las potencias decidan, sean estas tradicionales como los Estados Unidos y Japón y las emergentes como India y Brasil que se han aliado a los primeros porque no piensan comprometer su desarrollo económico. Independientemente de lo que pase, nuevamente tendremos que ver como enfrentamos las disposiciones de la política ambiental internacional.
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