Bonitas palabras y bonitas intenciones que se quedarán precisamente en bonitos recuerdos. Deja vu. Después de varias horas de discusión entre altos funcionarios gubernamentales y burócratas internacionales se ha logrado hacer lo que siempre se hace en este tipo de reuniones: barrer la basura debajo la alfombra y esperar que mañana otro se ocupe del asunto. Hace tres semanas anuncié el fracaso de esta reunión pero al contrario de lo que escribió ayer Manuel Guzmán Hennessey este fracaso se debe a la lógica utilizada para dar a luz al Protocolo de Kyoto hace 14 años y que hace seis entró en vigencia: que los países industrializados paguen y que el resto se industrialice. Esta lógica permitió que China (en aquel entonces considerada potencia emergente) se convirtiera hoy en el principal emisor de GEI superando ampliamente a los Estados Unidos y aumentando las emisiones de estos a nivel mundial.
Pero al final del día, ¿qué tanto afecta esto a Guatemala? En la medida en la que seamos parte de este juego de gatos y ratones que es el pan diario del sistema internacional de las Naciones Unidas, en esa medida seguiremos siendo uno de los países más vulnerables al cambio climático. Guatemala, al igual que la mayoría de países con niveles de pobreza parecidos al nuestro, simplemente debería de romper con dicho sistema.
¿Qué nos hace tan vulnerables al cambio climático? Hace dos años escuché una conversación de dos extranjeros en un restaurante sobre la Santander en Pana. Uno le decía al otro que llevaba 30 años de estar visitando Guatemala y en aquel entonces llovía igual que ahora, pero los daños ahora son desastrosos. ¿Será que la lluvia trae algo en especial que destruye puentes, provoca deslaves, inunda cosechas?
Más que al cambio climático, la mayoría de los problemas relacionados con este se deben a la corrupción, a la falta de inversión en educación y a la ausencia de una visión estratégica de país a largo plazo.
Con cada lluvia, ya no digamos tormenta o huracán, quedan en evidencia los chapuces de las millonarias inversiones que se hacen en infraestructura en las que obviamente el grueso de lo presupuestado se reparte cual botín de guerra. Aún así pareciera que todos nuestros ministros de comunicaciones han “dejado obra”, esperemos que el futuro ministro haga las cosas con eficacia y transparencia.
El Currículo Nacional Base (CNB) de educación debe ayudar a construir una cultura de cuidado al medio ambiente que logre balancear una visión occidental de desarrollo sostenible con la cosmovisión maya de la naturaleza. Las clases de ciencias naturales y ambientales se deben ajustar más a los intereses de las comunidades y no depender de lo que un funcionario en la zona 10 de la ciudad dispone que es mejor.
Por último, es necesario tomar acciones hoy pero pensar en las consecuencias de las mismas a largo plazo. Lo barato sale caro y la “política de chapuces” que ha caracterizado a nuestros gobiernos debe terminar antes de que siga cobrando vidas. Las discusiones sobre cambio climático deben venir después de otros asuntos prioritarios, de lo contrario seguirán siendo plataformas para postergar hasta la eternidad, para ese entonces no quedará país que rescatar.
roberto.antonio.wagner@gmail.com
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