La amenaza a la seguridad la vivimos a diario los latinoamericanos quienes fuimos involucrados en esta absurda guerra sin consultarnos, amén de las políticas unilaterales del “coloso del Norte”. Sobre las amenazas a la salud pública no se menciona cómo está área podría ser fortalecida con los recursos que hoy se despilfarran en la guerra contra las drogas.
Luchar contra el narcotráfico utilizando los medios convencionales que se han empleado durante los últimos 20 años equivale a eliminar un enjambre de abejas con una Kalashnikov. Hasta ahora, esa ha sido la estrategia que EEUU promueve y avala a nivel mundial. Una estrategia que inútilmente ha defendido Felipe Calderón en México como si las más de 50 mil muertes en los últimos seis años no evidenciaran la inutilidad de estas acciones.
En este contexto surgió la propuesta sobre una posible despenalización de las drogas que hace unos días presentó OPM. Más allá de que esta iniciativa haya sido o no un señuelo para aprobar el paquetazo fiscal, la misma se ajusta al diseño adecuado que idealmente debe seguir toda política exterior.
Tres son los factores determinantes de las políticas exteriores de todos los Estados: los factores sistémicos, los atributos nacionales y el factor de idiosincrasia. Son los primeros de estos los que se ajustan a la perfección y nos permiten hacer un análisis más preciso sobre la actualidad del problema del narcotráfico en el istmo centroamericano.
El primer factor sistémico es la ubicación geográfica del país. Desde finales de los noventa, Guatemala ha sido considerado el principal punto de almacenaje de los narcóticos que van a los Estados Unidos. Tanto así que la Agencia Antinarcóticos de los EEUU, la DEA, nos llegó a llamar “la bodega”. Esto ha sido confirmado por los polo boys del narco mexicano Edgar Valdez Villareal “la Barbie” y José Jorge Balderas “el JJ” en diferentes entrevistas. Nuestra ubicación geográfica nos deja como el segundo frente de los EEUU en su guerra contra las drogas.
El siguiente factor sistémico son los vínculos internacionales que en este caso específico se refieren a nuestros vecinos. La política actual de México ya es conocida y tendremos que esperar a ver si el futuro presidente (las elecciones presidenciales serán el 1 de julio de este año) decide continuar con la carnicería o cambiar de estrategia. Los gobiernos de nuestros hermanos salvadoreños y hondureños decidieron alejarse de la iniciativa de OPM. Funes titubeante y Lobo más contundente, estas reacciones responden más a la negativa de los gringos que a decisiones soberanas. La división centroamericana beneficia a los EEUU puesto que les permite imponer sus políticas pero beneficia aún más a los carteles que son los pescadores más hábiles en este río revuelto.
Por último debemos tomar en cuenta la estructura del sistema internacional. Siendo este multipolar, debemos voltear a ver al polo (potencia) más cercano y lamentablemente en nuestro caso estos son los Estados Unidos, los principales promotores de esta ridícula pero sangrienta guerra. Ellos ponen las armas y nosotros los muertos, vaya trato. Sin embargo, la iniciativa de OPM ha dejado un panorama más claro de cómo está la situación regional con respecto a este polémico tema.
Unos EEUU inflexibles y unos vecinos centroamericanos divididos, el tiempo nos dirá ahora que tipo de mano se jugará la diplomacia del gobierno de la mano dura en este delicado póquer al que fuimos obligados a jugar.
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