El Tigre de Ixcán, un proyecto fílmico desde la perspectiva de su nieta
El Tigre de Ixcán, un proyecto fílmico desde la perspectiva de su nieta
Ahora mismo es apenas un corto de 12 minutos que será presentado en la muestra de cine Memoria Verdad Justicia. Sin embargo, la idea es convertirlo en un largometraje que cuente cómo una niña descubre que a su abuelo, el terrateniente más importante de Ixcán, Quiché, lo asesinó el Ejército Guerrillero de los Pobres en 1975, y de cómo ese evento que detonó el conflicto armado en el norte del país, le cambió la vida a ella y a su generación.
Tatiana Palomo Arenas salió una tarde del colegio con la idea de convertirse en guerrillera. Era 1997, tenía 13 años y apenas unos meses atrás se había firmado la paz en Guatemala. La niña no sabía de la guerra ni cómo ésta había afectado a su familia, pero quedó “fascinada” con la narración de una excombatiente del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) que les habló a los niños durante una feria del libro dedicada a los autores guatemaltecos.
Tatiana Palomo Arenas tiene ahora 34 años y se convirtió en actriz de teatro y cineasta. Su primer proyecto es un largometraje que tiene como punto de partida el encuentro con Yolanda Colom, una exintegrante del EGP que vivió en la clandestinidad y el exilio, y lo que ese evento desencadenó en su vida.
Cuando Tatiana, la niña, llegó a su casa con las anécdotas de la mujer guerrillera, su abuela la interpeló.
—¿Es ella? —le preguntó, mientras le mostraba una fotografía de Yolanda Colom que apareció en el vespertino La Hora.
—Sí, ella es.
—Pues esa mujer mató a tu abuelo, y no vas a ser guerrillera.
La niña sabía que a su abuelo lo habían matado, pero no tenía idea de quién lo había hecho ni en qué contexto ocurrió. Su abuelo fue El Tigre de Ixcán, un terrateniente, “el más aborrecido del país” como lo describió Mario Payeras (pareja de Yolanda Colom) líder del EGP en su libro Los días de la selva.
Dueño de vastas extensiones de tierra en la región de Quiché, entre ellas la finca La Perla. Su nombre era José Luis Arenas Barrera, un político opositor de la revolución que llegó a ser diputado y uno de los fundadores del Partido de Unificación Anticomunista. Fue asesinado por el EGP el 6 de junio de 1975 (cuando Yolanda Colom no militaba en la organización), mientras pagaba la planilla a más de 200 jornaleros. Le dispararon en el pecho y en la cabeza. Dos campesinos resultaron heridos: Abelino Soto Pérez, planillero de la finca, y Pioquinto Soto Barrios, de 19 años, quien quedó parapléjico debido a que una bala penetró su columna vertebral, según la descripción del caso ilustrativo número 59 del informe de la Comisión del Esclarecimiento Histórico (CEH) publicado en 1999.
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Tatiana recuerda que fue Yolanda Colom quien le contó de la muerte de El Tigre de Ixcán, sin saber que le hablaba a su nieta.
“No recuerdo qué tan profundo fue su discurso, pero tenía claro por qué era su lucha y eso me impactó”, dice sobre ese primer encuentro.
El relato que Tatiana Palomo Arenas quiere contar no es el de cómo sucedieron los hechos. Estos aparecen narrados en el informe de la CEH y han sido citados en varios libros, entre ellos el de Payeras, Los pelotones de la muerte de Manolo Vela Castañeda y Entre dos fuegos: en los pueblos ixiles de Guatemala de David Stoll. Tatiana Palomo Arenas quiere relatar lo que significó para una niña descubrir la guerra. De cómo ese descubrimiento la hizo cuestionar las causas del enfrentamiento armado interno y las ideas de su familia.
Tatiana, quien se considera como “la rebelde de la familia” porque disiente de las ideas de derecha que históricamente han tenido, señala que ha sido complicado escribir el guion de su cortometraje.
“Cuando estaba leyendo el capítulo (de Los días de la Selva) y Mario cuenta que no se encontraba fácilmente al Tigre y cómo hicieron para ubicarlo, había algo en mí que decía ‘¡vete te van a mataaar!’”.
En 2016 hizo un cortometraje de 12 minutos titulado El Tigre de Ixcán. Este es una especie de teaser o tráiler de esta historia que, dice Tatiana, “me agobia”. Lo hizo como tesis para un diplomado de cine en México, y ahora será presentado el viernes 26 de octubre como parte de la X Muestra de cine Memoria Verdad Justicia.
El asesinato de El Tigre de Ixcán fue “un error estratégico” de la guerrilla, cita Vela Castañeda. Pero simbólico, según Stoll, porque El Tigre “tenía un cruel tratamiento” hacia sus empleados. Payeras narra que este acto era reivindicatorio para los pobladores que tenían un conflicto por la posesión de la tierra. Este evento hizo que el Ejército enfocara su fuerza a esta área, que con el paso de los años sufrió una cruenta embestida en la que murieron cientos de hombres, mujeres y niños y llevó a muchos miles más a huir.
“Yo toda la vida he dicho que no pueden ser así las cosas (en Guatemala) y que tenemos que cambiar; y en esa situación yo misma me encontraba diciendo (a El Tigre): ‘salte de ahí que te van a matar’. Esta es una historia que me está cambiando a todos niveles”, remarca.
“Son heridas profundas, cosas que cargamos de años, hubo un momento en donde dije no quiero ser esa persona, no quiero cargar con ese lastre, no es mi responsabilidad. Tengo que saber qué es lo que mi voz representa, qué es lo que significa que yo piense de una manera o que yo me reconstruya”, continúa Tatiana.
Por eso el guion de la película que escribe se basa en la niña y la mujer que busca respuestas.
La abuela de Tatiana ya falleció y nunca supo cuántos conflictos internos despertó en su nieta. Tampoco hubo tiempo para que le respondiera todas las dudas que tiene. La única con la que ha entablado un diálogo más amplio es con Yolanda Colom.
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Palomo Arenas recuerda las peleas con su familia, por su disidencia y ahora reflexiona. “Hablamos contra paredes y seguimos peleando y el divide y vencerás sigue siendo la mejor táctica. Al final los problemas que teníamos (en el país y que originaron la guerra) los seguimos teniendo. La guerra sigue viva. Son tumores enquistados, pero seguimos sin poder hablar. Ponerme en un bando, es complicado”, añade.
Filmó el corto en el colegio, en donde inició todo, pero también en la finca, en donde pudo constatar la situación de pobreza de las familias que viven en el serpenteado camino hacia La Perla. Un lugar en donde “me siguen viendo como la nieta de El Tigre”, asegura. El terrateniente asesinado, ella la nieta del terrateniente.
En medio de todas estas complejidades y nebulosas, una conclusión. “Ni El Tigre ni nadie tendrían que haber muerto. Es una violencia y una pena y tristeza que llevamos adentro”. Heridas que dejan un legado en quienes no vivieron la guerra, pero que la heredaron y también cargan con ella.
Las hijas de la guerra hablan a través del cine
El caso de Tatiana no es el único. La X muestra de cine Memoria Verdad Justicia, que se realizará del 24 al 28 de octubre, se titula Los nudos de mi memoria. Una referencia a cómo se complica la historia para quienes no vivieron la guerra, pero la han heredado.
Además de El Tigre de Ixcán, de Tatiana Palomo Arenas, se proyectarán La asfixia de Ana Bustamante. La cineasta narra la historia de su padre, Emil Bustamante, el médico veterinario y catedrático universitario que fue desaparecido por el Ejército en 1982. Los ofendidos, de Marcela Zamora, que cuenta la historia de su padre y otros hombres que fueron capturados y torturados durante la guerra civil en El Salvador. ¿Dónde estás?, de Maricarmen Merino, que se enfoca en la muerte de su padre José Merino.
Pizarro, de María José Pizarro, un corto sobre el asesinato de un padre y comandante del grupo M-19 en Colombia. Amazona de Clare Weiskopf, en la que describe cómo su madre deja a su familia por ir en busca de respuestas por la muerte trágica de su hija en la selva colombiana. Sibila de Teresa Arredondo, que se enfoca en la historia de su tía acusada de ser miembro del grupo terrorista Sendero Luminoso. Finalmente, Heredera del Viento, de Gloria Carrión, quien nace en medio del derrocamiento de la dictadura de la familia Somoza en Nicaragua. En la película ella habla de sus padres revolucionarios.
Mónica Mazariegos, integrante del equipo organizador, señala que las directoras de las películas “no están historizando la guerra, sino (que hablan) de su propia memoria”. Ahí está el carácter de esta muestra, agrega, porque abordan “un montón de silencios que se quedaban en el plano familiar por el clima político y la represión que se vivía. Son tabúes y cicatrices que no se borran. Los nudos serían eso, las contradicciones, los silencios”.
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