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Fuera de la capital: Pocas vacunas y poca información provocan pocos vacunados

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Fuera de la capital: Pocas vacunas y poca información provocan pocos vacunados

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Los mayores de 70 años en San Pedro y San Juan Sacatepéquez, Guatemala, se encomendaron al cielo antes de acercarse a los puestos de vacunación. Poco saben acerca de la COVID19 y de los beneficios de la dosis para prevenirla. Salud no ha hecho su tarea de informar ni de inscribir a la población de la fase 2 en áreas rurales cercanas a la ciudad capital.

Antes de las 8:00 de la mañana una docena de adultos mayores esperaba afuera del Polideportivo San Pedro Sacatepéquez, un salón acomodado para recibir a quienes buscan la vacuna para inmunizarse contra el coronavirus. En un lugar con capacidad para 70 personas, intentan guardar la distancia física.

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Está localizado en la plaza central del municipio de donde toma su nombre, a 21.6 kilómetros de Ciudad de Guatemala. Es una distancia relativamente corta, pero lo suficientemente larga para que llegue la información que despeje dudas, mitos y aclare los pasos a seguir para vacunarse.

En la calle opuesta, un hombre de sombrero permanecía sentado en la banqueta de la municipalidad. Era Manuel Patzán, 74 años, observaba el movimiento alrededor de las hieleras del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) con 420 dosis de vacunas AstraZeneca.

Patzán no estaba ahí para inyectarse, tampoco sabía de registrarse ni cómo hacerlo. Ni le importaba, diría poco después. Miraba hacia el salón por pura curiosidad.

–¿Le gustaría vacunarse?

–No, gracias –dijo a tiempo de sonreír y encogerse de hombros. 

Él es del grupo de los escépticos. No le teme al virus que mencionan en las noticias por radio y televisión. La población mayor de 70 años en ese lugar es de 1,519 personas, según el Censo 2018. Predomina la población joven. La edad promedio es de 26 años y ocho de cada 10 personas se consideran mayas. En los dos Sacatepéquez, San Pedro y San Juan, se habla kaqchikel.

San Pedro podría ser un lugar icónico para la pandemia en Guatemala. Desde el inicio de la crisis sanitaria murieron 26 personas, y fue ahí donde registraron el primer caso positivo y primer fallecido por COVID19.

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¿Por qué se vacunan?

Patzán solo es un espectador de aquella jornada de adultos mayores registrados para su primera de dos dosis. Justo frente a la iglesia del parque central hace la parada un bus en el que se lee «San Pedro Sacatepéquez». De ahí baja una pareja, padre e hija. De un tuc tuc bajan otras señoras. Todas mayores de 70.

Petrona Hernández, de 74 años, caminó sola hasta el centro de vacunación a menos de cinco cuadras de su casa. Del virus sabe lo que en cadena nacional ha dicho el presidente, Alejandro Giammattei: se compraron vacunas, la enfermedad parece una gripe, pero a veces es mortal. Hasta hoy no ha llorado la muerte de ningún familiar, amigo o conocido. «Nosotros como creyentes confiamos en el Señor», se atiene, pero aceptó vacunarse porque «no está demás una ayuda a Dios y a mi cuerpo».

En el municipio, 15 de cada 100 habitantes no saben leer y escribir, como ella. De hecho, pidió ayuda para anotar sus datos e imprimir su huella digital a manera de consentir la aplicación de la vacuna. El formulario exige consignar su nombre completo, número de DPI y firma.

Bibiano Pirir, 79 años, también avaló con su firma la inoculación. «No le tengo miedo (al virus) porque me alimento bien y como bastante. No me da miedo». Si embargo, dos meses atrás casi lo bajaban del bus donde viajaba por sus constantes estornudos. «Se me curó con limón». Trabaja en la construcción y por eso no está demás ponérsela, justificó así su presencia en el centro de vacunación.

Bibiano y Petrona fueron de las 340 personas en recibir la primera dosis ese 6 de mayo. La convocatoria se hizo a 415, pero faltaron 75. Por cada frasco se obtienen al menos 10 dosis de vacuna. En algunos casos, hasta 12. Por esa razón, un frasco es abierto cuando hay al menos diez personas para no desperdiciar porque después de tres horas caduca.

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Los escépticos

En el salón El Jocoteco no alcanzaron las sillas para los convocados. Afuera, los curiosos observaron el movimiento en el puesto de vacunación, como la mujer de 70 años recién cumplidos frente a la iglesia a la espera de su hijo. «Yo no me voy a vacunar», respondió sin titubear. «Después de todo para morir estamos».

La enfermedad no le infunde temor porque lleva meses de viajar casi a diario hacia Ciudad Quetzal y no se ha contagiado. Tampoco su familia ni sus vecinos.

En San Juan Sacatepéquez, ubicado a 27 kilómetros de la capital, piensan igual, sabe Enma Villacinda, trabajadora social en el lugar. «Hay bastante desconfianza a pesar de nuestros intentos por convencerlos de los beneficios de inmunizarse». Pero los rumores pueden más y alimentan el miedo de la gente en las aldeas. «Dicen que mata», «una señora se volvió loca» y «la vacuna no sirve», escuchó Juliana Pirir, una señora de 70 años.

Aguarda afuera del puesto de vacunación de San Juan Sacatepéquez, donde 81 personas fallecieron a causa de la COVID19. A pesar de todo optó por inmunizarse no sin antes orar. «Por si acaso».

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La promesa no cumplida de la Ministra

«Vengo de la municipalidad, allá me dijo una señora que aquí estaban registrando para la vacuna, pero no encontré nada», contó Juan Rodolfo García, 74 años. El 5 de mayo cerró su taller de herrería y caminó al puesto de vacunación en el Polideportivo Los Pixacos, donde apenas concluían la primera fase.

La ministra de Salud, Amelia Flores, juró ante la Comisión de Previsión y Seguridad Social del Congreso, que el 4 de mayo iniciaría la fase 2 de vacunación en ocho departamentos.

El centro dispuesto en San Pedro Sacatepéquez comenzó el 6 de mayo, el motivo del atraso fue la falta de vacunas. Por eso, el área de Salud distribuyó algunas dosis de AstraZeneca a los municipios seleccionados hasta un día después de que al país llegaran 50 mil dosis de la vacuna Sputnik V. Lo mismo en San Juan Sacatepéquez, adonde enviaron solamente 200 dosis.

El día que Flores anunció como el inicio, los salones municipales estaban vacíos. 

Lo mismo sucedió en Chinautla. Ninguno de los puestos estaba listo para comenzar sus labores. 

A Thelma Pinzón de Jordán, de 73 años, la citaron para vacunarse en ese centro el mismo día a García, el Herrero, a las 9:00 de la mañana. Debió esperar más de una hora mientras resolvían un problema técnico para tener acceso a la base de datos de personas a vacunar.

Lo mismo en Tierra Nueva I en el puesto con el nombre del exalcalde Arnoldo Medrano, señalado en casos de corrupción. No tenían las dosis para comenzar la segunda fase.

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La información no llega a todos

Cuando terminaron el primer día de vacunación lograron inocular a 120 personas en San Juan Sacatepéquez, 80 no asistieron a su cita.

En San Pedro Sacatepéquez sobraron 75 dosis. «Es normal, es cultural», justificó Marco Tulio Barillas, coordinador del área de Salud.

En San Juan Sacatepéquez lo tienen más claro. «Tenemos la sensación de que no llegaron porque no recibieron el mensaje de texto. Algunos vinieron por curiosidad, no porque recibieran mensajes. Se acercaron a preguntar y estaban en el listado», supone la trabajadora social del centro de salud.

Para registrarse y programar una cita, los adultos mayores deben presentarse en alguno de estos tres puntos: la municipalidad, el centro de salud, o la sede de vacunación con su DPI y un número de teléfono para contactarlos en San Juan o San Pedro.

En ambos municipios más del 30% de los vecinos no cuentan con un dispositivo móvil, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Por ello, algunos proporcionaron el número de teléfono de un tercero para recibir el aviso de Salud que no llegó.

El acceso a internet es otra limitante: más del 65% no cuenta con el servicio, según el Censo 2018. Es decir, dos de cada tres no pudieron registrarse a través del portal electrónico. La cantidad de kioscos y personal al que acudirán para visitar las áreas rurales más lejanas aún no está definido.

El primer día de vacunación en San Juan Sacatepéquez el salón se llenó de vecinos del área urbana. «Porque la información todavía no llega a las aldeas más lejanas», admitió Villacinda, la trabajadora social. En las próximas semanas el personal de la municipalidad visitará las 13 aldeas para registrar a más adultos mayores de 70 años, prometió.

Por ahora las autoridades colocan afiches y rótulos en los puestos de salud para informar que la vacuna es gratuita y voluntaria.

Patzán, el hombre de 74 años y sombrero está resuelto a no inmunizarse. Otros, a pesar de su escepticismo buscaron la vacuna. Pero ambos grupos tienen algo en común: fe de quedar fuera del alcance de la enfermedad.

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