Para descubrir los entresijos de un terruño —los que lo adornan con gracia— puede uno recorrer sus calles y sentir sus aromas. O entregarse a los relatos de sus narradores o hilvanar el ritmo de las líneas de sus poetas. U oír su música, degustar sus sabores, leer sus periódicos… ¿Qué más?
El siglo XXI también nos da otra posibilidad al alcance de unos cuantos clics. Se pueden descargar los datos disponibles y jugar con ellos. Sí, así como lo oye. Nuestro mundo digital genera montones de números espontáneos. En esos números está la ficha de nosotros, nuestro carácter y nuestros miedos. Claro, hay que separar la paja del trigo con paciencia, pero ¿no es ese el caso también por la vía de la literatura o si se decide hacer las maletas?
Los datos tienen una historia que contar. Algunos dirán que cuanto más complicada más bella —¿gustarán acaso del rococó?—, pero no se asuste. Las historias simples también son hermosas. Vamos, entonces, con una de este tipo.
Deleitémonos desmenuzando el reciente plebiscito colombiano. Desafiemos algunos mitos y aventurémonos a insinuar nuevos relatos.
Primero, la simplificación. Colombia tiene 32 departamentos y un distrito central. Imposible procesar así la información. Agrupemos al país en seis regiones, según sean los departamentos más parecidos geográfica y culturalmente entre sí.
Agrupación por regiones de los departamentos colombianos[1]
Fuente: clasificación propia.
Así las cosas, ya podemos meter las narices en la dispersión geográfica del voto. Se ha dicho que lo más destacado en este sentido es que los distritos más afectados por la guerra votaron «sí» y que los que la veían como algo lejano votaron «no». Soy un tanto escéptico. No parece ser un factor específico de esta elección —como cabría suponer si esa explicación fuera correcta— lo que motivó a cada departamento a votar en el plebiscito de la forma como lo hizo. Por el contrario, han votado muy en sintonía con la manera en que lo vienen haciendo desde 2002. Veamos.
Diferencia entre el voto regional y el nacional
Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil y cálculos propios.
Las regiones fuertes del no son también —y por márgenes muy similares— las regiones que más respaldaron a Zuluaga en 2014 frente a Santos, a Santos en 2010 frente a Mockus y a Uribe en sus dos campañas presidenciales. Los Andes y la Cordillera Oriental aparecen como regiones sólidamente conservadoras. La Amazonia —sede de la antigua zona de distensión y núcleo de los mayores frentes guerrilleros— es también, vista en su conjunto, una región conservadora. El voto progresista se concentra primordialmente en el Caribe y en la región del Cauca.
Lo interesante, sin embargo, es analizar la excepción. Veo dos principalmente, y ninguna está relacionada directamente con el plebiscito del domingo.
En primer lugar está el buen resultado obtenido por Santos en la costa caribeña en 2010, a pesar de ser él la opción conservadora de esa contienda. Santos era en 2010 el ungido del partido de Uribe —quien nunca obtuvo sus mayores glorias por esa zona— y, salvo por esa región, mostró una distribución geográfica de fuerzas muy parecida a la de su antecesor. ¿La bendición caribeña a Santos permitía anticipar la famosa riña entre presidentes que vendría luego? Da para analizar.
Luego hay un triunfo extraído de una abismal derrota. Vaya paliza la que se llevó Mockus en esas mismas votaciones. No obstante, si usted piensa que la campaña presidencial de él fue arar en el mar, piénselo de nuevo. La campaña del 2010 fue el punto de inflexión en el cual la ciudad de Bogotá —hogar de uno de cada seis colombianos— pasó de ser una ciudad juiciosamente de derechas a una prudente y crecientemente de izquierdas. Un cambio político permanente sentado sobre los cimientos de una gestión municipal. ¿No habrá aquí una lección para todo movimiento político que busca cambiar —de primas a primeras— el país?
Se ha dicho también que en el resultado del plebiscito tiene la fortuna su fracción de culpa —por mandar un huracán que deprimió la asistencia en la región más favorable al sí—. Voy a asumir la defensa de la fortuna.
El huracán, es cierto, desfavoreció que los caribeños votaran. Pero es que siempre votan menos que los otros y esta vez apenas lo hicieron tan entusiastamente como en anteriores comicios. Veamos:
Diferencia ente la participación electoral regional y nacional
Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil y cálculos propios.
Suponiendo que el Caribe —abjurado Mateo— conseguía esta vez acercarse a su histórico nivel de participación de 2014, esto supondría cerca de cinco puntos porcentuales menos de abstención. Lo que habría sido, ceteris paribus, cerca de 69 000 votos netos adicionales para el sí. Sumado a la diferencia existente de 54 000 votos a favor del no, aquello no podría considerarse una remontada, sino lanzar el proceso a la incertidumbre, con recuento incluido y de pronóstico reservado.
¿Qué les queda a los colombianos de este proceso?
A los que gustan de ver en estas cosas los simbolismos —gestas de fuerzas que nos trascienden— les aconsejo tomar la mirada de halcón. Una votación rara vez es el escenario en que las ideas más abstractas encuentran su camino al progreso. Las tendencias demográficas de largo aliento, en cambio, sí que pueden ser tal escenario. Son pocos, pero cada vez hay más colombianos en el exterior. Derechas e izquierdas, préstenles atención.
Composición del padrón electoral colombiano
Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil y cálculos propios.
A los que hacen un análisis concreto de una situación concreta —quizá sea esto lo más productivo— no les digo nada. Ya han de tener claro que en las negociaciones lo importante son los detalles. Será como en los viajes, que al final son lo único que se recuerda.
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[1] Amazonia: Amazonas, Arauca, Caquetá, Casanare, Guainía, Guaviare, Meta, Putumayo, Vaupés, Vichada. Andes: Antioquia, Caldas, Huila, Quindío, Risaralda, Tolima. Caribe: Atlántico, Bolívar, César, Córdoba, La Guajira, Magdalena, San Andrés y Providencia, Sucre. Cauca: Cauca, Chocó, Nariño, Valle del Cauca. Cordillera Oriental: Boyacá, Cundinamarca, Norte de Santander, Santander. Distrito Central: Bogotá, D. C.
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