Entre sus excentricidades estaba su devoción por Incitatus, un caballo de carreras nacido en la península ibérica. Calígula mandó a construirle una caballeriza de mármol con pesebres de marfil para su uso exclusivo. Le regaló una villa con jardines y 18 sirvientes para su cuidado personal. Incitatus dormía con mantas de color púrpura y llevaba collares de piedras preciosas. Incluso, compartía la mesa con su dueño y comía copos de avena mezclados con suaves y delgadísimas escamas de oro.
Incitatus participaba en las competiciones celebradas en el hipódromo de Roma. La noche anterior a una carrera, el emperador dormía junto al animal. Con el fin de que el caballo descansara correctamente esa noche, se decretaba silencio general en toda la ciudad y quien se atreviera a violar este mandato era condenado a muerte.
El colmo fue que Calígula quiso nombrar cónsul a Incitatus. Este hecho ha sido interpretado por historiadores como fruto de la demencia del emperador, pero algunos sostienen que más bien era una burla al Senado, una expresión del sarcástico desprecio de Calígula hacia las instituciones públicas del Imperio.
Nombrar a caballos en cargos públicos parece ser algo que viene desde antes de Cristo y que continúa hasta nuestras jóvenes democracias. Los cargos se crean para satisfacer al preferido del gobernante de turno. El erario público se usa para complacer al mimado o a la mimada de turno.
Los ejemplos abundan en todas partes. En Guatemala, durante el gobierno de Jimmy Morales se creó la «Comisión de Gestión Estratégica», conocida como «Centro de Gobierno», la cual fue dirigida por una familiar del entonces presidente. Posteriormente, el gobierno de Giammattei reforma partes de ese acuerdo original (acuerdo gubernativo 16-2017), en particular lo referente a las atribuciones del director ejecutivo (artículo 8 del acuerdo 35-2020). En el cargo se nombra al favorito del presidente, Luis Miguel Martínez.
[frasepzp1]
Según el artículo publicado en Vox Populi, «el salario más alto es el de Martínez, que llega a los Q42,740. Eso, sin contar el servicio de celular, gasolina, seguridad y alimentación que el Estado gasta en él. El funcionario asegura ser ingeniero químico, título que aún no tenía al inicio de este gobierno, y que ha trabajado como asesor en el Congreso de la República».
A Martínez lo acompaña un equipo de profesionales graduados y algunos estudiantes, como el jefe de Informática, bachiller en computación y estudiante universitario de esa carrera, y el asesor técnico, también estudiante universitario de Tecnología y Telecomunicaciones, ambos con salarios de Q20,000 (monto que normalmente corresponde a un profesional con título universitario).
De ninguna manera estoy comparando a Giammattei con Calígula ni a Luis Miguel con Incitatus. Solo me valgo del hecho histórico para reflejar las arbitrariedades con que los gobernantes usan el poder. Es legítimo tener favoritos, aunque sean caballos. Lo que no se vale es que los recursos públicos sean usados para pagar las excentricidades de los gobernantes.
El Centro de Gobierno es un ente innecesario y representa un despilfarro de recursos, que siempre son escasos. El rol de «coadyuvar en la coordinación, acompañamiento, asesoramiento y verificación de planificación, gestión y ejecución institucional para el cumplimiento de prioridades presidenciales» ya es responsabilidad del vicepresidente de la república, un cargo que además es de elección popular. Es decir, él al menos es el favorito de la mayoría.
Los gobernantes tienen que aprender que llegan al cargo a servir, no a servirse. El Centro de Gobierno nunca debió existir. Ningún emperador debe despilfarrar recursos del Estado nombrando a su consentido en cargos innecesarios, aunque este sea como Incitatus, el mejor caballo de carreras.
Más de este autor