En Guatemala no necesitamos recurrir a la mitología griega para conocer este monstruo. Basta con ver la actual administración tributaria: con dos cabezas al mando, pero ni una ni otra logran su cometido de incrementar la recaudación de impuestos para que exista financiamiento a los bienes públicos que requerimos. Lo más triste de esta Hidra chapina es que una de las cabezas acaba de ser cortada por el presidente de la república (para sustituir al directorio de la SAT). ¿Y qué va cambiar? Nada, absolutamente nada. Esta cabeza nunca supo de los casos de corrupción de Manuel Abadío. Ni siquiera previó los escándalos de corrupción de 2015.
La otra cabeza (el superintendente) fue cortada al menos cinco veces durante el gobierno de 2012 a 2015 y cada vez que resurgía era más nefasta.
En medio de los casos de corrupción, ninguna de las dos asume su responsabilidad al respecto, pero solo una de ellas lo ha pagado con cárcel. Los miembros anteriores del directorio tenían denuncias de nepotismo o de velar por intereses particulares, así como de no cumplir su mandato legal.
Como indiqué al inicio, la Hidra podía tener más de dos cabezas. En el caso de la SAT de Guatemala, otra cabeza que debe ser cortada es el registro de vehículos. ¿Sabía usted que entre el 75 y el 80 % de las personas que atienden las oficinas de la SAT son por trámite de traspaso de propiedad de vehículos y que los casos de corrupción son por temas de propiedad, no por el impuesto de circulación? ¿Qué? ¿Acaso no es función de la SAT cobrar impuestos en vez de registrar vehículos?
Sea cual sea la cabeza de la Hidra, esta ha demostrado que su función es resguardar la entrada al inframundo de los evasores de impuestos, así como de los defraudadores aduaneros, según quedó expuesto con el caso de Aceros de Guatemala (entre otros).
Este monstruo fue derrotado por Heracles, quien le cortó el cuello. Las instituciones, para alcanzar de mejor manera sus logros, deben tener claro quién desempeña la autoridad, sobre quién se delega y quién ejecuta acciones operativas. Esto lo que sugiere es que el directorio de la SAT, en vez de ser removido, debe ser eliminado. Así lo consideramos en Icefi, pues en todos los países de América Latina este experimento fracasado no existe. La línea de mando es clara, e incluso en Brasil, Costa Rica, El Salvador y Panamá el superintendente, en vez de ser nombrado por el presidente de la república, es nombrado por el ministro de Finanzas, precisamente para tener más control.
La administración tributaria debe dejar de ser un monstruo y convertirse en un aliado en el desarrollo del país. Hoy la SAT puede mejorar en este y en muchos otros aspectos, pero lo básico es eliminar el directorio, experimento fracasado.
Lamentablemente, si cree que esta es la única Hidra en Guatemala, voltee la vista hacia la Junta Monetaria. Es allí adonde debemos dirigir los cuestionamientos, así como hacia aquellas puertas del inframundo que resguardan a la élite del país, para que los privilegios que esta ha tenido sean derechos de la ciudadanía.
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