En una nota publicada en elPeriódico, se afirma que tan solo en 9 meses (de enero a septiembre) han sido asesinados 453 menores de edad. El 70 % de ellos fueron niños y adolescentes hombres que en su mayoría murieron por armas de fuego. Por su parte, el 30 % de las niñas asesinadas lo fueron por arma blanca o por estrangulamiento. Sencillamente, algo estremecedor.
A esta situación de violencia se debe sumar por lo menos 4,852 menores que han sido reportados como desaparecidos, ¡un promedio de 20 niñas y niños al día! En esta misma nota, se indica que el Inacif realizó a menores de edad, 5,177 exámenes por sospechas de violencia sexual (el 91 % específicamente a niñas). Esto quiere decir que, a la niñez en Guatemala, se le mata, se le desaparece y se le viola.
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Lo terrible es que no están en riesgo únicamente por este tipo de violencias, sino por otras, también estructurales, que podrían resolverse si quienes gobiernan decidieran que el bienestar de la niñez importa y es una prioridad nacional. En Guatemala uno de cada dos niños y niñas padecen de desnutrición; solo en 2021, 61 menores de cinco años murieron por esta causa. Situaciones inadmisibles e imperdonables. Ni hablar sobre la educación o la salud. Recordemos que ha sido este gobierno el que, ante sus mediocres e inexistentes políticas de vacunación, dejó vencer los últimos lotes de la vacuna Moderna destinados para la niñez entre seis y once años.
Sin embargo, mientras esto sucede, Alejandro Giammattei participó en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), que reunió a lideres de la ultra derecha, como Eduardo Bolsonaro, Steve Bannon y Ted Cruz. El presidente Giammattei aseguró en su discurso que él y su gobierno son parte de un movimiento conservador internacional que clama por la preservación de lo más sagrado. Se autonombró como parte de los últimos defensores de la vida, la familia y la libertad, aquellos que supuestamente elevan la voz y luchan por sus valores. Además, hizo énfasis en que, nunca en la historia, la vida había estado tan amenazada porque, cuando por fin la humanidad levantó la voz para proteger a los más débiles, el mundo quedó en manos de los intereses más oscuros. Solamente unos pocos, como él, quedaron de pie protegiendo más a los que lo necesitan. Por último, aseguró que su gobierno impulsa la vida y que él la defiende (el chiste se cuenta solo, ¿no?).
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El presidente Giammattei continúa repitiendo un discurso contra el aborto, lo que no quiere decir que esté a favor de la vida. La ciudadanía tenemos la claridad de que las autoridades deben garantizar que todas las personas, quienes ya ocupamos un pedacito de este territorio, tengamos el derecho de sentirnos seguras, de contar con los alimentos necesarios para poder desarrollar todas nuestras capacidades, de poder asistir a la escuela o a la universidad, de tener un lugar para vivir dignamente, un trabajo que nos permita garantizar otras necesidades y contar con un sistema de salud que tenga las condiciones necesarias para asegurar nuestro bienestar.
Alejandro Giammattei, quien disfruta de llamar a su gobierno pro-vida, destina únicamente Q9.54 para cada niño y niña de nuestro país. Esa cantidad, la cual es pequeñísima, ya incluye el famoso, y más que opaco, seguro médico privado (otro contrato más en favor de la corrupción durante su administración). Jonathan Menkos, a través del Observatorio de la Inversión Pública en Niñez y Adolescencia (IPNA), explicaba que este gobierno redujo el presupuesto de los programas Educación Escolar Primaria, Prevención de la Mortalidad de Niñez, Desnutrición Crónica y Apoyo a la Agricultura Familiar, acciones completamente contrarias a la supuesta protección e impulso a la vida que tanto le gusta mencionar (por no decir mentir). Es tal su mediocridad que considera un logro ser parte de una conferencia inútil antes que priorizar la inversión en educación, nutrición, salud y agricultura que, verdaderamente, se traduciría en protección y bienestar de la niñez en nuestro país.
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