Mientras me entrevistaba en tono informal para una columna que nunca fue publicada, inquirió sobre cómo había abordado yo las protestas de 2015. Yo, muy machito, platicaba haciéndome el interesante hasta que me preguntó, sin anestesia, un par de asuntos que evité responder invocando cierto decoro. Reímos tanto esa noche hasta que nos cerraron una cafetería vienesa y nos saltamos la calle hacia una venta de panes rápidos. Verónica nunca perdió esa sobria elegancia que poseen las personas verdaderamente elegantes.
Tras esa noche no nos despegamos por un tiempo y luego la vida avanzó desperdigada. Cada vez que hablamos, la cercanía no se disipa. Sabemos de qué pata cojeamos y conocemos nuestros lados más resplandecientes. Admiro su forma desahogada de hablar y he disfrutado sus manjares culinarios. Sé también que odia mis textos políticos. Doy fe de su persistencia en no soltar un hecho injusto aun cuando eso implique perderlo todo. Por supuesto, ella no va a perderlo todo porque lo que más tiene está dentro de sí y, por tanto, es imborrable y completo.
Una tarde me contó la historia de una mujer a quien violaron y de cuyo violador la magistrada suplente de la CC Claudia Paniagua era defensora. Recriminé esa anomalía que les permite a los magistrados suplentes ejercer casi como juez y parte. Me contó que había suficiente prueba científica porque la persona no se había bañado para resguardar las evidencias, que le habían hecho varias entrevistas, que el acusado era Ariel Stella (el dueño de Ni Fu ni Fa), que había sido en un contexto doméstico. En un punto me dijo: «¿Sabés quién es la chava?». Negué con la cabeza. «Soy yo», fulminó.
Sentí una presión en el pecho. No sabía qué decir más que lo siento y abrazarla y ofrecer ayuda. El problema de la magistrada era toral, pues presionaba para que no se juzgara al acusado por violación. Violación, esa palabra tan grave, tan lejana, pero que ahora retumbaba en la habitación. Veía su fortaleza a pesar de que me contó las etapas más duras donde se pierde el sentido y se anhela la destrucción, un puñetazo tras otro recuerdo y dolor y asco y furia.
[frasepzp1]
La violación es algo que la mayoría de los hombres no experimentamos: una de cada cuatro mujeres enfrenta una agresión sexual. A nosotros no nos acosan, no nos meten mano. Nosotros no pensamos que sea difícil caminar dos cuadras debido a un posible asesinato. No experimentamos que nuestra voz se escuche menos a pesar de que seamos las personas más calificadas ni que cualquiera del sexo opuesto nos quiera corregir la plana. Podemos escuchar esto, pero no lo vivimos. No invocamos estos momentos que son ocultados por un sistema patriarcal dirigido por nosotros los hombres.
Hablar de esto conlleva una interpelación, ya que los hombres hemos sido los agresores, quienes manipulamos y oprimimos. Nos da fuerza, legitimidad, control sabernos directores de un mundo masculino donde las condiciones se dan para que nuestra vida sea más fácil, para mantener el poder, las presidencias de los países, la dirección de las instituciones. Es un régimen que desemboca en la cultura de la violación como acto final de una violencia contra las mujeres que comienza desde el útero, desde que se prefiere que nazca un varoncito, y llega hasta el punto de culparlas por los vejámenes sufridos.
Una amiga me hablaba de un estudio en el cual se indaga entre los hombres qué es lo que más temen que una mujer les haga. La mayoría responde «el ridículo». Cuando la pregunta se plantea al revés, las mujeres contestan que su peor temor es que un hombre las mate.
Pensé después que Verónica no necesita tanto un abrazo ni condolencias. Realmente lo que busca es evidenciar una estructura y que los hombres cuestionemos los vestigios patriarcales de los cuales nos beneficiamos.
Verónica pelea, dignamente, por justicia. Como hombre, como machito, me cuesta escribir esto porque soy parte de ese sistema. Poco a poco chispas crecen en uno mientras comprende cómo funciona. Con su voz, Verónica nos muestra la realidad del dolor y de la rabia de la mitad del planeta.
Más de este autor