¿Qué criterios definen esta disparidad entre hombres y mujeres para competir en un formato que se supone igualitario, competitivo y representativo?
El primero tiene que ver con la magnitud del distrito. En la medida en que se elige un mayor número de diputados, las cantidades de hombres y de mujeres deberían ser más proporcionales y las barreras al acceso disminuir. Esto les permitiría a ellas elegirse porque tendrían un mayor número de puestos para competir. No obstante, esto no favorece directamente a las mujeres. Veamos.
El distrito de Guatemala es el que elige el mayor número de diputados (19). En los 17 municipios que lo conforman, las mujeres son la mayoría de las personas empadronadas. Salvo en Chuarrancho (51 %), en el resto de los municipios están arriba del 55 %. De 194 candidatos que se postularon en el 2015, 56 (28 %) eran mujeres y únicamente 4 fueron elegidas.
Esto añade el siguiente factor obstructivo que relaciona la posición que ocuparon en el listado. Una estuvo en primera posición (Convergencia), dos en la segunda (PP y FCN-Nación) y la última en la cuarta casilla (FCN-Nación). ¿Qué criterios determinan la proporcionalidad en el reparto de las curules si todas las mujeres tienen acceso? Aquí está el siguiente dilema sobre el método D’Hondt en la representación proporcional de minorías cuando se hace el reparto de cargos para diputados.
La proporcionalidad es particularmente importante cuando existe exclusión o subrepresentación por sistemas que no son del todo proporcionales (nueve hombres por cada mujer). Al aplicar este método se favorece a los partidos más grandes y la falta de proporcionalidad, ya que la fórmula estimula la cantidad de votos que obtiene el partido ganador. Por ende, la posición que ocupa la persona en el listado de candidatos será determinante.
Un claro ejemplo son los resultados electorales. La mayor parte de las mujeres ocuparon la sexta posición, y el 42 % de las candidatas se encontraron entre la cuarta posición y la novena. Los partidos ganadores por lugar obtenido en este distrito fueron FCN-Nación, Todos, Líder, EG, UNE, VIVA, CREO-Unionista, PP, Convergencia, PAN y Fuerza. Solo el primero tenía dos mujeres en los cuatro primeros puestos. En los siguientes seis partidos, la primera mujer aparecía hasta en la cuarta posición del listado. Solo Convergencia y FCN cumplieron, pero ninguno de los dos fue un partido mayoritario en el Congreso.
La discusión en esta legislatura pretende evidenciar dos cosas sobre la paridad:
- Se pretende añadir el voto preferente. En estos listados se parte del supuesto de que, sin importar el lugar y la posición, se podrán elegir mujeres según liderazgo y capacidades. Esta afirmación no es certera porque las mujeres no necesariamente pueden acceder en igualdad de condiciones. Si el sistema sigue regulado por condiciones que limitan el acceso, como el financiamiento, la publicidad, el calendario electoral y la falta de democracia interna en los partidos, seguirán las barreras para competir en igualdad. Esto favorecerá a los partidos grandes, cuyos caciques y mecenas determinarán el financiamiento, la visibilidad de los puestos y el orden de los candidatos y las candidatas.
- La inclusión de cuotas de representación. Estas sirven para alternar hombres y mujeres en los listados. Las cuotas son un mecanismo que pretende propiciar una igualdad efectiva. Son necesarias porque las mujeres no gozan de la misma oportunidad de elegir y de ser elegidas, aun siendo mayoría en la población y en el padrón electoral. Cuando cambian las condiciones a elecciones de mayoría relativa (el ganador se lo lleva todo), es mucho más abrumante la diferencia entre hombres y mujeres (una por cada 16 hombres). Incluso, tampoco el aumento de legisladores y de partidos políticos ha traído consigo un mayor número de mujeres en el Congreso.
Por intereses y experiencias es necesario incluir condiciones de representación, pero estas se dejan de cumplir cuando se encuentran en franca minoría frente a los hombres. Hoy podemos optar por lo que tenemos y seguiremos pensando en la depuración del Congreso de forma constante, o bien debemos empezar por garantizar derechos y oportunidades para alcanzar mayores calidades. Legislar a favor de la paridad es un primer paso.
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