Al parecer fijar este contexto se ha convertido en una tarea casi imposible para el gobierno de OPM. Esto, en parte, es culpa de nuestro atroz sistema de partidos políticos que funcionan igual que las clicas de las maras, siendo estas últimas, lamentablemente, mejor organizadas aun. Digo esto porque en la mara existe un sentido de pertenencia al grupo, de identificación con el barrio, que hace que todos jalen hacia el mismo lado. Caso contrario el de nuestros “partidos políticos”, en...
Al parecer fijar este contexto se ha convertido en una tarea casi imposible para el gobierno de OPM. Esto, en parte, es culpa de nuestro atroz sistema de partidos políticos que funcionan igual que las clicas de las maras, siendo estas últimas, lamentablemente, mejor organizadas aun. Digo esto porque en la mara existe un sentido de pertenencia al grupo, de identificación con el barrio, que hace que todos jalen hacia el mismo lado. Caso contrario el de nuestros “partidos políticos”, en donde cada quien busca mamar de la teta del Estado para después enquistarse en la misma o cubrirse las espaldas para después disfrutar las ganancias a escondidas. No hay tal cosa como una identificación ideológica, un sentido de servicio público, una afinidad hacia la comunidad que se representa.
Al igual que sus antecesores, el gran problema que enfrenta este gobierno es la ingobernabilidad reflejada en dos dimensiones: una interna y una externa que la dejo para la próxima columna.
La interna se da dentro de la misma cúpula del Ejecutivo y del Partido Patriota. Debemos tomar nota con mucha atención cómo cambian las personas al llegar al poder. OPM y su equipo llegaron al gobierno con la mano dura solo para darse cuenta que, a la hora de distribuir funciones y delegar mandos, el puño se puede mantener como “piedra”, extenderse como “papel” o extender dos dedos en forma de “tijera”. Y así, como niños jugando para decidir quién saca primero la pelota, nuestras flamantes autoridades se disputan quién ejerce poder sobre qué asuntos del gobierno y sobre qué parte del presupuesto. ¿Le quedaban a usted dudas de cómo funcionaba el sistema del MAP (Mejores al Poder)? Bueno, ahí lo tiene.
El gobierno está gastando mucha energía en justificar puestos y los nombramientos producto de una negociación política con otros partidos que ya le están pasando factura. Las señales que salen del Ejecutivo no dejan claro ni quién maneja ni cómo se manejan las cosas del “gobierno del cambio”. El peligro de esto es que la población civil percibe esta confusión como una muestra de incapacidad de nuestras autoridades, lo que genera desesperanza. Más grave aún, los indeseables de la sociedad como el crimen organizado y los criminales comunes de cuello blanco y de cuello azul ven esto como oportunidades ilimitadas para sus fechorías.
Por otro lado, el Partido Patriota fácilmente podría cambiar su nombre al Partido Patriota de la Esperanza o incluso a la Gran Alianza Patriota de la Esperanza. Sus esfuerzos se concentran en repartir “huesos” a los afiliados al partido y personas afines al mismo, tal como lo hicieron sus dos antecesores. La tarea del legislativo que debería ser fiscalizar al Ejecutivo es un constante reclamo para que aquellos que una vez vistieron naranja tengan un puesto asegurado.
Mientras tanto la tarea de gobernar o como en su momento lo discutieron Platón y Aristóteles como “el arte de gobernar” sigue siendo una ficción para quienes aún creemos en ella y una broma de mal gusto para quienes siguen esperando que los gobiernos cumplan con lo que prometen.
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