Esto suele pasar con la música de Radiohead. Te atrapa, te envuelve, te hipnotiza, abraza tu cerebro, masajea tus neuronas.
La primera canción que escuché de Radiohead fue Creep, sencillo debut de la banda y de autoría compartida con Albert Hammond por el parecido que tiene con The Air that I Breathe, éxito que Hammond compuso para The Hollies en 1974. Para muchos no hay más Radiohead que esta canción, y la verdad es que se pierden de lo mejor, pues Radiohead es mucho mucho más.
Para empezar, Radiohead es una banda intelectual. Ha sido una de las bandas políticamente más activas no solo al verter sus opiniones cada vez que tiene oportunidad, sino también a través de la música, algo que comenzó a mediados de la década de los 90 con su segundo álbum, The Bends (1995), y llegó elegantemente a su zénit con un discurso anticapitalista en su fantástico Hail to the Thief (2003).
Para In Rainbows (2007), siendo consecuentes con su crítica al capitalismo, la banda publicó el disco digital de manera independiente, con un sistema que permitía a los fanes no pagar o pagar lo que quisieran por obtenerlo.
Con más de 30 años de carrera, este mes Radiohead fingió su propia muerte en Internet desapareciendo sus redes sociales y con ello logrando la absoluta atención de los medios de comunicación para luego resucitar en el ciberespacio con dos sencillos, Burn the Witch y Daydreaming. Unos días después, y antes de lo esperado, lanzó su noveno álbum de estudio: A Moon Shaped Pool.
Un disco en el que la banda no pierde su personalidad inquieta y su característico espíritu de experimentación y búsqueda, pero en el que además hay referencias claras a su pasado. Las letras están plagadas de nostalgia, e incluso el video de la canción Daydreaming ubica a Thom Yorke en escenarios conocidos, como la portada del disco Kid A (2000), y repite expresiones como las del video de Fake Plastic Trees. La canción que cierra el disco, True Love Waits, fue tocada por la banda por primera vez en 1995 y es hasta en este disco donde tiene su versión de estudio.
Y ya sea por la nostalgia que transmite, por el hecho de retomar canciones del pasado o por las referencias en sus videos, para muchos este podría ser el último álbum de la banda, un epílogo perfecto para un proyecto donde la voz y la inspiración de Yorke y el inexplicable mundo musical de Jonny Greenwood marcaron una tendencia estética y artística que hasta hoy nadie ha sido capaz de seguir.
Y puede que sea el último disco o puede que simplemente, como dice el baterista de la agrupación, Phil Selway, Radiohead sea «una banda con déficit de atención», a la que le es imposible quedarse estancada en un mismo lugar musical.
P. D.: Con esta entrada cumplo un año de tener este espacio en Plaza Pública. Ha sido un proceso de aprendizaje constante y una de las cosas que más disfruto.
Muchas gracias, amigos de Plaza.
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