El diseño actual del proceso de reforma universitaria que inicia la Universidad de San Carlos de Guatemala tiene sustento en el documento denominado Metodología y bases para la reforma universitaria, realizado por una comisión integrada por distintos sectores de la USAC y aprobado en el punto 5, inciso 1, número 2, del acta 21-2013 del Consejo Superior Universitario. Dicha metodología pretende establecer las transformaciones que necesita la universidad desde cuatro ejes y el procedimiento para ponerlas en práctica.
Los ejes universitarios que se busca reformar giran en torno a lo académico, a lo administrativo, a lo político y a lo filosófico. Al leerlos se recogen reflexiones importantes sobre el quehacer universitario, aunque son deficientes en cuanto a orientar los grandes retos globales en los que se encuentra inmersa la universidad en el siglo XXI. ¿El mercado condiciona a la universidad o la universidad condiciona al mercado? ¿Cómo responde la academia ante un holocausto ecológico seguro en los próximos años? ¿Seguimos aplicando métodos positivistas occidentales o descolonizamos el saber universitario? Estas son algunas de las interrogantes profundas que se responderían si las personas que participaran en dicho proceso lo hicieran mediante un procedimiento democrático, incluyente y verdaderamente representativo.
Sin embargo, la última expectativa anterior tiene dos niveles de análisis. Primero, las personas. La actual metodología considera como sector universitario a las autoridades universitarias, a las cuales les otorga representaciones en mayor número que a los sectores que hacen vida universitaria: estudiantes, docentes, profesionales y trabajadores. Considerando que las autoridades universitarias (rector, decano, directores, etcétera) son catedráticos universitarios y profesionales, estamos ante un caso de triple representación que genera desigualdad principalmente ante los estudiantes y los trabajadores. Las autoridades, en su mayoría, responden históricamente a intereses ya creados del sistema. ¿Cómo van a reformar el actual sistema, que les permite acceder a los privilegios de autoridad? Contradicción evidente.
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Pero también el sector estudiantil tiene su propia contradicción, la cual hay que denunciar. Algunos espacios de representación estudiantil son ocupados por personas que llevan más de 10 años con estatus de estudiantes, pero que además desempeñan cargos administrativos en la universidad. En complicidad con algunas autoridades se han dedicado a amenazar, difamar e incluso violentar a estudiantes que realmente quieren cambios en su casa de estudios superiores. En el 2016 fueron expulsados del control de la AEU y ahora se refugian en un colectivo que no tiene la menor idea del significado de una reforma universitaria. Porque, si lo tuvieran, comprenderían las palabras del Manifiesto liminar de 1918, inspiradas en el juvenilismo, filosofía de vida que defiende el derecho de las nuevas generaciones a generar cambios sustanciales y a no seguir siendo esa contradicción generacional que Deodoro Roca denunció en sus escritos.
El segundo nivel de análisis se refiere al procedimiento. La Comisión de Reforma Universitaria es el ente rector de dicho proceso, pero para trabajar debe instalar 68 comisiones y 100 subcomisiones de trabajo, lo cual dificulta el proceso, de modo que contradice y ahoga en burocracia algo que debería ser efectivo según sus principios.
Ahora que los sectores convergen en una comisión, es necesario iniciar un diálogo para reformar dicha metodología, eliminar sus contradicciones y realizar una necesaria reforma universitaria responsable, democrática, participativa, incluyente y sobre todo juvenilista, pues somos las nuevas generaciones las dueñas del presente y del futuro de la universidad, del país y del mundo. Es impostergable repensar el modelo universitario en Guatemala, donde la academia y la ciencia deben aportar a la transformación de las grandes desigualdades sociales.
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